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Al menos diez civiles murieron y otros tantos resultaron heridos este miércoles en un supuesto bombardeo estadounidense durante una operación conjunta con las tropas afganas en el este de Afganistán, un incidente que está siendo investigado por militares de Estados Unidos. EFE
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La política del presidente Trump difiere de la cual heredó solo en la suma de 4.000 tropas más. Trump promete evitar la construcción nacional, enfatizar la lucha antiterrorista, terminar con la corrupción en Afganistán y responsabilizar a Pakistán. El presidente Obama prometió las mismas cosas. “Es tiempo de enfocarnos en la construcción nacional aquí en casa”, Obama dijo en el 2011, al explicar su cambio de enfoque de la estrategia del presidente George W. Bush. 

Los comentarios de Trump sobre Pakistán fueron vistos por varios como un fuerte rompimiento de la administración previa, pero parece que las personas se olvidaron del testimonio inusualmente cortante que dio el administrador Mike Mullen, en ese entonces jefe del Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos, al Congreso en el año 2011. Denominó a la red Haqqani, uno de los grupos terroristas más peligrosos en Afganistán, “una auténtica arma de los organismos de inteligencia (ISI) de Pakistán”. Ese mismo año, tanto la Secretaria de Estado de ese entonces, Hillary Clinton como el ex director de la CIA, David Petraeus, fueron a Pakistán para, según las palabras de Clinton, “dar un gran empujón a los pakistaníes” para finalizar su apoyo a los Haqqanis. La presión fue una en una serie de acciones que indignó a los pakistaníes y como consecuencia clausuraron rutas de suministro a fuerzas dirigidas por los Estados Unidos en Afganistán durante siete meses. 

Al expresar apoyo por el compromiso sin plazo final de Trump, el portavoz de la Cámara Paul Ryan, utilizó el viejo dicho pasado de moda, diciendo que Estados Unidos tiene los relojes pero que los talibanes poseen el tiempo. “Si ellos piensan que tenemos alguna fecha final, algún cronograma, entonces nos esperarán”, dijo Ryan. Sin embargo, esto fundamentalmente malinterpreta la naturaleza de este tipo de lucha internacional. Los talibanes nos esperarán debido a una simple razón. Viven allí. 

Harry Summers, un oficial del ejército muy inteligente en la Guerra de Vietnam quien escribió un libro definitivo sobre las lecciones militares de ese conflicto, comenzó el libro al narrar un encuentro que tuvo con un oficial norvietnamita en 1975, justo antes de la caída de Saigón. “Sabés que nunca nos derrotaste en el campo de batalla”, dijo Summers. El oficial contestó: “Eso podría ser. No obstante, también es irrelevante”. Toda fuerza local conoce una cosa con perfección: Eventualmente, los extranjeros tienen que irse a su casa. 

¿Por qué los talibanes están ganando terreno en Afganistán? Se lo pregunté a Dexter Filkins del New Yorker, uno de los observadores más ávidos de la guerra. “A los afganos comunes no les caen bien los talibanes. Pero detestan al gobierno afgano más aún. Nosotros decimos que no queremos la construcción nacional. Sin embargo, no se puede construir un ejército sin antes crear un Estado. Las personas no mueren por un ejército; mueren por un país. Además, ¿Quién quiere morir por el gobierno afgano actual?”

El ejército estadounidense que se encuentra allí conoce bien el problema, razón por la cual se refieren al gobierno afgano como una colección de redes corruptas que se extienden por el país. Al auténtico modo militar, ellos incluso tienen un acrónimo para este, VICE (empresa criminal integrada verticalmente). 

Barnett Rubin, un experto destacado en la política de Afganistán, quien ha aconsejado a las Naciones Unidas y al gobierno estadounidense, explica el problema de manera diferente. “El Estado afgano no puede existir sin ayuda externa”, me dijo. “No puede pagar sus cuentas sin el gobierno estadounidense. No puede tener una sociedad estable sin la ayuda de Pakistán. No puede crecer económicamente sin el comercio y el tránsito con Irán.” Haciendo referencia a informes que dicen que Afganistán está dotado de casi U$S1 billón de recursos minerales, observó con ironía: “Estoy seguro de que la luna incluso posee más riqueza mineral, pero uno necesita una manera para que salga al mercado. Y para eso se necesitan vecinos amistosos”. Rubin cree que el enfoque de Trump está condenado porque parece deliberadamente desatento a los intereses de los otros poderes en la región, especialmente Rusia, China e Irán. 

Mientras tanto, la administración Trump se ha vuelto más resuelta en más de lo mismo. Más dinero, bombas, tropas, presión sobre Pakistán y amor duro para los afganos. Es un enfoque táctico, diseñado por generales para asegurarse de no perder. Sin embargo, ni siquiera pretende contar con una estrategia para ganar. En otras palabras, medio siglo después, con un coste humano menor, Estados Unidos ha replicado su estrategia en Vietnam. Llámenla ligeramente-estancada.