En una controversial movida, el Senado estadounidense, de mayoría republicana, ha dado inicio al juicio de destitución del presidente Donald J. Trump el pasado día martes, a tres años exactos de su inauguración.

Después de recibir de manos del Congreso los artículos de impeachment bajo cargos de abuso de poder y obstrucción del Congreso, el Senador Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana en el Senado, ha hecho públicas las reglas del controversial proceso, no sin presión de algunos de sus colegas.

Si bien McConnell había hecho halago de la cohesión republicana contra el proceso, el riesgo de perder su mayoría ha sido más fuerte que su determinación a perdonar al presidente lo antes posible.

En un lapso de dos días hábiles, y a partir de la 1 p.m., los managers demócratas escogidos por la presidenta de la Cámara, la representante Nancy Pelosi, deberán hacer su caso sobre el porqué consideran que Trump debe abandonar el cargo de la presidencia de Estados Unidos.

Sin embargo, y considerando la profunda fractura bipartidista que existe en el Capitolio, la mayor parte de la jornada del día martes estuvo dedicada a un tira-y-encoge para determinar tan sólo las reglas del juevo, entre la intransigencia republicana a la hora de aceptar posibles testimonios y evidencia, y la determinación demócrata a hacer pasar enmiendas.

El líder de la minoría demócrata, Chuck Schumer, intentó que los republicanos autorizaran citaciones a documentos de la Casa Blanca, del Departamento de Estado y de la Oficina de Administración y Presupuesto, así como también la solicitud de que Mick Mulvaney, jefe interino de personal en la Casa Blanca, testificara ante el Congreso.

Según opinó el redactor del New York Times, Carl Hulse, la insistencia de los Demócratas en intentar hacer ceder a su contraparte republicana tiene que ver con un intento de “demostrar a sus partidarios que van a luchar, y forzar a los republicanos a votar para mostrar hasta dónde están dispuestos a llegar con tal de proteger al Sr. Trump del escrutinio”.

A medida que pasaban las horas, los ánimos se caldeaban mientras la diplomacia y el profesionalismo se iban por el caño.

Los encontronazos entre los managers de la Cámara y los abogados del presidente llegaron a tal punto, que hasta el juez John Roberts debió amonestar a ambas partes.

Finalmente, y a altas horas de la noche, el Senado finalmente adoptó las normas de base para llevar a cabo el juicio de impeachment, posponiendo la decisión de si traer testigos al suelo o no hasta mucho después de iniciado el proceso, según reportó el Washington Post.

“Las preocupaciones del Partido Republicano sobre las reglas subrayaron la estrechez de la mayoría que McConnell tendrá que atender a medida que avance el juicio de destitución de Trump”, explicó el periódico, “a la vez que equilibra las demandas de una Casa Blanca que ha presionado repetidamente por una rápida absolución del presidente”.

En los próximos dos días es probable que el escenario sea una repetición de los choques entre ambos bandos, a la espera de que alguna sorpresa cambie el rumbo de una historia que, anticipamos, resultará en la absolución del presidente.