En Los Estados Unidos de hoy en día, cualquiera creería que los Latinos son 100% demócratas y opuestos a todo lo que tenga que ver con el presidente Donald Trump.

Pero esto no es del todo cierto.

Previamente habíamos dicho cómo el apoyo Latino al Partido Republicano “ha cambiado poco” desde el 2002. Después de las caóticas políticas de la Administración Trump, este panorama no ha mutado como habría de esperarse.

Si bien es cierto que las elecciones de mitad de período sacudieron la base Latina que permanecía adormecida – es decir, no participativa – datos recolectados por Associated Press demostraron que “el 32% de los Latinos votó por republicanos”; esto es: 3 en cada 10 Latinos votó por el partido del gobierno, perpetuando una constante que tiene ya una década de vigencia.

Según AP, dos grupos específicos han mantenido esta tendencia: los evangélicos y los veteranos.

Durante las elecciones de noviembre, por ejemplo, “los evangélicos comprendieron alrededor de una cuarta parte de los votantes latinos, y los veteranos el 13%,” explica el medio. “Ambos grupos se dividieron aproximadamente entre los dos partidos”.

De igual manera, el “asesor espiritual” de Trump, el Reverendo Sam Rodríguez, explicó que el voto radical de los evangélicos a favor del presidente se debe a “la obsesión del Partido Demócrata con el aborto”.

“Se trata de libertad religiosa y de vida y todo lo que viene con ello”, agregó.

Por otra parte, y desde noviembre, un nuevo fenómeno se ha manifestado en la política nacional y pareciera marcar la pauta para un cambio importante: una oleada de representantes Latinos demócratas se sumó a la nueva mayoría en la Cámara de Representantes.

33 de los 44 candidatos Demócratas Latinos ganaron en las elecciones del pasado 6 de noviembre, mientras tan sólo 6 de los 15 candidatos republicanos lograron hacerse con un asiento.

Aún cuando exista una esquina Latina acérrimamente republicana, el aumento de la participación hispana en las elecciones (un 120%, según varias estimaciones) demuestra no sólo la urgencia de un cambio dentro de la comunidad, sino su manifestación a la hora de escoger a sus representantes.