"Somos plenamente capaces de perpetuar los mismos sistemas que nos perjudican"
A punto de finalizar el Mes de la Herencia Hispana, el senador demócrata Bob Menéndez publicó un artículo de opinión el martes 11 de octubre para reflexionar sobre la
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A punto de finalizar el Mes de la Herencia Hispana, el senador demócrata Bob Menéndez publicó un artículo de opinión el martes 11 de octubre para reflexionar sobre la presencia y las contribuciones de los latinos en Estados Unidos, y dejó a los lectores un mensaje de legado y continuidad.
Los lectores pueden acceder al artículo de opinión de Menéndez en El Diario, un medio local en español de Nueva York.
Menéndez comienza con datos actuales sobre la latinidad, una comunidad que abarca 62 millones de ciudadanos con una gran variedad de orígenes y experiencias que enriquecen la tierra que pretenden llamar hogar.
Lo que es el hogar para un latino es una respuesta siempre cambiante, ya sea el lugar que dejaron en busca de una vida mejor, un suburbio en la América rural o las extensiones de una ciudad costera. Independientemente de lo que suponga un hogar, la comunidad latina tiene claro que siempre es necesario plantar raíces profundas.
El senador nos dice que: "Para muchos, ser latino en Estados Unidos significa echar raíces en esta nueva tierra, al tiempo que mantenemos los lazos con nuestros países de origen en nuestros corazones", un sentimiento que habla directamente de las experiencias de aquellos cuyo concepto de hogar es esquivo.
Abandonar un hogar, independientemente del motivo, está impulsado por el deseo de prosperar y ver cómo nuestras raíces se convierten en robustos jardines. Muchos lo consideran un legado. Una figura en la que los latinos pueden seguir inspirándose para seguir los pasos hacia la autodeterminación.
Para otros, puede ser tan simple como la continuidad; el privilegio, y la responsabilidad, de continuar el trabajo de establecer nuestra presencia entre nuestras comunidades, la empresa privada o el gobierno.
Los latinos hemos hecho un gran esfuerzo para demostrar que pertenecemos a este lugar y que merecemos un asiento en la mesa. Ocupamos cargos importantes e incluso participamos en la elaboración de políticas críticas que repercuten en diferentes comunidades, más allá de las que nos sentimos más afines.
Y estar presente es una tarea monumental porque implica afirmarse como una constante en un país que lucha por la identidad, dada la gama de diversidad en una nación que durante mucho tiempo centró a uno por encima de todos los demás.
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Por ello, sería conveniente que reflexionáramos sobre nuestras propias contribuciones, así como que reconociéramos con quiénes compartimos nuestras raíces. El lugar al que deseamos profundamente llamar hogar es también un refugio para las comunidades vecinas cuyas experiencias no están muy alejadas del dolor que experimentamos, y haríamos bien en recordarlo.
Esta misma semana han surgido comentarios incendiarios en el Ayuntamiento de Los Ángeles, en cuyo seno se encontraba una latina. La ex presidenta del Consejo, Nury Martínez, hizo comentarios inquietantes y despectivos dirigidos a un niño negro, comparándolo con un mono y deseando hacerle daño con el pretexto de disciplinarlo.
Los comentarios, por preocupantes que sean, deberían servir de recordatorio de que somos totalmente capaces de perpetuar los mismos sistemas que nos perjudican. Más concretamente, empuñamos armas que pueden dañar el progreso, más concretamente, a las personas que están al frente de la equidad, que también resulta ser la comunidad que construyó el suelo que ocupamos.
Nuestro empeño va más allá de salvaguardar a nuestra gente, ya que resulta imperativo proteger y elevar a aquellos que también desean un hogar.
Para ello, el senador de Nueva Jersey afirma: "Estoy inmensamente orgulloso de estos logros, pero siempre he pensado que ser el primero no es un gran logro si no hay otros que te sigan".
En efecto, es muy probable que los que le sigan a usted también le admiren. Nuestra determinación es discutible si no es profundamente inclusiva, y no incluye las experiencias que dan cuenta de la experiencia americana.
Nuestras raíces son tan altas como nuestra capacidad para alimentar nuestro jardín. Y nuestro jardín, nuestra comunidad, nuestra gente, debería, por todos los medios, reconocer las contribuciones de los homólogos negros, nativos americanos y asiáticos.
Levantar la voz", como dice el senador, significa poner en pie todas nuestras voces. De lo contrario -en virtud del sistema que inculca la desigualdad- no estamos promoviendo el progreso ni la determinación, y no es diferente de salir adelante.
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