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Photo: Universidad San Pablo CEU (Madrid).
Photo: Universidad San Pablo CEU (Madrid).

¿Dónde están los restos de Calderón de la Barca?

Una llave podría ser la clave de este misterio post mortem que parece sacado de uno de los libretos del colosal dramaturgo español.

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En La Vida es Sueño, la obra cumbre del dramaturgo español, Pedro Calderón de la Barca -a la sazón soldado, sacerdote y mujeriego- nos invitaba a deshacernos de la idea destino y abrazar el libre albedrío como parte de la condición humana. 

Por eso no deja de ser curioso que tras su muerte, en 1681, sus restos tomasen una suerte de rumbo aleatorio hasta desaparecer de forma misteriosa en 1936, al comienzo de la Guerra Civil en España. Y durante décadas, avezados investigadores los han buscado. 

Ahora una enigmática llave encontrada en un cofre podría ser la pista definitiva.

Expertos de la Universidad San Pablo CEU informaron el pasado 18 de enero del hallazgo de un cofre que perteneció al dramaturgo español, y en cuyo interior estaba la llave que abre, según informaron, su arca funeraria.

La citada arqueta contenía además una inscripción que confirmaba que se hizo para el primero de los traslados del cuerpo. 

"La existencia de este cofre con la llave del s. XIX le constaba al director del proyecto. Sin embargo, el cofre y la llave le habían sido robados a la familia durante la Guerra Civil. Asimismo, constaba su reclamación por parte de la familia en 1939 al Servicio de Defensa del Patrimonio Histórico. Pero hasta ahora nunca se había dado a conocer su fotografía, ni existía documentación gráfica de la urna, ni de la llave", se explicaba en un comunicado

¿Dónde está Calderón?

Desde que la hermandad de Calderón, la Congregación de San Pedro Apóstol, enterró sus restos en el siglo XVII en una iglesia de Madrid, su ataúd fue trasladado a otros cinco lugares. 

Finalmente se decidió que los huesos descansaran en una urna de mármol en la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, en la capital española. 

Pero el estallido de la Guerra Civil provocó muchas quemas de iglesias y violencia anticlerical, y Nuestra Señora de los Dolores acabó también ardiendo después del asesinato de varios sacerdotes. En ese punto, cualquiera podría imaginarse la urna pasto de las llamas.

Sin embargo, el profesor Pablo Sánchez Garrido, de la Universidad San Pablo CEU, siempre albergó dudas. Especialmente cuando encontró una lápida en la iglesia reconstruida que indicaba que los restos de Calderón habían estado allí, pero se perdieron en el incendio de 1936.

Tras dos años de pesquisas, Garrido dio con un libro escrito por un capellán de la congregación a la que pertenecía el escritor y que en los 60’ cuestionó la versión oficial de la quema de los restos. 

"Hay una parte del libro en la que uno de los sacerdotes de la congregación, que está en su lecho de muerte, dice: 'No te preocupes, los restos de Calderón no se perdieron. Yo estuve allí para el entierro de 1902 y los restos nunca fueron puestos en el cofre de mármol. Eso fue sólo simbólico'”, explicó el académico a The Guardian. 

El sacerdote dijo, además, que el féretro de Calderón estaba oculto en las paredes de la iglesia, pero no llegó nunca a enseñarles dónde. 

Deseoso de destapar el misterio, Garrido consultó a un geofísico, Luis Avial, con el que había trabajado en la búsqueda de otro genio literario perdido, Cervantes. 

Pese a la pandemia y las fuertes nevadas que ha vivido la capital española, Avial escaneó Nuestra Señora de los Dolores con el uso de un equipo de radar sin hallar más que unas pocas irregularidades. 

Sin embargo, cuando la condesa Teresa Morenés y Urquijo, familiar del escritor, apareció con el misterioso cofre que contenía la llave del ataúd, la investigación dio un vuelco inesperado. “Sería increíble encontrar el ataúd y abrirlo con esta llave”, se entusiasmó Sánchez Garrido. 

La reflexión es necesaria: Si sólo unos pocos adolescentes que llegan a los últimos cursos de la educación secundaria en la rama de Letras estudian la obra de Calderón y la literatura ha desaparecido de la mayoría de los currículos de la enseñanza obligatoria. ¿Servirá este hallazgo para recuperar la figura de un escritor esencial?