Quienes alguna vez asistieron a los cursos de Juan Gómez Quiñones lo recuerdan como toda una institución en la historia del colectivo chicano y alguien capaz de despertar pasiones entre sus estudiantes y una curiosidad por conocer la propia herencia cultural, que raramente tiene visibilidad en los medios ni en la educación secundaria.

El columnista de LA Times Gustavo Arellano recordaba haber asistido a sus clases en 2002 y entusiasmarse cuando el profesor Gómez Quiñones leyó el programa:

"Sus grandes gafas y su grueso bigote hacían que el profesor pareciera más un amable jubilado que el altísimo intelectual del que sus amigos habían hablado. Andaba por la cavernosa aula de Knudsen Hall mientras los estudiantes entraban, luchando por ponerle un micrófono de solapa en el cuello. Con una voz baja y monótona, Gómez Quiñones leía el programa de estudios con todo el entusiasmo de una silla," escribió Arellano.

El periodista añadió que el profesor ya era famoso entre generaciones de estudiantes chicanos y que tanto él como sus compañeros de clase se daban cuenta de lo que Gómez estaba "desarrollando en nosotros".

"Nos enseñó a enorgullecernos de lo que los mexicanos y mexicoamericanos habían logrado en las Américas. Su copioso uso de clips de películas - todo desde La Dimensión Desconocida a El Tesoro de la Sierra Madre hasta un videojuego de Toy Story - mostró cómo los americanos habían demonizado a los mexicanos durante mucho tiempo", concluyó.

A Gómez Quiñones sus seguidores lo llamaban "GQ". Murió a los 80 años, el pasado 11 de noviembre de una insuficiencia cardíaca en su casa de Pacific Palisades. Pero su legado en el ámbito de los estudios étnicos y su inmenso conocimiento de la historia y la cultura chicana logró cambiar el pensamiento de muchos y los expoleo hacia la lucha por los derechos civiles y el orgullo comunitario.

Juan Gómez Quiñones nació en Chihuahua, México, pero emigró junto con su familia a Boyle Heights cuando era niño. Se graduó en la Escuela Secundaria Cantwell en Montebello, y luego fue a la UCLA. Hasta que consiguió su doctorado, trabajó como camionero para pagarse los estudios. 

En sus clases en UCLA, animaba a los estudiantes a que liderasen las huelgas que se estaban produciendo en las escuelas del Este de Los Ángeles, en 1968. También puso su grano de arena en la creación del Plan de Santa Bárbara, clave en el desarrollo de los estudios chicanos y en el Movimiento Estudiantil Chicano de Aztlán (MEChA).

También ayudó a exalumnos a impulsar escuelas charter, colaboró en las juntas del Fondo Educativo y de Defensa Legal Mexicoamericana y en el sistema de Cal State.

Amigo por igual de trabajadores y académicos, en un ensayo de 1974, Gomez Quiñones escribió: "Hay una potencial doble alienación de la comunidad chicana y/o la universidad y la sociedad. Sin embargo, la necesidad de la experiencia técnica chicana y la necesidad de más análisis chicano son necesidades primarias para el futuro de la comunidad chicana".

Incluso los estudiantes que no eran chicanos fueron influidos por su magnética personalidad y sus iluminadoras clases. Como Revel Sims, quien ahora es profesor en la Universidad de Wisconsin-Madison y le dijo a Arellano y que GQ "tenía todo de gente en sus clases - jugadores de fútbol, radicales chicanos, gente nerd, y luego un poco de gente blanca como yo. Y al principio todos nos preguntamos: '¿Quién es este tipo?' Pero nos aferramos a cada una de sus palabras".