Cada vez más personas se animan a seguir la llamada “operación bikini”. Cuando el calor se acerca, nos preocupamos más de nuestro aspecto y de cómo nuestro cuerpo lucirá durante los días de vacaciones. Comienza entonces una frenética lucha para conseguir la figura que consideramos “ideal”.

El impacto de la publicidad, el canon de belleza establecido por las marcas y la moda puede hacer que estas ganas de “sentirse sano” puedan tornarse en una obsesión por el cuerpo. Los expertos recuerdan que los mensajes que la publicidad envía sobre el cuerpo perfecto pueden afectar de manera muy directa a los sectores más vulnerables de la población. Por ejemplo, a los adolescentes.

Es importante que durante la época previa al verano, los padres y profesores vigilen a los adolescentes y den la señal de alarma al menor síntoma de la existencia de un Trastorno de la Conducta Alimentaria. Los expertos recomiendan que las marcas y los medios cuiden los mensajes que publicitan en redes sociales. La población que recibe esos impactos es cada día más jóven y fácilmente influenciable.

Cómo detectar un Trastorno de la Conducta Alimentaria

Padres y profesores deben estar al tanto de la conducta de hijos y alumnos, anotando cualquier sospecha de que el adolescente está sufriendo un Trastorno de la Conducta Alimentaria. Las señales de presencia de un trastorno de estas características puede verse reflejado en situaciones como las siguientes:

• Incremento del ejercicio físico.
• Cambios extraños en la dieta habitual.
• Mucho tiempo en el baño tras ingerir comida.
• Cambios en el carácter.
• Sentimiento de preocupación constante tanto por la comida como por la imagen.
• Obsesión por esconder el cuerpo. Uso de ropas holgadas.
• Signos físicos de desnutrición y ausencia de la regla en las mujeres.

Ante la aparición de alguno de estas conductas, es muy importante recurrir a la ayuda de un profesional. La rapidez puede ser clave en algunos casos.