Hasta el momento se confirmó la muerte de doce soldados estadounidenses y al menos 60 afganos en una serie de atentados suicidas en Kabul. 

Según fuentes consultadas por AP, unos 140 afganos están heridos y las víctimas estadounidenses son 11 marines y un médico militar, además de otra docena de soldados heridos.  

Una de las explosiones ocurrió a las afueras del aeropuerto de Kabul, donde miles de personas permanecen desde la semana pasada tratando de tomar uno de los vuelos de evacuación como parte de la retirada del ejército de EEUU y las fuerzas aliadas del país. La otra explosión ocurrió en un hotel cercano y minutos después hubo un tiroteo en la zona.

La rama afgana del Estado Islámico (ISIS), que se autodenomina Estado de Khorasán (ISIS-K), se adjudicó el atentado. 

Desde el miércoles ya se sospechaba la posibilidad de un atentado de ISIS en Kabul, por lo que la embajada de Estados Unidos le había pedido a sus nacionales que evacuaran la zona. El atentado ocurrió casi 24 horas después del anuncio. 

Luego del atentado, el presidente Joe Biden dio unas declaraciones en las que aseguró que “las vidas que perdimos hoy fueron vidas entregadas al servicio de la libertad, al servicio de la seguridad, al servicio de los demás, al servicio de América”.

Además insistió en que “harán pagar” a los autores y que “responderemos con fuerza y precisión, en nuestro momento, en el lugar que elijamos y en el momento que elijamos”.

Desde febrero de 2020 ningún soldado estadounidense en Afganistán era asesinado y desde 2011 no se presentaba un día con tantos soldados muertos. Los militares fallecidos pertenecían al contingente de 5.800 que permanecían en el país para facilitar la evacuación de las fuerzas aliadas y sus colaboradores. 

Justo para evitar eventos como estos, fue que Biden dio la orden de retirada de las tropas de Afganistán, lo que ha sumido al país en una enorme crisis luego de 20 años de ocupación, y ha generado la mayor crisis internacional desde el comienzo del mandato de Biden.