Mari Carmen Aponte: Una latina en el centro de la atención pública
El pasado 25 de octubre, Mari Carmen Aponte recibió el premio William J. Clothier Memorial 2017 otorgado por la Pan-American Association de Filadelfia en…
La existencialista francesa escribió una vez que la mujer no nace, sino que se hace.
Se trata de un viaje difícil, eso es seguro, ya que el cromosoma XX llega con una señal de alarma. Los duros efectos secundarios de la discriminación de género, las normas sociales, la explotación sexual y los abusos son sufridos -casi a diario- por aquellas que han decidido confrontan el acto valeroso de ser mujer.
¿Y para aquellas mujeres que son figuras destacadas o pertenecientes a una minoría? El salto es todavía más grande, un reino abismal lleno de críticas sensacionalistas en los tabloides, horrores retocados con Photoshop, comentarios perturbadores e inseguridad.
Algunas se ahogan, dejando que el peso emocional y los obstáculos tozudamente acumulados en el patriarcado las arrastran hacia la derrota o la complacencia, mientras que otras rechazan rendirse y dejan que su determinación y corazón persistan, y trascienden sobre los prejuicios.
Mari Carmen Aponte es una de ellas.
Mari Carmen llegó a Rosemont College desde Puerto Rico en 1964 con los valores inculcados por sus padres metidos en su equipaje, listos para exhibirlos en su dormitorio de primer año. Al igual que Mari Carmen, su madre era una mujer fuerte y pionera: recibió un título de posgrado de la Universidad de Nueva York después de dar a luz a Mari Carmen y lejos de su marido. No había duda en el hogar de los Aponte de que Mari Carmen debía hacer sus estudios en Estados Unidos. “La educación en mi hogar era vista como la forma de salir de la pobreza, como una salida a la falta de recursos económicos. Nunca hubo dudas de que iría a la universidad”, recuerda.
A Mari Carmen le encantó la idea de continuar con sus estudios; vino a Filadelfia con la intención de culminar un grado, y terminó con tres títulos: Ciencias Políticas en Rosemont, maestría en Teatro en Villanova, y doctorado Juris por la Universidad de Temple. “Si hubiera sabido cuánto teatro necesitaría para trabajar en leyes y política –¡guao!– definitivamente hubiera hecho un doctorado en teatro!”, bromea.
Sin embargo, sus estudios fueron más allá del aula. Fue aquí, de hecho, en la ciudad donde floreció la democracia estadounidense, que Mari Carmen atribuye el despertar de su conciencia social. Personas como Nelson Díaz “cambiaron [su] vida”, y fue durante un período de docencia en Camden antes de obtener su título de abogacía cuando se dio cuenta de que no solo se trataba de lo que podía hacer y lograr por sí misma, sino más bien de lo que podía hacer y lograr por los demás. Su creciente sentido del deber y la responsabilidad hacia su comunidad y su país comenzó en Filadelfia.
No se detuvo allí.
Poco después, Mari Carmen se convirtió en la primera abogada latina de Pensilvania, la primera latina con una beca de la Casa Blanca (White House Fellow, en 1979, bajo la administración del presidente Jimmy Carter), la primera mujer presidente de la Hispanic National Bar Association y la primera mujer puertorriqueña en ostentar el título del embajadora de Estados Unidos en El Salvador. Los honores, elogios, premios y puestos innovadores empezaron a fluir.
Todavía lo hacen: el pasado 25 de octubre, Mari Carmen puso de pie todos los presentes en el salón de galas del club Union League con un ardiente discurso sobre la importancia de mantener el respeto mutuo y la cordialidad entre nuestro país y las naciones de América Latina.
Los miembros de la Asociación Panamericana la vitorearon y cubrieron de elogios al aceptar el Premio Memorial William J. Clothier II.
Pero la feminidad –y especialmente la que amenaza el dominio de los hombres– no es un cuento de hadas, y ser una latina en el ojo público es la apertura perfecta para que las fuerzas malévolas intenten sus actos de traición para impedir la merecida admiración.
Sin podérselo imaginar, el novio cubano de Mari Carmen se convirtió en su “manzana envenenada”.
En 1998, el presidente Clinton nominó personalmente a Mari Carmen para ser la embajadora de la República Dominicana, pero su relación con Roberto Tamayo (un cubano liberal y, por lo tanto, un cubano sospechoso para un Congreso controlado por los republicanos), deshizo la oportunidad.
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Tamayo, acusado injustamente de espía cubano, fue la excusa conveniente para no permitir que una latina obtuviera un codiciado título diplomático. El escándalo y la especulación llevaron a Mari Carmen a retirar su nominación.
“Hasta el día de hoy, estoy convencida de que si hubiera sido un hombre, los problemas que tuve con esa designación ni siquiera hubieran durado un segundo, porque la presunción fue que ese hombre, con sus creencias ‘liberales’, me influiría. Bueno, ¡pues no tenía idea! No me dejo influenciar por un hombre por el hecho de que sea hombre. Fue muy chocante para mí. Y, no importaba lo que demostrase la investigación o los logros obtenidos a lo largo de mi carrera. ‘Nooooo, ella está siendo influenciada por él’, es todo lo que pudieron decir. Él solía trabajar para John Hancock. ¿Cuán más americano se puede ser?"
Aún y así, después de ese duro episodio de drama político sobrecargado de misoginia y ataques mediáticos, cuando el presidente Obama volvió a nominarla para ser embajadora en El Salvador en 2012, las acusaciones re-surgieron, pese a que “hacía más de 25 años que no lo veía [a Tamayo]”.
“Una vez más, ¿a qué hombre se le pregunta si se dejó influenciar por una mujer, especialmente con alguna que salió hace tanto tiempo? Te garantizo que, para empezar, nadie le haría esa pregunta a un hombre. ¿Pero a una mujer...? En mi caso, me plantearon constantemente esa cuestión. No tengo dudas de que tenía que ver con ser mujer y, probablemente, latina. Al final, sin embargo, fueron las mujeres republicanas las que votaron por mí. Estaré eternamente agradecida con ellas, por ayudarme a romper con el filibusterismo, y también con el senador John McCain, por ser increíblemente comprensivo, por tener fe en mí y por ser racional."
Mari Carmen afirma que la experiencia fue de aprendizaje, con lecciones invaluables y maravillosas sobre la fuerza de la solidaridad entre las mujeres en el Gobierno.
A pesar del machismo vivido en Washington, ella conserva su alegría, su fe en la humanidad y su personalidad (cargada de humor y estilo de una manera que este texto simplemente no puede hacerle justicia).
“Usted no puede dejar que los abismos, esos agujeros oscuros en el sistema, se hagan cargo de su vida. Tiene que salir victorioso de ellos, y solo puede hacerlo luchando desde dentro “
La situación de las mujeres en El Salvador, en Puerto Rico y en Washington se ha vuelto “sombría”, según Mari Carmen, pero admite que el nivel de desesperación es variable; la compleja oscuridad del laberinto de la feminidad es más fácil de romper en algunos lugares que en otros.
En El Salvador se dan aproximadamente 16 asesinatos por día en una población de 6 millones, pero el Departamento de Seguridad Nacional y I.C.E. no dan demasiada importancia a los números en los tribunales.
“Es desgarrador ver a madres cruzar la frontera con niños pequeños porque quieren darles una vida mejor, para luego ser enviadas de vuelta a la violencia. Desafortunadamente, la ley de asilo para inmigrantes es muy exigente, y exige demostrar que realmente usted mismo, personalmente, es el objetivo de esos abusos. El problema es que todo el mundo es el objetivo. Se dan muchas situaciones fortuitas que pueden hacer que se encuentre en el lugar equivocado en el momento equivocado. Ese “lugar equivocado” puede ser la puerta de entrada de su casa. Podrían dispararle, robarle, matarle o violarla... La vida cotidiana significa vivir con miedo en El Salvador."
Una gran cantidad de los fondos destinados por Estados Unidos a proyectos necesarios para mantener a las mujeres y los niños seguros en El Salvador se verán drásticamente reducidos en el próximo presupuesto.
En Puerto Rico, el pasado 25 de octubre, el 80% de los habitantes de la isla todavía no tenía acceso a electricidad, y alrededor del 40-45% no tenía agua corriente. Mari Carmen, unos pocos días después de que el huracán María azotara su tierra natal, publicó un artículo en The Washington Post para recordar a los ciudadanos del continente que los puertorriqueños son tan estadounidenses como los que viven en Estados Unidos.
“Escribí sobre eso desde el principio. Yo lo vi. ¡Lo vi venir! Vi el descuido, vi la falta de cuidado y entré en pánico. Ahora estamos en el día 33 ó 34 desde el azote del huracán, ¡y la cosa solo ha empeorado! ¿Quién de nosotros en el continente podría estar sin electricidad durante un mes? Es inaudito. No tengo idea de cómo esta Administración puede simplemente sentarse y limitarse a decir, ‘¡No es mi trabajo! ¡Es mejor que no se acostumbren a tener a los del FEMA cerca porque pronto se irán!’. Eso me deja sin palabras, me deja sin aliento."
Pero, por supuesto, Mari Carmen siempre está buscando la cara positiva al asunto. Y la que ella ve para Puerto Rico es el “panorama político cambiante” en Florida, que ha estado desbordada de puertorriqueños desplazados, tratándose de reubicar en el país de Mickey Mouse. Me cuenta esto con un guiño y una sonrisa de satisfacción.
Mari Carmen está convencida de que es posible sacudir realmente el status quo y conseguir que este país sea más poderoso si continúa alentando a las mujeres a sacudir aún más el panorama político, designando a las mujeres al frente de la diplomacia y otorgando a las mujeres un lugar en la mesa de decisiones.
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