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La concejala María Quiñones-Sánchez habla con Hernán Guaracao, editor y CEO de AL DÍA, el 14 de marzo. Foto: Alan Simpson / AL DÍA News
City Councilwoman María Quiñones-Sánchez speaks with Hernán Guaracao, AL DÍA publisher and CEO, on March 14. Photo: Alan Simpson / AL DÍA News

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María Quiñones-Sánchez, toda una veterana tras 12 años del Concejo Municipal de Filadelfia, asegura que las mujeres necesitan compartir con orgullo sus historias en política.

"El talento siempre ha estado ahí”, cuenta Quiñones-Sánchez a AL DÍA News. "Se trata de que las mujeres se sientan más cómodas, entren en esos espacios y se pongan al mando de sus propios espacios."

"No soy buena contando mi historia", agrega. "Porque no lo hago para alabarme. Lo hago porque es el motivo por el que me metí en esto."

L concejala María Quiñones- Sánchez habla con Hernán Guaracao, editor y CEO de AL DÍA, el 14 de marzo. Foto: Alan Simpson / AL DÍA News

La primera líder disruptiva 

La historia de Quiñones-Sánchez es un ejemplo de las medidas que presenta, y los residentes de su distrito lo saben bien.

Quiñones-Sánchez, de 50 años, ha pasado más de una década sirviendo en el 7º Distrito del Concejo de la ciudad, representando a El Barrio —que abarca parte de Kensington y Hunting Park— donde pasó su infancia. Allí fue testigo de los efectos del consumo de sustancias en sus residentes y en su padre, que tenía un problema con la bebida, según explicó Quiñones-Sánchez durante la conversación del jueves con AL DÍA.

Es la primera y única latina en el Ayuntamiento y una orgullosa boricua, producto de unos padres de clase trabajadora que viajaron de la isla a los Estados Unidos —su padre, como trabajador agrícola temporal, y su madre, como trabajadora de confección—. Con ellos en mente durante sus doce años en el Concejo, ha defendido salarios justos y abogado por aumentos de salarios mínimos tanto a nivel de la ciudad como a nivel estatal.

Puede parecer que Quiñones-Sánchez está bien establecida en su oficina, pero asegura que no es parte del establishment demócrata de la ciudad, definiéndose a sí misma como una “disruptora." Y su historial contencioso con líderes demócratas de El Barrio es la mejor prueba de ello, pues ha luchado contra la resistencia de su propio partido —no solo una vez, sino hasta cuatro— para reclamar su asiento del 7 Distrito.
 

Ella cree que el partido está "sordo" ante la revolución progresiva a la que asiste el país, con jóvenes candidatos no tradicionales dispuestos a realizar campañas de base y que se niegan a cerrar acuerdos con los poderes existentes.

“Cuando la gente repase diferentes momentos de la historia de la democracia dirá, 'no estamos yendo lo suficientemente lejos' o 'no estamos haciendo lo suficiente'", explica Quiñones-Sánchez. "Y esas voces se amplifican, y ese es el caso aquí en Filadelfia. Yo no les sigo la corriente y no estoy dispuesta a comprometer mis valores."

Quiñones-Sánchez se ha sentido presionada por las expectativas de sus oponentes de rendir homenaje a los líderes actuales, hasta asegura haber visto amenazada su posición política en la ciudad si no se arrodillaba y trataba de unir a la comunidad latina. Como una mujer, rodeada de machismo, su confianza se interpreta como arrogancia y su urgencia como radicalismo.

"Elegí a mis amigos, y definitivamente elegí a mis enemigos", asegura. “Las personas que son hostiles a mi comunidad, que quieren aprovecharse de mi comunidad, no son mis amigos. Voy a defender a los constituyentes que represento, aunque eso signifique unir esas fuerzas en mi contra, que es lo que sucedió la última vez, y lo que volverá a pasar esta."
 

Las primarias demócratas, que enfrenta a Quiñones-Sánchez con el representante estatal Angel Cruz el próximo 21 de mayo, no serán diferentes a cualquier otra elección al Concejo. Los líderes de El Barrio del Distrito votaron el mes pasado para apoyar a Cruz, que representa a una parte del Distrito 7 en el senado estatal.

Las historias detrás del cambio

Si bien Quiñones-Sánchez dijo que se esfuerza por compartir su historia cuando la ocasión lo merece, lo cierto es que su pasado siempre resuena en el fondo de sus esfuerzos legislativos.

La semana pasada, Quiñones-Sánchez se movió para proteger los derechos de 16.000 trabajadoras domésticas en la ciudad, en su mayoría mujeres de color (como algunos de los miembros de su familia), según confesó, que trabajan en las casas de otros para proporcionar comidas para sus familias. Su trabajo no regulado se realiza de manera injusta, sin garantía del salario mínimo de 15 dólares de Filadelfia, según la resolución patrocinada por Quiñones-Sánchez, que se aprobó el jueves, para que el Concejo Municipal examine sus normas laborales.
 

“No queremos que sea algo punitivo para los empleadores, queremos pedir a los empleadores que traten a los trabajadores con dignidad", asegura. "Que haya transparencia, que haya un contrato, que haya previsibilidad en torno a las horas y el pago."

Ese mismo día, también introdujo una resolución para financiar investigaciones por parte de terceros sobre el Impuesto a las Bebidas Azucaradas, y el cargo adicional de 1,5 centavos a este tipo de bebidas para ayudar a los programas de pre-kindergarten, a parques y a centros comunitarios de la ciudad. Quiñones-Sánchez se ha opuesto al impuesto desde que el alcalde Jim Kenney lo implementó en 2017, haciendo más que patente su negativa a los impuestos regresivos.

"He tomado muchas copas de vino con Jim Kenney", cuenta Quiñones-Sánchez. "Es un tipo muy agradable, pero quiero que sean responsables. Él fue elegido para servir, y yo fui elegida para defender a mis electores. Deberían trabajar en sinergia y cuando no lo hacen, está bien.”

Quiñones-Sánchez asegura que ha escuchado comentarios negativos sobre el impuesto por parte de la Cámara de Comercio Hispana de Filadelfia, también a los residentes de su distrito, quienes sugirieron que el impuesto sobre el azúcar ha tenido consecuencias involuntarias tanto para las personas de bajos ingresos como para los propietarios de bodegas, que se están viendo afectados en favor de los distribuidores de bebidas que trabajan fuera de la ciudad.

"Hacemos un flaco favor a la discusión sobre los impuestos cuando decimos ‘si estás en contra del impuesto a las sodas, estás en contra de los niños’, cuenta Quiñones-Sánchez. "No, no voy a permitir que la gente use a niños negros y morenos como una excusa para implantar impuestos regresivos."

Antes de postularse para el Concejo de la Ciudad y mientras trabajaba para el Gobierno de Puerto Rico, presentó las viviendas asequibles como una solución para a los trabajadores agrícolas ante colegas varones en el centro de Pensilvania. Ella conocía el problema porque lo había experimentado antes, hombres con demasiado tiempo y sin una familia a la que regresar, como su padre cuando llegó a trabajar a Estados Unidos.

Quiñones-Sánchez, quien en ese momento era directora regional de la Administración de Asuntos Federales de Puerto Rico, explica que las mujeres pueden aportar soluciones integrales y pensando en la familia, porque tienen perspectivas multifacéticas a la hora de abordar temas públicos.

"Es ese enfoque de los problemas que las mujeres traen a la mesa", agrega. “Es por eso que las mujeres deben sentirse muy cómodas. Crecí con una madre que nunca me dijo que no podía hacer nada, por lo que no puedo imaginar una sociedad donde a las jóvenes se les diga que no pueden, porque no es la que ví en mi casa."

"Ella me permitió ser, ya sabes, María."