Hilda Krüger, la espía nazi que enamoró a las élites mexicanas
Apoyada por Goebbels, el ministro de Propaganda de Hitler, la actriz alemana a la que Hollywood nunca amó fue enviada a México para reunir apoyo en la invasión…
Hilda Krüger pudo haber sido una Marlene Dietrich, pero ni en su Alemania natal ni en el Hollywood de los años 30’ hubo nadie que valorase su talento en el escenario, pese que a llegó a casarse con influyentes empresarios norteamericanos en su carrera hacia el éxito.
Así que Hilda tuvo que hacerse a la idea de que más que una estrella había nacido estrellada, aunque hubo quien sí la valoró, el pujante partido nazi.
"Era mala actriz y tuvo papeles mediocres. Goebbels la promovió en esa época. Fue a Estados Unidos con su venia para hacer papeles menores, pero luego se decide que su rol era más importante en México", cuenta a BBC el historiador Juan Alberto Cedillo, autor de Vida y obra de una espía nazi en México.
Interpretando el papel de “patriota”, que se le daba bastante mejor, Krüger, una belleza de la época, desembarcó en el país latinoamericano con una misión muy clara impuesta por los nazis:
Obtener el apoyo de las élites políticas mexicanas para que Alemania pudiera acceder al abundante petróleo del país y otros recursos naturales que podrían ser esenciales para invadir la Unión Soviética por tierra.
Hilda Krüger logró encandilar con su belleza y su don de gentes a varios secretarios de Estado y a gente muy influyente de la política y la economía del país.
"Consiguió favores para el acceso a recursos estratégicos como el mercurio. Así ayudó a que se generase contrabando a favor de Alemania. También pasó informaciones militares sobre los movimientos de Estados Unidos", cuenta Cedillo.
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El historiador también apunta que la espía sabía hacerse la tonta y jugaba su papel de rubia con autoridades y empresarios pero “era muy inteligente” y logró escalar hasta los niveles más altos en su búsqueda de favores para el Tercer Reich, sobre todo entre el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Mientras que México estableció conexiones con los nazis a través de Hilda Krüger, otros muchos países latinoamericanos no permitieron que los hombre de Hitler tuvieran acceso a sus materias primas.
Pero, ¿por qué México? ¿Únicamente se trató de la convicción, la belleza y el carisma de una actriz reconvertida en embajadora nazi?
El resentimiento de los mexicanos con Estados Unidos tras la invasión de mediados del siglo XIX y el boicot ejercido por norteamericanos y británicos a su riqueza de hidrocarburos jugó muy a favor de los planes expansionistas de Hitler. Y en este contexto, Hilda Krüger, quien pudo ser el “ángel azul”, le dio la vuelta a la frase mítica de su tocaya Marlene Dietrich:
“En política hay que sanar los males, jamás vengarlos”. Y también: “Soy una mala influencia”.
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