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Cientos de mujeres se tomaron las calles del centro de Filadelfia para levantar su voz de protesta por las condiciones laborales, políticas y económicas que enfrentan. Foto: Peter Fitzpatrick
Cientos de mujeres se tomaron las calles del centro de Filadelfia para levantar su voz de protesta por las condiciones laborales, políticas y económicas que enfrentan. Foto: Peter Fitzpatrick

Mujeres no celebraron su día, reclamaron sus derechos

Desde antes de las cinco de la tarde ya empezaban a verse, caminando por el centro, a decenas de mujeres armadas de carteles, megáfonos y gorros color rosa. La…

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Desde antes de las cinco de la tarde ya empezaban a verse, caminando por el centro, a decenas de mujeres armadas de carteles, megáfonos y gorros color rosa. La cita era en la glorieta de Logan Square, en pleno corazón de Filadelfia. ¿La ocasión? Bueno, eso depende de la perspectiva: para el transeúnte desprevenido (que generalmente no tiene perspectiva), se trató de una celebración más del Día Internacional de la Mujer. En cambio, para quienes tienen perspectiva –sobre todo de género–, “celebración” no es una palabra que le hace justicia al 8 de marzo.

Entonces, cuando no se celebra se conmemora, o se recuerda y se reclama. Y eso fue precisamente lo que hicieron cientos de mujeres (y algunos hombres, niñas y niños) este miércoles en la “Cuna de la Nación”: recordaron por qué falta mucho para celebrar una vida plena de derechos.

Para Phoebe Jones, representante en Filadelfia de Global Women’s Strike, llenar las calles de la ciudad en son de protesta es tan vigente como la pobreza en la primera potencia del mundo: “La situación actual de la mujer trabajadora (desde la profesional hasta la ama de casa) es precaria. Filadelfia tiene los índices de pobreza y pobreza extrema más altos del país y las mujeres (con sus hijos) son las más afectadas; no solo por la disparidad salarial, también por la falta de oportunidades en igualdad de condiciones”. 

En la misma línea argumental se mueve Mara Henao, una colombiana criada en Estados Unidos, maestra, madre de dos hijos y activista de Philly Socialists. Asegura que si “alguien es mujer, madre, soltera y pobre difícilmente conseguirá un trabajo que le permita cuidar a sus hijos, rentar una casa o pagar el cuidado de sus bebés. Yo, que soy profesora, si quiero cuidar a mi hijos tengo que conseguir trabajos de medio tiempo donde me paguen a $20.00 la hora o donde pueda trabajar en horarios no convencionales”.

Y por eso Mara estuvo ahí también, y por eso compartió la versión castellana del manifiesto del International Women´s Strike, porque es solidaria, y por eso también salió corriendo –dejando al periodista con la palabra en la boca– cuando la marcha empezó a moverse lenta a las 5:30 de la tarde, por el Benjamin Franklin Parkway con destino al este.

La movilización se extendió por casi tres cuadras y dos horas y media. Phoebe, después, aseguró sentirse satisfecha con la jornada “porque logró sacar a las calles a cerca de mil mujeres”. Establecer la veracidad de esa cifra es un ejercicio inútil, lo que sí es cierto es que la marcha nunca se calló, nunca se detuvo y nunca dudó seguir adelante; ni siquiera cuando dobló al oeste por Locust con calle 12 en evidente contravía y engullendo a decenas de carros.

Christine, una mujer que roza los 50 años de edad, llegó a la cita con su hija Isabelle de siete años y medio, quien no le perdió el paso a la marcha y aseguró haberla pasado muy bien rodeada de tanta gente. Para Christine era un deber moral demostrar en la calle su solidaridad y compromiso con las mujeres, con Filadelfia y con la democracia de su país: “No me podía quedar en casa y perderme esto”, gritó antes de efectivamente perderse en la  muchedumbre.

Ella, su hija Isabelle, Mara, Phoebe, Nazia, Olivia, Stephanie, la abuela que no quiso decir su nombre y el resto de mujeres, hombres, niñas y niños que salieron a marchar pusieron a Filadelfia en el mapa satelital del Paro Internacional de Mujeres, una iniciativa que nació en octubre de 2016 en Polonia, Argentina y Corea del Sur como respuesta a la violencia de género y la desigualdad social, política y económica que enfrentan a diario millones de mujeres. Iniciativa que en menos de seis meses logró articular a organizaciones sociales y feministas de más de 50 países y que en EE.UU. sacó a las calles a millones de mujeres para realizar el primer Día sin Mujeres.