Hablar de identidad es bastante complejo; es entrar a un territorio espinoso. Son muchos los elementos que nos definen como personas. Pero si hablamos de nuestros orígenes, la búsqueda identitaria pasa por nuestras raíces étnicas, culturales, idioma, etc.

Esta semana, la reconocida abogada y abanderada defensora de la comunidad Latina en Estados Unidos, Natasha Lycia Ora Bannan, ha explicado que sus raíces biológicas no tienen nada que ver con Latinoamérica. 

De ascendencia italiana, judía, rusa y de padres nacidos en Estados Unidos, la abogada se ha identificado como una mujer puertorriqueña de Nueva York. Explica que su vínculo emocional con Puerto Rico proviene de su familia ‘adoptiva’. Bannan se crió con la familia de su padrastro y es con ellos con quien forma su carácter e identidad. 

Sentir admiración, respeto y “un vínculo especial” por una cultura en particular, a pesar de no ser descendiente ni compartir esa herencia cultural, no es lo mismo que ser parte de esa cultura.

De un tiempo acá,  venimos oyendo noticias que implican problemas  o ‘confusiones’ sobre la identidad de algunos personajes públicos. Hace una semana escuchábamos el caso de Hilaria Baldwin, quien se vio en la obligación de explicar sus orígenes después de que en redes se  expusiera que había nacido en Boston y no en España. 

En el mundo académico también ha sucedido, los casos de  Jessica Krug o Rachel Dolezal, sonaron mucho en los últimos años. Las dos mujeres blancas que se reconocían frente a la comunidad académica como afrodescendientes, y que desde ese posicionamiento han construido sus carreras. 

En cada caso, la “identidad” con la que se presentan estas mujeres funciona como una herramienta para beneficio personal. Y aunque el camino de encontrarse con los orígenes nunca es fácil ni está determinado únicamente por el país en el que nacemos, hay que reconocer que, como mujer blanca, Bannan está  tomando oportunidades destinadas a las mujeres latinas. Si ya la comunidad latina está subrepresentada en muchos espacios, su participación desde su posición de mujer blanca no colabora con el cambio de paradigma hacia la inclusión y representación real de la comunidad.