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El presidente estadounidense Donald Trump (c) habla durante una reunión con miembros del Congreso para discutir sobre la seguridad escolar y comunitaria, en la Casa Blanca, en Washington (Estados Unidos) el miércoles 28 de febrero de 2018. EFE/SHAWN THEW
El presidente estadounidense Donald Trump (c) habla durante una reunión con miembros del Congreso para discutir sobre la seguridad escolar y comunitaria, en la Casa Blanca, en Washington (Estados Unidos) el miércoles 28 de febrero de 2018. EFE/SHAWN THEW

Un "comprensivo" Trump se pone del lado de los Demócratas en el asunto de las armas

Durante una reunión con los representantes de ambos partidos, el presidente Trump rompió el protocolo republicano y abrazó medidas más "comprensivas" y hasta…

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En los Estados Unidos de hoy, nada es más complicado que la maratónica tarea de seguirle el paso a las declaraciones del presidente.

Bien sea por presión de la opinión pública o por sus impulsivos cambios de parecer, el presidente Trump no deja de sorprender al país.

Después de que un joven de 19 años arremetiera contra sus ex compañeros de clase con un rifle de asalto semiautomático, cobrándose la vida de 17 estudiantes en Parkland (Florida) el pasado 14 de febrero, el gobierno se ha visto acorralado entre organizaciones poderosas como la National Rifle Association y el activismo político de un ejército de adolescentes que quiere un cambio definitivo en la legislación del porte de armas.

La respuesta inicial del presidente fue, como era de esperarse, la menos lógica de todas: había que armar a los profesores para evitar que los tiroteos continuasen. Muchos, incluidos algunos senadores de su bancada Republicana, se opusieron radicalmente a la medida. Sin embargo, el Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes de Florida, de mayoría republicana, votó a favor de un programa para armar a los docentes en las aulas, siguiendo las recomendaciones de su cacique en jefe.

Pero la presión pública aumenta cada día y pone en riesgo los resultados de las elecciones de mitad de período este año, donde se prevé un giro de favoritismo hacia el Partido Demócrata, especialmente cuando el movimiento estudiantil de Parkland ha hecho campaña contra los Republicanos insistiendo en “sacarlos a punta de voto”.

Y no hay nada que desestabilice más a Donald Trump que el descontento y la crítica popular.

Evidencia de ello fue su errático y surreal comportamiento en una reunión televisada durante la tarde del pasado miércoles entre legisladores de ambos partidos y los líderes de su administración, donde se debatía una propuesta bipartidista para regular el porte de armas.

Según reportó CNN, el presidente “desafió la tradicional ortodoxia del GOP en un asunto tan esencial para la marca republicana como son las armas”.

Todo el país pudo ver en las pantallas de sus televisores como un presidente ansioso abrazaba extrañamente un bipartidismo sin una aparente agenda oculta, separándose de sus previas declaraciones ante la National Rifle Association, y pidiendo que se aumentara la edad legal para el acceso a las armas de 18 a 21 años. Asimismo, Trump solicitó que se aumentaran los chequeos de antecedentes, se eliminaran las culatas de recambio (“bump stocks”), se revisara la NICS (Sistema Nacional Instantáneo de Chequeo de Antecedentes Criminales) y se creara “una sola propuesta de ley comprensiva”.

Sí, el presidente solicitó una “ley comprensiva”.

Lo que dejó más confundidos a todos – en especial a los representantes demócratas, quienes por primera vez sintieron un halo de optimismo al escuchar al presidente – fueron sus constantes comentarios hacia (¿contra?) la NRA. “Algunos de ustedes le temen a la NRA. No pueden temerle”, dijo Trump, aunque repitiendo varias veces que “no existe mayor fanático de la NRA que yo”.

Finalmente, el presidente demostró su poco conocimiento sobre el estado de derecho, al sugerir que, en casos donde se presuma que el portador de armas sea una persona peligrosa, “quítenle las armas primero, y luego se le procesa legalmente”.

Este “nuevo” presidente pareciera querer reducir el espacio en el pasillo entre Republicanos y Demócratas, bien sea para recuperarse un poco en el índice de aprobación pública o para tomar la batuta en un tema muy sensible, aprovechándose de una herramienta que sus predecesores no habían tenido hasta el momento: la mayoría Republicana en el Congreso.

Pero habrá que esperar a ver si el presidente realmente apoyará medidas “comprensivas” en el asunto o volverá sobre sus pasos y se contradecirá como ha pasado con frecuencia, dejando el tema enfriar al igual que sucedió con el Programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) hace tan sólo semanas.