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La Biblioteca del Congreso digitalizó hace tres años el único retrato que se conserva de John Willis Menard. Photo: Composición de la Biblioteca del Congreso. 
La Biblioteca del Congreso digitalizó hace tres años el único retrato que se conserva de John Willis Menard. Photo: Composición de la Biblioteca del Congreso. 

El sueño internacionalista de John Willis Menard, el primer congresista afroamericano de U.S.

Criollo y abolicionista, Menard pensó que la única oportunidad de los negros para vivir en libertad era colonizar Latinoamérica, pero luego entendió que todas…

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Lincoln pensó que aunque el norte abolicionista ganase la Guerra Civil, aun así los afroamericanos anteriormente esclavizados jamás vivirían en libertad. 

"Ustedes y nosotros somos razas diferentes", dijo Lincoln a una delegación negra invitada a la Casa Blanca en agosto de 1862. "Incluso cuando dejéis de ser esclavos, aún estáis muy lejos de estar en igualdad de condiciones con la raza blanca. Por lo tanto, es mejor para ambos estar separados".

La escena puede parecer asombrosa hoy, pero la realidad es que algunos representantes del abolicionismo estaban bastante de acuerdo con él -en 1860 alrededor de 4 millones de personas vivían esclavizadas en Estados Unidos, un 13% de la población. ¿Qué iba a ocurrir con ellos cuando fuesen liberados?, pensaban.

Estos líderes afroamericanos empezaron a ver Latinoamérica como un lugar donde poder instalarse, entendiendo que el supremacismo blanco iba a ser una lacra eterna en el Sur, como reconoció el historiador Paul Ortiz, autor de Emancipation Betrayed: The Hidden History of Black Organizing and White Violence in Florida from Reconstruction to the Bloody Election of 1920.

"Varios líderes afroamericanos veían la colonización a Centroamérica, a México o a África como la única solución viable antes de la Guerra Civil", dijo Ortiz.

Entre ellos, John Willis Menard, un joven activista criollo con estudios universitarios que en julio de 1863, meses después de que Abraham Lincoln hubiese emitido la Proclamación de Emancipación, navegó desde Nueva York a Belice, que entonces era la Honduras Británica, como representante de Lincoln en busca de un lugar donde reubicar a los afroamericanos “liberados”.

Más tarde, en otoño de ese mismo año, tanto Lincoln como Menard se darían cuenta de que expatriar a sus ciudadanos negros era inmoral y que todos debían luchar por la Unión y en casa, pero para entonces y hasta 1860 unas 11.000 personas negras habían abandonado Estados Unidos y se habían trasladado a África siguiendo un plan de colonización que contaba con muchos críticos entre los afroamericanos.

"(Frederick) Douglass señaló que los negros no habían causado la guerra; la esclavitud lo había hecho. La verdadera tarea de un estadista no era condescender con los negros decidiendo lo que era 'mejor' para ellos, sino permitirles ser libres", escribió el historiador Eric Foner en The Fiery Trial: Abraham Lincoln and American Slavery.

Menard y el internacionalismo

El viaje a Centroamérica, no obstante, cambió el pensamiento del joven John Willis Menard, quien empezó a ver la lucha contra la opresión de los afroamericanos y los latinoamericanos como “hermanas”. 

Y no sólo eso. Pasó de empujar para el reasentamiento negro en Liberia, África, y mandar un informe favorable a Lincoln sobre los mejores lugares para asentarse en Honduras Británica a replantearse la necesidad de dirigir su energía a mejorar la suerte de los negros en su hogar, Estados Unidos. 

Sus dudas acabaron por disiparse con la victoria de la Unión en 1865 y las Leyes de Reconstrucción de 1867. Para entonces, Menard ya se había instalado en Nueva Orleans y luchaba por la igualdad y la representación negra en la política y la educación, ocupando brevemente el escaño de otro congresista blanco, James Mann, que murió a las cinco semanas de su mandato. 

John Willis Menard al fin lo consiguió, hizo historia como el primer afroamericano en ser elegido para el Congreso con una apabullante mayoría de votos. Sin embargo, su oponente, Caleb Hunt, impugnó el resultado. 

Entonces Menard volvió a hacer historia: el Congreso tuvo que escuchar a un negro dirigirse a ellos en la Cámara de Representantes por primera vez en 1869:

"He sido enviado aquí por los votos de casi nueve mil electores, y me sentiría recatado con el deber que se me ha impuesto si no defendiera sus derechos en esta sala", declaró Menard. 

Desafortunadamente, la mayoría republicana se lavó las manos alegando que les era imposible verificar los votos. 

Unos años más tarde, en 1871, e influido por su experiencia en Centroamérica, Menard se trasladó a Florida y empezó escribir sobre el trabajo de inmigrantes y afroamericanos en la lucha por la democracia a nivel local, editando periódicos y trasladándose al tiempo a Cayo Hueso para participar en una comunidad de matices utópicos. 

Porque entonces Cayo Hueso era el ejemplo de ese sueño buscado por Menard, con una comunidad isleña mezcla de blancos trabajadores e inmigrantes caribeños. "Parte de su genialidad fue que entendió que la libertad de los afroamericanos en Estados Unidos estaba conectada con esas luchas por la libertad en Cuba y Centroamérica", señaló Paul Ortiz. 

El activista criollo también escribió sobre eventos políticos en inglés y español y se convirtió en el  símbolo de una nueva mirada política que veía la libertad y la igualdad de un modo internacionalista, más allá de la raza y la lengua -de hecho, en la época varios estados aprobaron leyes que permitían a los extranjeros registrarse para votar si se convertían en ciudadanos. 

Tristemente, el internacionalismo de John Willis Menard no pudo hacer nada con la oleada de violencia y supremacismo que siguió a la época de la Reconstrucción y la aparición de grupos como la Liga Blanca que linchaban a afroamericanos sembrando de masacres y sangre todo el sur del país. Los ancestros terribles del KKK.

Hoy John Willis Menard es uno de los rostros desconocidos de la historia del abolicionismo, pero fue un visionario y asentó las bases de las luchas conjuntas de las comunidades BIPOC.