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Manifestantes llevan pancartas e imágenes del General Qasem Soleimani, asesinado por el gobierno estadounidense el 3 de Enero del 2020. Fuente: EFE.
Manifestantes llevan pancartas e imágenes del General Qasem Soleimani, asesinado por el gobierno estadounidense el 3 de Enero del 2020. Fuente: EFE.

Breve resumen del conflicto entre Estados Unidos e Irán

Tras el retiro de Estados Unidos del Acuerdo Nuclear con Irán, el gobierno de Donald Trump se halla ahora en el medio de un conflicto diplomático a punto de…

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La Administración Trump vuelve a alborotar el avispero de la diplomacia internacional e insiste en coquetear con un conflicto nuclear.

De nada han servido las conversaciones fracasadas con Corea del Norte y la reanudación de la actividad armamentística en la península, pues ahora la tensión aumenta en el Medio Oriente.

Después de que el gobierno estadounidense se retirara en mayo del 2018 del acuerdo nuclear con Irán, y volviera a imponer sanciones a Teherán en noviembre, la postura diplomática de los asesores presidenciales se ha afilado aún más.

Hace tan sólo tres meses, el asesor de seguridad nacional, John Bolton, envió un vídeo amenazador al líder del país árabe, Ayatollah Khamenei, asegurando que no le quedarían “muchos aniversarios por disfrutar”.

Para agravar los males, el pasado domingo cuatro camiones cisterna fueron boicoteados frente a los Emiratos Árabes Unidos, y países enemigos de Irán le acusaron de la provocación.

Tanto Trump como Khamenei han hecho comentarios públicos echando leña al fuego, amenazándose mutuamente sobre una “derrota inminente” si el asunto llega a conflicto armado.

Esta semana, sin embargo, tanto el Secretario de Estado Mike Pompeo como voceros de Teherán han bajado el tono asegurando que ninguno de los lados está interesado en llegar a esos extremos.

Para guardarse las espaldas, la Administración ordenó una “evacuación parcial” del equipo en la embajada del país vecino, Irak.

¿Cómo llegamos hasta aquí?

A pesar del protagonismo que ha adoptado el gobierno de Trump en el quiebre de relaciones con Irán, estas no han sido del todo buenas desde la Segunda Guerra Mundial.

Durante la década de 1940, Irán fue víctima de la invasión del Reino Unido y de la Unión Soviética, quienes estaban respaldados por Estados Unidos. Sin embargo, el nuevo espíritu diplomático del mundo tras el sangriento conflicto trajo a ambos lados a la mesa de negociación.

La frágil alianza se rompió definitivamente tras la Revolución Iraní en 1979, que sumergió a la nación bajo el yugo de un régimen teocrático.

El 4 de noviembre de ese año, el grupo revolucionario de Estudiantes Musulmanes Seguidores de la Línea del Imán respondió a la decisión del presidente Jimmy Carter de proteger al antiguo Shah (líder) ocupando la embajada de Estados Unidos de Teherán y secuestrando a 52 diplomáticos estadounidenses durante 444 días.

El gobierno de Carter respondió con la llamada Orden Ejecutiva 12170 y congeló hasta 12 mil millones de dólares en activos iraníes, algunos de los cuales permanecen suspendidos hoy en día.

De allí surge la cadena de sanciones económicas por parte de Estados Unidos, impuestas principalmente en 1995 por el presidente Bill Clinton, y que incluyen compras iraníes de alimentos, repuestos y productos médicos, así como compras estadounidenses de alfombras y alimentos.

El presidente George Bush continuó estas sanciones bajo la Ley de Sanciones de Irán (ISA) que fue renovada por 10 años más en diciembre del 2016.

El conflicto se vuelve armado

Aún cuando las relaciones entre ambos países están enmarcadas en conflictos económicos, la violencia ha sido siempre parte de ellas.

La participación de Estados Unidos en la guerra entre Irán e Irak en los años ochenta, la asociación del grupo terrorista Hezbollah con el régimen iraní y el intento del presidente Ronald Reagan por reanudar las relaciones a través de venta de armas – y su consecuente escándalo Irán Contra – complicaron mucho más el asunto.

Tras los ataques del 11 de septiembre del 2001, Estados Unidos radicalizó su postura anti-islámica, y el presidente iraní Mohammad Khatami tendió la mano al país americano para luchar juntos contra el régimen Talibán en Afganistán.

Pero el discurso del presidente Bush ante las Naciones Unidas un año después de los ataques al World Trade Center, rompieron nuevamente las relaciones, después de que catalogara a Irán, Corea del Norte e Irak como “el eje del mal”.

Una escalada nuclear

El desarrollo de la tecnología armamentística de Irán a través del enriquecimiento de uranio detonó una alerta internacional ante el riesgo de una crisis nuclear.

El programa nuclear de Irán, expuesto como un supuesto “plan energético” del país árabe, conllevó a que los miembros permanentes de las Naciones Unidas esbozaran un acuerdo multilateral que impidiera el surgimiento de una nueva potencia nuclear.

A partir del 2006, Estados Unidos ha acusado a Irán de instigar a grupos terroristas como Al-Qaeda en Irak, ha impuesto nuevas sanciones contra sus instituciones e incluso llevó a cabo una redada en la embajada iraní de Irak.

Durante el gobierno de Barack Obama, ambos países intentaron acercarse diplomáticamente, decantando en el levantamiento de sanciones después de la firma del Plan de Acción Conjunto y Completo en el 2015, un pacto que contemplaba el desarme nuclear total Irán.

Ahora, bajo la Administración Trump, Estados Unidos ha roto con el acuerdo que ayudó a fundar.

Belicismo en el Golfo

En Junio del 2019, dos explosiones paralizaron dos buques petroleros en el Golfo de Omán, un pasaje vital para un tercio del petróleo mundial, según reportaban los medios en el momento.

Las imágenes de una embarcación en fuego, con más de la mitad de la estructura destruida, dieron argumentos al Secretario de Estado Mike Pompeo para acusar a Teherán del ataque.

Investigaciones posteriores determinaron que el asunto tenía más que ver con intereses de un jeque iraquí y en el cabildeo económico de algunos en la región para derrocar al gobierno de Irán.

El 2020 empieza con una nueva escalada de tensiones

Durante las últimas semanas del 2019, un civil estadounidense falleció después de que Irán atacara con misiles una base iraquí, dejando múltiples miembros del servicio militar de Estados Unidos, según reportó el New York Times.

A pesar de que no se pudo determinar quienes eran los responsables del ataque, miembros de las fuerzas estadounidenses en el territorio habían recibido amenazas tanto de milicias respaldadas por Irán como de algunos focos rezagados del Estado Islámico.

La decisión previa de Estados Unidos de imponer sanciones en Irán para evitar que su fuerte presencia militar en las fronteras árabes se mantuviera, así como para intentar debilitar su desarrollo armamentístico nuclear, parecía no haber dado los resultados esperados sino más bien todo lo contrario.

Asimismo, el abandono de la frontera norte de Siria por parte del presidente Donald Trump dejó la puerta abierta para la masacre de miles de militantes kurdos, apoyados fuertemente por el gobierno de Teherán.

La consecuencia fue la escalada de tensiones durante los últimos meses que ahora parece haber llegado a un punto de no retorno con el asesinato del comandante de inteligencia iraní más importante en la escala de poder del país, el Mayor General Qassim Suleimani, quien perdió la vida en un ataque con drones autorizado por Trump el 3 de enero.

Suleimani era el militar de más alto rango en Irán y era considerado una figura diplomática sumamente importante, en especial por su liderazgo en el Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos.

Su asesinato, junto con varios oficiales de las milicias iraquíes respaldadas por Irán, se llevó a cabo “cuando un avión teledirigido estadounidense MQ-9 Reaper disparó misiles contra un convoy que salía del aeropuerto”, reportó el New York Times.

“El general Suleimani fue el arquitecto de casi todas las operaciones importantes de la inteligencia y las fuerzas militares iraníes en las últimas dos décadas,” agrega el medio, “y su muerte fue un golpe asombroso para Irán en un momento de conflicto geopolítico arrollador.”

Por su parte, el liderazgo de Teherán, encabezado por el líder supremo Ayatollah Ali Khamenei, publicó un comunicado en el que llamaron a tres días de luto público y una consecuente retaliación.