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¿Pueden cinco sesiones de terapia y un tirón de orejas social ser lo suficientemente ejemplificadoras contra las denuncias falsas y racistas? Photo: Christian Cooper
¿Pueden cinco sesiones de terapia y un tirón de orejas social ser lo suficientemente ejemplificadoras contra las denuncias falsas y racistas? Photo: Christian Cooper

Sobre aves, privilegios y denuncias falsas: ¿Es justo que Amy Cooper no sea juzgada?

El mismo día que George Floyd falleció, una mujer blanca denunció al 911 que un hombre afroamericano la estaba “amenazando” en Central Park, pero era mentira.

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En el sistema judicial, los precedentes son importantes. Una victoria histórica ante los tribunales puede cambiar el destino no sólo de una persona sentada en un banquillo sino mandar un poderoso mensaje a quienes tratan de seguir el mismo camino.

El pasado 25 de mayo de 2020, el país vivió un estremecimiento general que impulsó las posteriores protestas de Black Lives Matter: George Floyd era asesinado en Minneapolis por un agente de policía que hincó su rodilla en el cuello del afroamericano y no atendió a sus súplicas de que no podía respirar. Luego siguieron destapándose otros muchos casos de violencia racial institucionalizada. 

Pero aquel 25 de mayo también fue el día en que empezó a circular por Internet un escandaloso video en que una mujer neoyorquina telefoneaba al 911 denunciando que Christian Cooper, un observador de pájaros que le había llamado la atención por el trato que ésta le estaba dando a su perro, la estaba amenazando. No, no dijo eso. La mujer dijo: “Un hombre afroamericano está amenazando mi vida”. Y volvió a repetir la palabra “negro” en varias ocasiones.

Amy Cooper, la mujer en cuestión, era blanca y estaba haciendo uso de su privilegio. Cometía un delito de denuncia falsa de un incidente, un cargo “menor” pero bastante habitual y que tiene a las personas morenas y negras como víctimas principales en virtud de unos prejuicios tan arraigados a la sociedad como la hierba al Central Park.

Si bien la mujer perdió su empleo y la custodia temporal de su perro y fue criticada muy duramente en esos días, con un gran seguimiento del NYT, el fiscal del distrito de Manhattan, Cyrus R. Vance Jr, decidió llevar a los tribunales a la Sra. Cooper -iba a ser uno de los primeros cargos a los que se enfrentaba un blanco en Estados Unidos por presentar una denuncia falsa (y racista) contra una persona de color. 

A pesar de que, muy legítimamente, Christian Cooper optó por apiadarse de la mujer alegando que ya había apagado un “alto precio”, la acusación prosperó. Al menos fugazmente…

Tolerancia con los intolerantes

El caso penal contra Amy Cooper fue desestimado el martes en una vista celebrada en el Tribunal Penal de Manhattan, informó NYT. 

La fiscal Joan Illuzzi-Orbon pidió al juez que desestimase el delito que se le imputaba a Cooper, que podría haberle llevado a pasar un año en prisión, después de que ésta hubiese asistido a cinco sesiones de terapia que incluía instrucción sobre prejuicios raciales. Y el juez aceptó. 

Según la terapeuta de Cooper, las sesiones fueron “una experiencia conmovedora” y la mujer “aprendió mucho”, dijo la fiscal Illuzzi-Orbon. También dijo que Cooper se había ofrecido a asistir a un programa educativo si se desestimaba el cargo, ya que era su primera detención. 

El acuerdo, sostuvo la fiscal, fue “diseñado no para castigar, sino para educar y promover la curación de la comunidad” y aseveró que la resolución estaba dentro de la justicia reparadora, una alternativa al enjuiciamiento tradicional que busca reconciliar a las partes, incluida también la sociedad. 

Sin juicio ni declaración de culpabilidad, muchos ven en el punto y final de este incidente que tan polémico fue en su momento una solución “desnatada” a las denuncias falsas y racistas que sufren las minorías, además de considerar que la mujer recibió un trato más favorable por ser blanca. 

Entre ellos, la candidata a fiscal del distrito de Manhattan, Eliza Orlins, a la que el anuncio de la desestimación del caso no le sorprendió:

"Así es como el sistema fue diseñado para funcionar: para proteger a los privilegiados de la responsabilidad", dijo en Twitter.

El NYT destacaba un informe publicado por la oficina del fiscal del distrito de Manhattan donde se daba cuenta de que de las 328 personas que fueron remitidas a Manhattan Justice Opportunities, la organización que llevó el caso de Cooper, el 46% eran negras y el 23% hispanas.

La cárcel, como han mantenido muchos defensores de la justicia social desde el inicio de este caso, no parece ser la respuesta; sin embargo, tal vez sea deseable replantear qué ocurriría si hubiese sido al contrario. 

Christian Cooper tuvo compasión con su agresora, le dolió su racismo pero también dijo que “su vida no necesitaba ser destrozada”. 

Quizás la empatía y el perdón de un sencillo observador de aves no sea argumento suficiente para que los intolerantes entren en razón, ni tampoco compense el daño causado. 

Pero ojalá todo el mundo mirase con perspectiva, “a vista de pájaro”, y no sólo desde su posición de privilegio y prejuicios. 

La justicia debería ser justa para TODOS.

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