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La Iglesia Shrine of the Black of Madonna, en la zona oeste de Detroit. Photo: Detroit Free Press. 
La Iglesia Shrine of the Black of Madonna, en la zona oeste de Detroit. Photo: Detroit Free Press. 

El Mesías Negro que descolonizó el merchandising supremacista cristiano

Durante el movimiento por los derechos civiles, un reverendo de Detroit proclamó: “Jesús es negro” y liberó los rezos de blanquitud.

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Medio millón de soldados latinos, 1,2 millones de afroamericanos y 25.000 nativo americanos sirvieron en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando no esquivaban el fuego enemigo, quienes eran cristianos oraban por volver sanos y salvos a casa empleando unas estampitas que repartía el Ejército de Salvación y la YMCA a través de la USO. 

Estos millones de tarjetas fabricadas al por mayor no sólo se distribuyeron entre los soldados sino por todo el mundo y formaban parte del proyecto “Christ in Every Pulse" (Cristo en cada bolso), que había impulsado el entonces presidente Dwight Eisenhower y el pastor de la familia Trump, Norman Vincent Peale. 

Ahora volvamos al campo de batalla: imaginemos de nuevo a esos militares que dieron su vida por una patria que los segregaba y que se encomendaban a un Cristo blanco y rubio, alguien que de ninguna manera se parecía a ellos -ni tampoco a ningún nacido en lo que hoy es Oriente Medio.

Una imagen religiosa que encarnó a un Dios global y que, mucho antes de la eclosión de BLM y la demolición de estatuas confederadas, iba a estar en el centro de un revolución por la justicia racial. Ocurrió en la década de 1960’-no podía ser de otra forma.

Jesús y la globalización

Lo han debido ver reproducido unas mil millones de veces y llegó a definir el aspecto de la figura central del cristianismo, con sus apacibles ojos azules posados en el cielo y su rostro pálido y alargado. Es “La Cabeza de Cristo” de Warner E. Sallman, un artista comercial e ilustrador religioso de Chicago que pintó la imagen por primera vez en 1924 como un boceto al carboncillo para la revista de jóvenes de la Swedish Evangelical Mission Covenant  The Covenant Companion en 1924.

Con ella Sallman pretendía  transmitir “una sensación muy similar a la imagen de una foto escolar o profesional de la época, haciéndola más accesible y familiar para el público”, explicó a Broadview Tai Lipan, el director de la galería de la Universidad Anderson de Indiana que alberga la colección Warner Sallman desde la década de 1980.

La imagen se hizo tan popular que no sólo se le encargó al artista que crease un cuadro basado en su dibujo, sino que Sallman vendió el original a una editorial religiosa, Kriebel and Bates, y empezó a imprimirse en tarjetas de oración que circulaban tanto en iglesias católicas como protestantes y evangélicas, blancas y negras. Para luego producir todo tipo de merchandising, como relojes, lápices, marcapáginas…

Llegó un momento en que se convirtió en la “verdadera” cara de Jesús, eclipsando a esas otras imágenes que existían hasta el momento y en las que la gente había representado a Cristo como miembro de su grupo étnico o su cultura. 

Sin embargo, muchas personas, especialmente pertenecientes a minorías, no veían ni lógico ni realista tener que rezarle a este caucásico hijo de Dios y de la globalización, que con el tiempo sería calificado como “la obra de arte americana más conocida del siglo XX”.

(Dcha) Albert Cleage dando un discurso. Photo: Alchetron.

El Mesías Negro

Los activistas del BLM no fueron los primeros que criticaron este Cristo nórdico como un ejemplo de supremacía blanca. Durante el movimiento por los derechos civiles, pastores y activistas reaccionaron con furia ante una imagen que se negaban a consagrar. 

Entre ellos, Malcolm X, quien criticó que el cristianismo era una “religión de blancos” y se dirigió a sus fieles desde el púlpito para decirles que “¡el hombre blanco nos ha lavado el cerebro a los negros para que fijemos nuestra mirada en un Jesús de pelo rubio y ojos azules! Estamos adorando a un Jesús que ni siquiera se parece a nosotros!... El hombre blanco nos ha enseñado a gritar y cantar y rezar hasta que nos muramos, a esperar hasta la muerte, por algún cielo de ensueño en el más allá, cuando estemos muertos, mientras este hombre blanco tiene su leche y su miel en las calles pavimentadas con dólares de oro aquí mismo en esta tierra".

Por la misma época y fundada por James H. Cone en 1966, la teología de la liberación negra animaba a los feligreses afroamericanos a amar su propia negritud en un país de un racismo endémico en tanto que intentaba conciliar el cristianismo y el poder negro, la no violencia de Martin Luther King Jr y la beligerancia de Malcolm X.

Si Cristo, decían, vino a liberarnos de nuestra opresión, por fuerza tenía que ser alguien a nuestra imagen y semejanza. Y empezaron a descolonizar progresivamente sus espacios religiosos, incluidas las imágenes del Jesús europeo. 

El reverendo B. Cleage Jr, un pionero al proclamar desde su iglesia en Detroit que Jesús era tan negro como sus fieles, vivió gran parte de su juventud con la contradicción de tener una piel demasiado clara. Su padre había sido un médico prominente en Detroit -fue designado “médico de la ciudad” por el alcalde en 1930.

Graduado en Sociología, Teología y con estudios en cine -quería rodar películas religiosas, pero al tiempo desistió-, Cleage fue pastor en diversas iglesias en Kentucky, San Francisco y Springfield (Massachusetts), hasta que regresó a Detroit en 1951 para servir en la misión St. Mark’s Community Church. Pero diversos líderes blancos de la iglesia se opusieron al modo en que dirigía su congregación negra y se marchó con sus fieles para fundar la que con los años pasaría a ser la Central United Church of Christ, muy enfocada en el liderazgo político y la asistencia a los pobres. 

Si bien al principio Cleage estaba en el bando del reverendo King y su idea de la no violencia y la integración, criticó duramente la participación de los blancos en la Marcha hacia la Libertad de 1963 en Detroit y empezó a simpatizar cada vez más con el nacionalismo negro de Malcolm X, llegándose a presentarse como candidato a gobernador de Michigan y convirtiéndose en editor de un semanario que circulaba por los barrios afroamericanos de la ciudad. 

“¡El hombre blanco nos ha lavado el cerebro a los negros para que fijemos nuestra mirada en un Jesús de pelo rubio y ojos azules!", Malcolm X. 

Pero no fue hasta 1967 cuando comenzó a despuntar por su radical reinterpretación de las enseñanzas de Jesús, iniciando el Movimiento Nacional Cristiano Negro e instalando en su iglesia, que tres años después rebautizó de nuevo como Iglesia Cristiana Ortodoxa Panafricana, un cuadro de una Virgen negra que sostenía al niño Jesús. 

Convencido de que la comunidad debía conocer su historia africana, surgieron más santuarios idénticos en Kalamazoo, Atlanta y Houston, y Cleage también cambió su nombre al de Jaramogi Abebe Agyeman -”salvador” en suajili. Su misión era tanto ayudar al progreso económico y educativo de los fieles como reescribir la Biblia como un libro realmente sagrado para los afroamericanos. Y, sobre todo, la figura de Cristo.

Cuando en 1968 Cleage publicó The Black Messiah, lo que Cleage hizo fue presentar a Jesús como una especie de Malcolm X de su época, un líder revolucionario y negro que debía salvar a sus hijos, ya que bajo su guía y protección podrían resolver todos los problemas políticos y económicos que los atenazaban. 

Hoy, a la luz de los nuevos tiempos, la imagen de estos Black Jesus presentes tanto en Detroit como en otras ciudades conforman un espejo para una comunidad cuyos referentes no se resisten a ser blanqueados. También han surgido artistas, nuevas recreaciones religiosas ajustadas a las particularidades étnicas de sus fieles  e incluso una sitcom que se estrenó 2014.

Todo pueblo tiene derecho a su propio espejo de divinidad y colonizar la espiritualidad es una de las formas reaccionarias de sometimiento y violencia. Amén.