Como informó en primer lugar The Washington Post, el jueves 26 de agosto se produjeron dos explosiones distintas en las afueras del aeropuerto Hamid Karzai de Kabul, mientras miles de personas permanecen en el complejo esperando los vuelos de evacuación proporcionados por Estados Unidos y otros socios internacionales.

Una de las explosiones se produjo frente a la puerta de la Abadía del aeropuerto, y la otra ocurrió frente al cercano Hotel Baron. Hasta el momento, se ha informado de 13 víctimas de las explosiones realizadas por los talibanes, y entre ellas hay estadounidenses. También se ha informado de que ambos ataques fueron realizados por terroristas suicidas.

Para los funcionarios estadounidenses, la posibilidad de un ataque terrorista en el aeropuerto de Kabul ha aumentado desde que se convirtió en un lugar de gran desesperación, ya que los afganos y otras personas huyen del gobierno talibán entrante.

En las semanas transcurridas desde la toma de la capital afgana por los talibanes, miles de personas han inundado el aeropuerto y sus pistas de aterrizaje con la esperanza de conseguir un espacio en uno de los vuelos de evacuación que salen a diario.

El presidente Joe Biden ha fijado el 31 de agosto como fecha límite para la salida de todas las fuerzas estadounidenses de Afganistán, y los talibanes han amenazado con las consecuencias si la presencia estadounidense se prolonga más allá de esa fecha.

La Casa Blanca dijo que Estados Unidos ha evacuado a unas 95.700 personas desde que comenzó la aglomeración en el aeropuerto. Un informe del New York Times del miércoles 25 de agosto también cifraba en 1.500 el número de estadounidenses que quedan en Afganistán.

Sin embargo, más allá de los estadounidenses, todavía hay innumerables colaboradores afganos que presionan para ser evacuados por temor a las represalias de los talibanes.

Con los atentados, el esfuerzo de evacuación podría quedar en el aire, sobre todo teniendo en cuenta los primeros informes sobre las secuelas que dicen que algunos estadounidenses se encuentran entre las víctimas.

Además de los temores de los funcionarios estadounidenses de que los talibanes puedan incumplir su acuerdo de mantener la paz en el aeropuerto, The Post también informó de la preocupación por los ataques potencialmente lanzados por la cercana filial del ISIS, también conocida como ISIS-K.

Aunque no es tan grande como otras filiales del ISIS en la península del Sinaí o en otras partes de Oriente Medio, el grupo con sede en la provincia de Jorasán es conocido por su violencia y ha aumentado sus ataques contra las fuerzas gubernamentales afganas en el último año.

El ISIS-K es también un enemigo jurado tanto de Estados Unidos como de los talibanes, y aún está por ver cómo estos últimos tratarán al grupo militante tras su toma de posesión en Afganistán.

El esfuerzo de evacuación también se vio potencialmente enturbiado antes del ataque, dado que muchos socios internacionales empezaron a echarse atrás como consecuencia de la potencial amenaza terrorista.

Tanto Estados Unidos como los socios internacionales habían advertido a los que se encontraban en las puertas del aeropuerto que desalojaran por la amenaza potencial.

Ya no se trata de una amenaza potencial, sino de una muy real.