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Nick Foles speaks during the Philadelphia Eagles Super Bowl celebration. (Peter Fitzpatrick) 
Nick Foles speaks during the Philadelphia Eagles Super Bowl celebration. (Peter Fitzpatrick) 

Gracias, Nick Foles

No era necesario, Nick, pero le estamos muy agradecidos.

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Querido Nick,

Mientras la resaca de la victoria empieza a apoderarse de Filadelfia en esta mañana de febrero, después de la celebración por todo lo alto que se vivió ayer por toda la ciudad, no logro sacarme de la cabeza un pensamiento: no era necesario.

Cuando estaba considerando seriamente jubilarse de la NFL, no tenía por qué seguir adelante.

Cuando se le ofreció un contrato de dos años para regresar a los Eagles el año pasado, un equipo que ya le había dejado escapar una vez con anterioridad, no tenía por qué firmarlo.

Cuando Carson Wentz, el mariscal de campo en el que nuestra ciudad había invertido toda su esperanza, sufrió una rotura del ligamento cruzado anterior, no tenía por qué dar un paso al frente.

Pero lo hizo, Nick. Lo hizo. Y no podemos estar más agradecidos.

Durante los clasificatorios, y en las semanas previas al Super Bowl LII, la ciudad vibró con una energía que nunca antes había experimentado. Vi a desconocidos paseando por la calle enfrascados en conversaciones sobre las posibilidades de ganar de los Eagles. Vi a multitudes ponerse a cantar de sopetón en un bar el himno de batalla de los Eagles, sin importar que estuvieran retransmitiendo fútbol en la televisión. Vi que los indigentes de nuestra ciudad decoraban carteles con las palabras "¡VAMOS, EAGLES!"

Parecía que todo el mundo estaba sonriendo. Parecía que todo el mundo era más amable. Parecía que todos tenían esperanza.

Y no nos decepcionaste.

Aunque los Eagles se enfrentaron a varias lesiones críticas este año - Jason Peters, Jordan Hicks, Darren Sproles (por nombrar algunas) - la de Wentz fue la más devastadora. El jugador nos condujo a través de una temporada increíble, cautivando a toda la región de Filadelfia y avivando un fuego que no había ardido tan intensamente en años. Cuando se confirmó que no regresaría, nos hundieron.

Cuando saliste al campo a sustituir a Wentz, muchos se mostraron escépticos acerca de tus habilidades. En cada partido en que jugaste, los críticos parecían cada vez más seguros de que nos fallaría. Nos convertimos en los desvalidos, una distinción que hemos adoptado con avidez. Le vimos pelear duro, pero cumplió con su trabajo. A medida que su confianza en el campo parecía crecer, también creció nuestra fe en usted.

Ahora, usted es nuestro digno MVP de la Super Bowl, un reconocimiento que ha aceptado humildemente, asegurándose siempre que Doug Pederson, todo el equipo y el personal de Eagles se llevaban su mérito correspondiente.

Pero usted representa algo único en esta victoria que tanto significa para la gente de Filadelfia. De la misma forma que dudamos de usted, nosotros como ciudad hemos sido puestos en duda.  Al igual que su reputación ha sufrido, nuestra reputación ha sufrido. Ha resultado ser un campeón improbable, como nosotros.

No podríamos haber encontrado otro héroe más apropiado para traernos a casa nuestra primera victoria en la Super Bowl.

Se trata de una victoria cargada de emoción, como vimos durante la celebración de ayer. Entre aplausos y choques de mano, vimos lágrimas y abrazos. Entre la marea verde, identificamos a algunos fans ya mayores llevando las cenizas de sus seres queridos: madres y padres, esposos y esposas, hermanas y hermanos que esperaban ansiosamente este momento, pero no pudieron verlo vivo.

Las palabras nunca podrán expresar todo lo que significa este título para nosotros.

Así pues, Nick, no importa lo que elija hacer con su carrera. Se quede con los Eagles o no, nunca le olvidaremos, ni tampoco lo hizo por esta ciudad.

Gracias,

Un agradecido admirador