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Marc Bassets, ex jefe de la delegación de El País en Washington DC, a la salida del Congreso Nacional Demócrata (DNC) en Filadelfia, en agosto de 2016. Foto: M.B 
Marc Bassets, ex jefe de la delegación de El País en Washington DC, a la salida del Congreso Nacional Demócrata (DNC) en Filadelfia, en agosto de 2016. Foto: M.B 

"Para mi vecina, viajar a un pueblito de Ohio era como viajar a un lugar exótico”

El periodista español Marc Bassets, ex corresponsal jefe de El País en Washington DC, presenta un libro en el que mezcla la crónica de viaje y el relato…

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Tuve la suerte de conocer a Marc Bassets en Berlín en el año 2006, cuando él era corresponsal del diario español La Vanguardia en Alemania, y yo aún dudaba si ser o no periodista.  Para convencerme, Bassets me dio dos consejos. Primero: “lee prensa americana, sobre todo el New Yorker” (de acuerdo, pasó un tiempo hasta que logré terminar un artículo entero). Segundo: “si puedes, escribe libros. Los artículos y reportajes son efímeros, pero los libros no”.

Once años después, Marc Bassets, ex corresponsal en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington, primero para La Vanguardia y después para El País, decidió llevar a cabo el segundo consejo y atreverse con su primer libro: “Otoño Americano” (Elba, 2017),  un ensayo de no ficción donde el autor ha querido hacer un retrato social de EE. UU después de los seis años vividos en el país.   

“Históricamente, el otoño suele ser un momento intenso en EE. UU., cuando ocurren cosas”, explicó Bassets durante la presentación de su libro en Barcelona, el pasado 21 de noviembre. Y su libro, precisamente, se concentra en dos otoños muy intensos que le tocó vivir como periodista: el otoño de 2008, cuando en un EE.UU, hundido en una crisis económica total, aparece el “Yes, we can”, la inspiradora campaña del candidato presidencial Barack Obama, que tiene como mensaje “que los EE.UU y el mundo entero pueden cambiar”, comentó Bassets, emocionado. Y el otoño de 2016, marcado por la victoria electoral del candidato republicano Donald Trump. “Por primera vez, en un país multilingüe y diverso como EE. UU., con estados como California, donde la proporción de población hispana está a punto de superar a la población de raza blanca, alguien hacía una campaña electoral abiertamente racista”, explicó el que fue responsable de la delegación de El País en Washington hasta principios de este año.

Dividido en dos secciones – los años Obama y el año de Trump – “Otoño americano” recopila una serie de crónicas periodísticas en las que el autor huye de la crónica política y recurre al reporterismo y la crónica de viaje en primera persona para explicar la realidad americana. En el capítulo “Fábricas”, por ejemplo, Bassets cuenta su visita a Indianápolis poco después de que el fabricante de aparatos de aire acondicionado Carrier anunciase que trasladaba la producción a México, en febrero de 2016. “Los portavoces de Carrier no querían hablar conmigo. Me enviaron un comunicado en el que justificaban la decisión del cierre porque los proveedores y competidores también habían emigrado a México, y por motivos de costes. Dawn Martin cobraba 22 dólares la hora; los trabajadores mexicanos cobrarían entre tres y seis … Perder el trabajo podía significar, para Martin, quedarse sin seguro médico”.

“He intentado explicar el país no mirando a los políticos, sino a los ciudadanos”, dijo Bassets, defensor de que el buen periodista debe intentar salir de su entorno habitual - los corresponsales suelen residir en Washington o Nueva York – para comprender mejor la sociedad, y sobre todo, hacer el esfuerzo de ponerse en los zapatos del otro, tener empatía con el entrevistado. “Es poco útil entrevistar a un votante de Trump con prejuicios. Hay que intentar comprender sus motivos, sin perder nunca el sentido crítico”, explica.

Entrevistando a un amplio abanico de personajes, desde académicos de Washington a trabajadores en paro del Medio Oeste o el alcalde de El Paso, Bassets llega a la conclusión de que “en EEUU el malestar con el status quo persiste. Obama y Trump son muy diferentes, pero ambos ganaron por su mensaje innovador. En EEUU pierden los candidatos que se asocian con el establishment”, constató.

Desafortunadamente, el candidato Trump basó buena parte de su campaña innovadora en la mentira - la llamada “post-verdad”. “La mentira en política existe desde hace tiempo, pero nunca había visto a un candidato como Trump, mintiendo tan descaradamente”, dijo.

Para Bassets, lo más sorprendente es que todo esto ocurra en EEUU, “un país donde la mentira está especialmente penalizada”, social y jurídicamente. “Trump reventó esta idea. A sus votantes les daba igual que mintiera”, comentó. “Por mucho que la prensa hiciera fact-checking y desmontara sus mentiras, no pasaba nada. Trump ha demostrado que los ciudadanos votan por emociones”.

La premisa también vale para Obama. “Obama tampoco ganó por tener un programa económico razonable, o una política de exteriores o inmigración concretas, sino porque los cautivó. Los votos se mueven por emociones. Es una realidad, y se ha de aceptar”, concluyó el periodista.    

No obstante, Bassets insiste en que no ha querido hacer una valoración negativa o pesimista de EEUU, un país que ha demostrado que la historia no es lineal, y que puede volver a sorprendernos.  “EE. UU es un país de extremos, muchos votantes de Obama todavía no entienden qué ha pasado. Aunque suene a tópico, es un país dividido”, comentó. Para hacerse entender, explica la anécdota de su vecina de Washington DC, que cada vez que se encontraban en el ascensor le pedía detalles de sus viajes. “Para ella, que apenas había salido de Washington y Nueva York, viajar a un pueblecito de Ohio, en pleno Medio Oeste, era como viajar a un lugar exótico”, explicó Bassets.

“Hay reporteros que con tan sólo un viaje de quince días a un lugar que conocen poco han escrito grandes crónicas, capaces de llegar a la esencia de un país. Pero escribir un libro es mucho más complicado”, dijo el periodista. “Necesitas mucho conocimiento. Porque cuanto más tiempo permaneces en un país, más contradicciones ves”, admitió.

El ex corresponsal de El País también reflexiona sobre el hecho de que la sociedad estadounidense esté marcada por su clasificación en étnias y razas – blanco, latino, afroamericano – algo que en países europeos como Alemania es visto como políticamente incorrecto, debido a motivos históricos. “En EE. UU y Canadá esto es diferente. Son países más nuevos, no tienen ningún problema en reconocerse por su origen o etnicidad”, dijo Bassets, convencido de que uno de los fenómenos más importantes del siglo XXI en EEUU no será tanto la llegada de Trump, sino el cambio demográfico acelerado que se está viviendo:

“Estamos en un momento en que los blancos, el grupo que ha formado la identidad central de esta nación, empiezan a ser minoría”, comentó, antes de añadir: “EE. UU. es un país que asume esta diversidad, aunque todavía hay contradicciones. El hecho de que un presidente racista como Trump surja en un momento en que los blancos empiezan a ser minoría es la reacción del hombre blanco cuando ve que su mundo se acaba”.