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Las protestas terminar con 42 detenidos. Photo: EFE
Las protestas terminar con 42 detenidos. Photo: EFE

Fuego viral en el Congreso de Guatemala

Protestas de diversas índoles contra los generosos presupuestos opacos del gobierno derechista de Giammattei.

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Este sábado un centenar de manifestantes que se adelantó en las protestas populares contra los nuevos presupuestos impulsados opacamente por Alejandro Giammattei rompía puertas y ventanas del Parlamento y le prendían fuego lanzando antorchas al interior sin que hubiera diputados dentro.

El caos y las imágenes del asalto duraron tan solo diez minutos, el tiempo en que el fuego se fue extendiendo hasta que lo sofocaron los bomberos, mientras los asaltantes encapuchados proseguían con los desperfectos, hasta que fueron desalojados por la fuerza por la policía nacional. Los agentes emplearon también bombas lacrimógenas para dispersar a los manifestantes por lo que varias personas tuvieron que ser atendidas por intoxicación por la Cruz Roja. 

Las imágenes del incendio se viralizaron durante el fin de semana y dieron la vuelta al mundo a través de las redes sociales en las que fueron empleadas como símbolo de multitud de sentimientos de nuestra época: revolución popular, descrédito político, indignación, represión, desestabilización en Latinoamérica…

Sin embargo, la realidad política del país es mucho más concreta, como el hecho de que en realidad el gran grueso de los manifestantes protestaban pacíficamente a un kilómetro de distancia por los mismos hechos y contra Giammattei frente al Palacio Nacional de Cultura.

El detonante de las protestas y la masiva convocatoria del sábado fue el presupuesto del Estado para 2021 que el miércoles aprobó el Congreso guatemalteco de madrugada sin que los diputados tuvieran acceso al mismo. El motivo para hacerlo así es que el presupuesto tiene numerosos claroscuros: aunque sea el más generoso de su historia, con casi 13 millones de dólares, un aumento de más de un millón respecto a 2020, la realidad es que se centra en el tejido empresarial e industrial obviando dramas nacionales como la desnutrición infantil y la pobreza que afecta a casi la mitad de los niños. Además, según informa Infobae, parece ser que algunos analistas dudan que pueda funcionar un proyecto estatal cuando un tercio del presupuesto es financiado por la deuda. 

Por ello, conforme avanzaba la semana y se hacían eco de las futuras protestas, reaccionaba el viernes el vicepresidente Guillermo Castillo pidiéndole la renuncia al presidente Giammattei para “oxigenar” el país. Parecía complicada la petición para el presidente conservador, quien apareció en la escena política en 2017 tras su paso por varios partidos de derechas hasta fundar el suyo propio, Vamos por una Guatemala Diferente, liberal en lo económico pero profundamente conservador en los aspectos más sociales con posturas contra el aborto o el matrimonio homosexual. Algunos también interpretaron el gesto de Castillo, quien también pidió desmantelar el Centro de Gobierno que coordina los catorce ministerios, como una estrategia para ascender al poder. 

Pero parece que el presidente no hizo ningún tipo de caso y así llegaron al sábado con la inestabilidad política más palpable que nunca. A los presupuestos y la terrible semana debería sumársele la pobreza, los huracanes y el ascenso imparable de la COVID con un tasa de 702 por cada 100.000 habitantes. Todo ello junto a una considerada tradición de desfalcos que lo convierten en uno de los seis países más corruptos del continente y con una de las mayores incidencias de desnutrición infantil que afecta hasta a 16 millones de personas. 

Las protestas terminaron con 42 detenidos, las imágenes virales del fuego y de una guillotina que los manifestantes pasearon por las calles y un importante número indeterminado de personas heridas entre las que urge mencionar, según la Procaduría de Derechos Humanos, a un herido que ha perdido el ojo y a otro que tuvo que ser intervenido por hemorragia cerebral. 

Esta semana está plena de tensas expectativas para Guatemala. No solo Giammettei hizo caso omiso sino que ayer domingo invocó la Carta Democrática Interamericana, un mecanismo para proteger las democracias de los países latinos, mientras hablaba de “actos de violencia sistemática en contra de las instituciones nacionales” que conformarían en su discurso “un verdadero golpe de Estado”. Tendremos que estar atentos estos días a las directrices del presidente conservador y confiar en que evitará las derivas represivas que acosan otras naciones.