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Source: Getty.
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Piratería Informática Rusa: ¿Cómo afectó las elecciones del 2016?

Un amplio reportaje de Politico demuestra cómo no estamos preparados para la Guerra Fría Digital, y nuestras democracias son las primeras víctimas.

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Mientras Demócratas y Republicanos se pasan la pelota de quién interfirió “cibernéticamente” en las elecciones del 2016 –Rusia, según toda fuente coherente– muy pocos logran realmente entender de qué se trata este tipo de piratería informática.

¿Cambiaron mi voto? ¿Votaron personas que no existen? ¿Se eliminaron datos?

La respuesta no es tan sencilla, y un largo y detallado reportaje de Politico hace el intento de explicarlo.

“Obstruir” es la palabra clave

Durante el 2016, y en especial durante los días previos a las elecciones presidenciales en Estados unidos, condados como el de Durham en Carolina del Norte encontraron problemas con el software que manejaba la lista de votantes elegibles.

Este material, que contiene todos los datos de los votantes, es manejado por un contratista llamado VR Systems ubicado en Florida, quien recibió los reportes de que el software estaba trabajando lentamente, lo que obstaculizaba los preparativos para el día de las elecciones.

Nadie sabe a ciencia cierta cómo se resolvió el asunto, pero para el día 8 de noviembre las computadoras, con el software y los datos incorporados en discos duros, estaban listas para recibir a los votantes.

“Sin embargo, casi inmediatamente, varias de ellas mostraron problemas”, explica Politico. “Algunas se colgaron o se congelaron. Otras indicaron que los votantes ya habían votado cuando no lo habían hecho. Otras mostraron una alerta diciendo que los votantes tenían que mostrar su identificación antes de poder votar”.

A pesar de que los funcionarios estatales ordenaron que se llevara a cabo el voto manual en el condado de County, el proceso se enlenteció a tal punto que muchas personas se cansaron y se fueron a sus casas sin votar.

Phishing Ruso

Fue precisamente el VR Systems el foco de campañas de phishing (abuso informático que intenta conseguir información confidencial a través de perfiles digitales falsos) orquestadas por Rusia.

Los empleados de la compañía recibían correos electrónicos falsos con archivos dañados que permitían el acceso a información y a los sistemas.

A pesar de que la compañía ha asegurado que la campaña fue infructuosa, la evidencia parece decir lo contrario.

Meses antes de las elecciones, el mismo sistema fue utilizado para piratear el servidor del Comité Nacional Demócrata (DNC) y del Comité de Campaña Demócrata en el Congreso (DCCC).

Sólo hace falta recordar el robo de miles de correos electrónicos de la candidata a la presidencial Hillary Clinton por parte de los hackers rusos, quienes los hicieron públicos a través de WikiLeaks.

Sin embargo, el informe del abogado especial Robert Mueller hace insistencia en que no existe evidencia de alteración de votos durante el ataque ruso.

¿Podemos defendernos?

La investigación Mueller intentó hacer justicia al acusar a funcionarios y agencias rusas de injerencia en las elecciones del 2016, argumentando que los piratas habían logrado vulnerar “al menos una compañía” que crea los software para manejar los procesos de votación.

Pero a pesar de las advertencias del FBI durante los meses previos a la elección, nada concreto pudo hacerse para evitar el extraño tráfico en las redes de la compañía, y el gobierno no ha dado señales de que se pueda hacer algo al respecto para evitar un ataque parecido durante las elecciones del 2020.

Según reportó el Washington Post, el Comando Cibernético del ejército estaría desarrollando “tácticas de guerra de información que podrían desplegarse contra altos funcionarios y oligarcas rusos si Moscú trata de interferir en las elecciones estadounidenses del 2020”.

La idea, según dijeron funcionarios al medio, sería “mostrar que los datos personales sensibles del objetivo podrían ser atacados si la interferencia no se detiene”.

Es decir que estaríamos entrando en algo así como una versión digital de la Guerra Fría, donde las amenazas ya no son cabezas nucleares sino el chantaje de información.

¿Será suficiente?