Cuba: Belleza y Pesar
Sandy Stolzman redefine la fotografía del viaje contemporánea en los países del tercer mundo al trascender deliberadamente los estereotipos del turista bebedor…
“¡Vamos a la Havanaaaaa!”, gritan agudamente, brindando con sus cócteles de menta previos al vuelo, sus uñas de gel de 60$ y sus blancos vestidos de verano que contrastan con el brillo de sus bronceados falsos. Hablan de aprender a bailar salsa, pues realmente quieren sorprender a sus espositos cuando ‘Despacito’ suene en el tugurio cerca de casa, tan sólo para poder lograr que despeguen los ojos del reporte de Scott Hanson en la NFL RedZone por tan sólo un segundo con el incómodo vaivén de sus caderas. Hablan alegremente sobre las arenas blancas de Cuba y cómo Beyoncé alguna vez paseó sobre la mismísima arena que ahora sienten bajo sus pies. ‘Es como si estuviéramos conectadas’, dice una mujer en un tono entre risa y absoluta seriedad. Cuando regresan de su fin de semana en la isla, traen quemaduras de piel, resacas de ron con coca cola, cigarros para sus colegas del trabajo y una boina militar ‘al estilo hipster’ del Ché Guevara que un ‘auténtico’ cubano vendía cerca del Malecón. Su cantidad de publicaciones en Instagram de bikinis en Playa Guanabo fue tan grande que ahora tienen 1.568 seguidores nuevos. ‘¡Mitad de mi corazón está en La Habana!’ publican en Facebook, citando de manera indirecta a la cantante pop de origen cubano, Camila Cabello, a sabiendas de que no tendrán qué decir en una charla política sobre relaciones entre Cuba y Estados unidos o sobre el régimen dictatorial en Cuba. ‘¡Estaban tan felices! ¡Y ni siquiera necesitaron WiFi para sentir sus almas plenas!’ comentaría con valentía una de las chicas en la sección de comentarios”.
Aunque este texto es una dramatización ficticia de los turistas estadounidenses que viajan a ciegas o con poca curiosidad intelectual y con frecuencia a islas empobrecidas en el Caribe, no es, sin embargo, una fabricación completa de la realidad (¡aunque la culpa no sea sólo de ellos!).
Pues cuando de Cuba se trata, los medios televisivos y las redes sociales expanden la tontería al idealizar profundamente a la isla, escogiendo imágenes de carros de los años 50 y edificios antiguos coloridos, en vez de demostrar de manera balanceada tanto la belleza como la tristeza que satura el país tropical con forma de cocodrilo.
Sandy Stolzman, oriunda de Filadelfia, ex empresaria y graduada de la Universidad de Drexel, logró combinar esas dos estéticas y cualidades internas de Cuba en su última exhibición fotográfica para la RACSO Contemporary Arts, bajo el título de Cuba: Belleza y Pesar. Veinte de “casi dos mil” fotos de un viaje durante una semana a La Habana, Santa Clara y Trinidad durante marzo del 2017, fueron escogidas junto con la pieza de Stolzman Pisces birthday twin y al dueño de RACSO, el colombiano Oscar Villamil, para ser mostradas en la galería East Passyunk. Stolzman es la primera “no-latina” en ser exhibida en la galería, que se enorgullece de ser una de las pocas galerías en la región cuya única ambición es celebrar y vender el trabajo de Latinos. Pero cuando ves el trabajo de Stolzman, es evidente de manera inmediata por qué ha sido la excepción a la regla.
Cada fotografía no es sólo impresionante en cuanto a sujeto y medio (impresas en aluminio brillante y con gran impresión de color, que define con precisión cada pixel), sino que también son fotografías que muestran la verdad, sin trucos baratos o photoshop que disimulen o modifiquen la genuinidad. Las imágenes fueron tomadas durante caminatas a tempranas horas de la mañana o a final de tarde, que era el tiempo en el que no sólo la luz natural era mejor para los retratos y para las tomas arquitectónicas, sino que también eran las horas donde se podía “ver la real pobreza”. Muchas de las fotos son de personas que van o regresan del trabajo, mientras otras resaltan la luz del día a día, como el de la mujer con su hijo intentando obtener algo de carne en una carnicería en pésimas condiciones, el de otra muer con una bandana de marihuana “vendiendo su belleza”, por así decirlo, a los turistas que quisieran fotografiarla, o la de otra mujer joven con rastas de color verde lima que boxea en un ring en ruinas al aire libre. La colección vanagloria imágenes que están embebidas con una abundancia de color, pero que no están muertas de vida o posadas.
Stolzman tuvo la fortuna de ir a este viaje de campo organizado con Colby Brown, un profesional de Sony y el fundador de la organización humanitaria de fotografía The Giving Lens. A través de su itinerario y conexiones, ella y sus compañeros de viaje fueron capaces de acceder a la versión “no turística” de Cuba, logrado en parte al quedarse en casas u hogares personales transformados en Bed & Breakfast, y al ser llevados a destinos fuera de los mapas (y frecuentemente cerrados al público), tales como El Instituto Superior de Arte. Lo que ella observó al quedarse con locales y subir a azoteas de edificios prácticamente abandonados para observar a practicantes amateurs de parkour, fue invaluable.
“Estoy aún muy avasallada por todo lo que tenemos aquí, y por lo poco que ellos tienen allá. Cuando hablé con las personas antes de irme, lo único que repetían era ‘¡Oh, la música, la comida! ¡Es increíble!”, pero mi experiencia no incluyó nada de eso. No bailé en ningún club (se ríe) y tuve la experiencia más auténtica que pude haber tenido, y esas verdades fueron los aspectos más interesantes de Cuba. Hay muchos positivos. Las personas son muy saludables, educados y no hay contaminación, y los arrecifes… soy también buzo, y cuba tiene algunos de los mejores arrecifes en el mundo. Son inmaculados, porque no utilizan pesticidas ni OGMs. Pero lo triste es que, todo y todos son controlados por el gobierno”, asegura Stolzman.
Así continúa explicando cuán “impactante” fue ver a un país con tanto potencial mantenerse estancado, y cómo le preocupa que la intervención de Estados Unidos pueda “arruinar” los positivos que Cuba ha luchado por proteger. De todas maneras, el estado de empobrecimiento de sus anfitriones obligó a Sotlzman y a sus compañeros a llevar consigo montones de productos básicos para distribuir. “Llevé como treinta labiales conmigo, aspirinas, crema dental, cepillos de dientes, y regalé gran parte de mi ropa. Estaba sencillamente sorprendida por lo mucho que necesitan, porque, sabes, sólo vemos La Habana con la que todos fantasean. Sin embargo fueron tan simpáticos, tan dispuestos a ayudar, tan inteligentes… No sólo me conmovieron los colores de Cuba, sino su gente tan colorida”.
Un grupo que inspiró de manera particular a Stolzman fue Amigos Skate, una ONG que se describe como “unión colaborativa de artistas, músicos y entusiastas del deporte de acción y pensadores progresistas que se dedican a enriquecer la vida de la juventud cubana en riesgo”. Los miembros de la organización introdujeron a Stolzman dentro del enigmático e ilustre Instituto Superior de Arte, lugar al que no sólo prometió que volvería (y esta vez con permiso) para tomar fotos de desnudos con las bóvedas catalanas de fondo, sino también donde empezó a entender la conexión especial entre los cubanos y los deportes organizados, como skateboarding, parkour, boxeo, béisbol y voleibol. Se dio cuenta, después de hablar con los jóvenes miembros de Amigos Skate, que el ajuste del atletismo no es sólo un pasatiempo o una manera para los cubanos de mantenerse activos, sino también provee la oportunidad de unirse a una fraternidad internacional, un trampolín para “salir de aquí”. La subcultura y el mercado negro en Cuba incluye organizaciones como Amigos Skate, que logra introducir clandestinamente partes de patinetas para mantener el espíritu del deporte vivo.
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La última foto de la serie exhibida es quizás una de las que más comunican: un atardecer desde un techo, que irradia sus cálidos tonos sobre la ciudad de La Habana. A primera vista, pareciera ser una imagen cualquiera, de esas hechas por los turistas para marcar el fin de su viaje, pero bajo el lente de Stolzman, el paisaje semi-aéreo de la capital cubana, dice mucho más. Para cerrar su viaje, junto con otros miembros del tour, subieron al skydeck del hotel más elegante de La Habana para comer hor d’oeuvres, “una de las pocas cosas que podíamos costearnos allí”. En un hotel donde la habitación puede costar entre 400 y 600 dólares por noche, el hecho de que el hotel esté técnicamente abierto para el público es risible. Sin embargo, ese atardecer se transforma en algo más que una foto bonita, se transforma en un símbolo que representa la vista a la que tan sólo la élite privilegiada puede acceder. Después de su tiempo en Cuba, Stolzman sigue sorprendida por lo afortunada que es, en comparación.
Cuba: Belleza y Pesar inauguró en RACSO el 7 de septiembre del 2017, una encantadora galería con un patio al aire libre ubicada en la 1935 East Passyunk Avenue, a tan sólo pasos de la parada Snyder Broad Street Line y adyacente a Le Virtù. La inauguración fue tan vibrante como las fotografías exhibidas, con la presencia de otros artistas latinos de la región que vinieron a mostrar su respeto al trabajo de Stolzman, un ecléctico conglomerado de visitantes que se dejaron caer para hablar sobre el trabajo mientras comían empanadas y bebían los twists de Pollyodd en la mixología tradicional del limoncello.
La exhibición estará abierta hasta el 8 de octubre de este año.
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