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WASHINGTON, DC - ENERO 08: El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, concluye sus declaraciones después de hablar desde la Casa Blanca el 8 de enero de 2020 en Washington, DC. (Foto de Win McNamee/Getty Images)
WASHINGTON, DC - ENERO 08: El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, concluye sus declaraciones después de hablar desde la Casa Blanca el 8 de enero de 2020 en Washington, DC. (Foto de Win McNamee/Getty Images)

Crisis con Irán: el juego de las retaliaciones incongruentes

Entre contradicciones y declaraciones huecas, Trump baja el tono contra Irán.

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El escenario tras el asesinato del General Qassem Suleimani en manos de un dron estadounidense era uno de los más peligrosos en los últimos años.

Funcionarios militares y de inteligencia habían determinado la ubicación de Suleimani y, tras advertir un posible ataque por parte de Irán, ofrecieron una serie de opciones al presidente Trump, quien escogió la más peligrosa de todas: eliminar al General.

Sin embargo, los detalles de la operación siguen estando incompletos para el conocimiento público.

Si bien seguirle la pista a Suleimani había sido una prioridad para las agencias militares tanto estadounidenses como israelíes desde hace mucho tiempo, la posibilidad de asesinar a uno de los hombres más poderosos del Oriente Medio era una opción que todos sacaban del tablero, precisamente por miedo a la retaliación del gobierno de Teherán y de las milicias entrenadas y desplegadas por varios territorios bajo el comando del General.

Tan sólo días después de su muerte, una decena de misiles iraníes cayeron sobre bases estadounidenses en Irak, obligando a la comunidad internacional a preguntar a la administración Trump cuál era la estrategia.

Al parecer, no existe alguna.

Desde el inicio de su gobierno, Trump prometió traer de vuelta a las tropas desplegadas en el Oriente Medio, pero la situación con Irán ha hecho que se deban enviar más soldados a la región.

Mientras el Departamento de Estado auguraba una “aminoración” de la situación, el presidente estadounidense aumentaba sus amenazas en Twitter contra Irán, incluso asomando la posibilidad de destruir sitios culturales en el país, lo que implicaría un crimen de guerra.

El ataque contra Suleimani, en sí mismo, no parecía tener un argumento sustentable detrás, pues mientras funcionarios de la administración aseguraban que eliminarle era una manera de “prevenir un ataque inminente que pondría en riesgo miles de vidas estadounidenses”, nadie podía encontrarle sentido a una acción que avivaría precisamente esas posibilidades.

“El mensaje ha sido simplemente horrible”, dijo David Lapan, ex portavoz del Departamento de Seguridad Nacional, al New York Times. “Ha estado muy disgregado. En un momento en que se tiene algo tan serio, se necesita una comunicación clara y, en cambio, lo que hemos recibido ha sido una comunicación contradictoria y confusa de una administración que ya sufre de déficit de confianza”.

Intentando precisamente esclarecer un poco la situación, el presidente estadounidense ofreció una rueda de prensa este miércoles que, para sorpresa de pocos, estaba minada de inexactitudes.

Tras asegurar que ningún estadounidense había sido herido en el contraataque iraní, Trump dijo: “Parece que Irán se está retirando, lo que es muy bueno para todas las partes interesadas y muy bueno para el mundo”.

Pero realmente lo que hizo Irán fue reaccionar manteniéndose apegados a la ley internacional, intentando voltear el tablero contra Trump.

En una entrevista con Fred Pleitgen, corresponsal internacional de CNN, el Ministro de Relaciones Exteriores de Iran, Javad Zarif, aseguró que Trump “está demostrando a la comunidad internacional que no tiene respeto alguno por la ley internacional”.

Zarif denunció que Estados Unidos había “violado la soberanía de Irak”, “las emociones del pueblo” y que, con el asesinato de Suleimani habían caído en “terrorismo de estado”.

“Es un acto de agresión contra Irán, y equivale a un ataque armado contra Irán, y responderemos. Pero responderemos proporcionalmente, no desproporcionadamente, porque estamos comprometidos con la ley”, agregó el Ministro. “Somos personas respetuosas de la ley. No somos anárquicos como el presidente Trump.”

Podemos decir ahora que uno de los logros más grandes de Donald Trump es hacer que un régimen como el de Irán suene diplomáticamente coherente por comparación.

A pesar de los esfuerzos del Secretario de Estado, Mike Pompeo, de defender el ataque ante los medios –esfuerzos que, para algunos, le han transformado en “el Secretario de Estado más poderoso en décadas”– entender cómo asesinar a uno de los hombres más peligrosos e influyentes en el ala extremista islámica del Medio Oriente puede, en efecto, ser algo positivo.

El tiempo dirá si el remedio será mejor que la enfermedad.