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Afortunadamente, no es solo el pánico lo que se expande, también lo hace la resistencia, que cada día crece y se fortalece. Y eso es muy bueno.
Afortunadamente, no es solo el pánico lo que se expande, también lo hace la resistencia, que cada día crece y se fortalece. Y eso es muy bueno.

[OP-ED]: La madre de todos los ‘blufs’

Sí, eso es lo que retórica recalentada de Washington sobre Corea del Norte –a la que el país asiático responde en tonos igualmente belicosos – es en realidad:…

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Después de todo nadie, ni siquiera personajes caricaturescos como Trump y Kim Jong-un son tan estúpidos como para arriesgarse a una conflagración nuclear. De hecho, los dos líderes con los peores cortes de pelo del mundo son aficionados a hacerse los machos y a la bravuconería, pero rara vez, como se ha hecho evidente en el caso de Trump, respaldan esas actitudes con acciones efectivas.

Es cierto que EE. UU. lanzó cohetes en Siria y un gigantesco artefacto explosivo sobre Afganistán, ambos con dudosos efectos aparte de las habituales proclamaciones de éxito grandioso a las que el viejo actor de reality shows nos tiene acostumbrados.  Sin embargo, al mismo tiempo el habitante de Mar-a-Lago se cambiaba descaradamente de casaca y renegaba de sus promesas de campaña sobre China (ya no manipula la moneda), la OTAN (ya no es obsoleta), Rusia (Putin dejó de ser su mejor amigo), el muro de la frontera (México no pagará por este monumento al racismo).

 Pese a sus fanfarronadas, la realidad es que los primeros tres meses de Trump como presidente han sido un abyecto fracaso. Su tan anunciada derogación del Obamacare se vino abajo estrepitosamente, y su plan de reformar el sistema de impuestos de la nación (para hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres) ha dejado de enarbolarse como una prioridad de su administración. ¿La razón? Las protestas masivas exigiendo que el ocupante de la Casa Blanca demuestre un mínimo de honestidad y haga públicas sus declaraciones de impuestos. A esto hay que añadir la decisión de los Demócratas en el Congreso de ni siquiera considerar una reforma fiscal si el presidente no revela sus impuestos.

No es sorprendente entonces que la confianza de la gente en Trump haya caído más rápidamente que la madre de todas las bombas sobre Afganistán. Según la encuesta Gallup más reciente, su fama de tipo duro que cumple sus promesas se redujo 17% (de 62% a 45%) entre febrero y la primera semana de abril.

Según Gallup, “el público tiene una inclinación menor a verlo como ‘un líder fuerte y decidido’, como alguien que ‘puede efectuar los cambios que el país necesita’ y es ‘honesto y confiable’”.

Tal parece que el bombardeo constante de “hechos alternativos” del embustero mayor, así como su inagotable capacidad para la fanfarronería y los golpes de pecho ya se han vuelto cansones para el público.

Eso sí, fiel a sus prejuicios, hay un asunto en el cual Trump no se ha cambiado la casaca: inmigración. Como era de esperarse, tanto él como su perro de presa, el fiscal general Jeff Sessions, un hombre pequeñito, pero de gran capacidad para el racismo y el odio, han renegado de su promesa de deportar solo “bad hombres”.

De hecho, ha habido un aumento del 33% en los arrestos de inmigrantes en lo que va de año comparado al año pasado, según el Washington Post. Y por si hicieran falta más pruebas de la mendacidad y el racismo de Trump, el número de arrestados sin ningún historial criminal se ha duplicado.

Hasta el momento la presidencia de Trump puede reclamar solamente un éxito indiscutible: infundir el pánico en familias inmigrantes que ahora se encuentran en peligro constante de ser divididas por el racismo y la estupidez de un presidente dispuesto a dañar la economía y a sacrificar los valores fundamentales de justicia y compasión en el altar perverso de la ignorancia y el racismo.

Afortunadamente, no es solo el pánico lo que se expande, también lo hace la resistencia, que cada día crece y se fortalece. Y eso es muy bueno.

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