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Brujo de La Mancha, Executive Director of Ollin Yoliztli Calmecac. Photo: Samantha Laub / AL DÍA News
Brujo de La Mancha, Executive Director of Ollin Yoliztli Calmecac. Photo: Samantha Laub / AL DÍA News

Conversar con Trump sería “una pérdida de tiempo”

"Brujo de la Mancha" es el cofundador de Ollin Yoliztli Calmecac, una organización dedicada a promover la historia y cultura indígena de México en la comunidad…

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Llamarlo por su nombre de pila –Francisco Javier Hernández Carvajal– es una formalidad que no disfruta tanto como cuando lo llaman por el de su alterego, “Brujo de la Mancha”; mote que adquirió trasegando por las calles de su natal Ciudad de México y las de Filadelfia.

Este inmigrante mexicano, que ha vivido la mitad de su vida en Filadelfia (tiene 40 años) es eso: parte brujo y parte quijote; un loco de remate en una sociedad en la que los cuerdos son los llamados a seguir  (sin garantía alguna) los cánones del éxito y los buenos modales.

“Brujo” no hizo ni lo uno ni lo otro. Llegó a Filadelfia en 1998 halado un poco por el amor y la oportunidad. El amor lo abandonó muy pronto, pero la oportunidad se quedó con él incluso en los momentos más difíciles: fue habitante de calle, le tocó comer lo que otros dejaban, ha estado “desempleado” en varias veces ocasiones, pero nunca perdió la oportunidad de desarrollar su carrera como artista multifacético.

Brujo es autodidacta: hace fotografía, perfomance, danzas ancestrales, esculpe, pinta y, sobre todo, enseña. Es el director ejecutivo y artístico de Ollin Yoliztli Calmecac, una organización dedicada a reconstruir la memoria y lengua histórica de los pueblos indígenas de México; y desde donde “Brujo” y su equipo le hacen un aporte cultural invaluable a Filadelfia y Estados Unidos.

¿Qué es un inmigrante americano?

Para mí, ser un inmigrante americano no significa nada realmente, porque si pienso en mis raíces, en el pueblo del que soy parte, entonces mi familia estuvo aquí antes de que que se crearan las fronteras. El problema es que gente como mis antepasados o los nativos del territorio americano –me refiero al continente no a Estados Unidos– cuando venimos pasamos a ser ilegales, siendo que somos entre el 50 o 75% del pueblo indígena de este continente.

Eso tiene que ver con esa idea de clasificarnos como hispanos o latinos. Cuando uno está en México, es mexicano; [así como] el que está en Perú, es peruano. Si hablamos de hispanos o de latinos, pues nos referimos a gente de Europa: españoles, portugueses, franceses, italianos. Esos son los verdaderos hispanos o latinos.  

¿Cuántos de los que viven en South Philly son nativos (indígenas) de México y se ven obligados a decir que son hispanos o latinos aun cuando su primera lengua es el nahuatl, no el castellano?

En otras palabras, la campaña de AL DÍA es buena, pero [lo cierto] es que mi familia ya estaba aquí mucho antes de que hubiesen creado el “problema [de la inmigración]”.

¿Cómo fue el primer momento en que se sintió como en casa aquí en Estados Unidos?

Todo el continente es mi hogar. Filadelfia ha sido mi hogar durante los últimos 20 años, pero tal y como le dije a alguien que me hizo una pregunta parecida: “Si no nací en Filadelfia, tampoco tengo que morirme acá”. Yo amo a esta ciudad, pero eso no significa que tenga que quedarme aquí para siempre.  

Hogar es el lugar donde te sientes a salvo. Yo me siento bien aquí, pero también me quiero ir. Para mí, un hogar tendría que ser un lugar donde no tuviera que lidiar con lo que llaman “el problema de la inmigración” o con ser discriminado por algo que no hice. [Frente a eso] los mexicanos tenemos un dicho: “Yo no crucé la frontera, la frontera me cruzó a mí”.

“Ser un inmigrante americano no significa nada realmente, porque si pienso en mis raíces, en el pueblo del que soy parte, entonces mi familia estuvo aquí antes de que que se crearan las fronteras”
 
¿Cuáles son las contribuciones más importantes que los inmigrantes hacen a nuestra sociedad?

¿Cuáles son los aportes de la gente que viene de sur y Centroamérica? Pues sus manos, su trabajo. Cuando llegué a Filadelfia en 1998, la ciudad lucía como una zona de postguerra: había muchas casas abandonadas y a punto de caerse. En el curso de unos siete años, empecé a ver cómo a medida que llegaban los mexicanos, muchas casas fueron remodeladas.

Filadelfia sería la misma de hace 20 años si no fuera por los mexicanos que, por 7 u 8 dólares la hora, reconstruyeron muchas casas.

Pero también hay otro tipo de aportes. Gente que, como yo, trabaja en las escuelas enseñándole a las nuevas generaciones sobre las culturas indígenas y mexicana.

Tenemos los negocios en el sur de Filadelfia, que ya no se llama Italian Market sino que se parece más a La Merced, una plaza de mercado de Ciudad de México.

Si Donald Trump estuviera frente a usted, ¿qué le diría para demostrarle que usted es tan valioso como cualquier otro ciudadano?

Le diría que lo amo. Es que necesita amor, es un hombre miserable. Cuando eres ignorante, lo único que creas es miseria.

Pero ¿cómo lo convencería de que usted es tan importante como cualquier otra persona de este país?

Yo no tengo nada que decirle. Puede llamar al Pennsylvania Council on the Arts y preguntar por mí, pero yo no tengo que demostrarle nada. En otras palabras, [esa conversación] sería una pérdida de tiempo.