Si creyéramos en la narrativa actual de que sólo las personas parecidas a Steve Jobs, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, y Bill Gates pueden convertirse en los próximos innovadores, Filadelfia estaría frita. Aún mientras jugamos con una buena combinación de palabras como “Pennovation Center”, “Phillycon Valley”, el “Silicon Valley of Health,” o el nuevo experimento conjunto de Drexel y Brandywine denominado “Schuylkill Yards”.

Esta ciudad como muchas otras en toda la nación, se ha convertido en un centro urbano de “mayoría minoritaria”. Donde los latinoamericanos, afroamericanos y asiático-americanos actualmente constituyen la mayor parte de los residentes de la ciudad.

Sin embargo, quienes acceden a la educación superior aún son pocos. Especial cuando se trata de las mejores escuelas, en los recintos universitarios de U. Penn, Drexel, Villanova y otros.

Allí, los pocos latinos y/o estudiantes de orígenes multiculturales son simplemente representaciones simbólicas. Tendiendo a confundirse con muchos otros que llegan desde lugares tan lejanos como China, para educarse en las escuelas Ivy League que Filadelfia tiene la dicha de alojar.

Como sugiere nuestro artículo de portada, necesitamos reimaginar la forma en que enseñamos a los residentes más jóvenes de Filadelfia ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM por sus siglas en inglés). Para que nuestra ciudad pueda liberar el extraordinario potencial de  innovación tecnológica que está latente en nuestros vecindarios.

Deberíamos considerar la urgente necesidad por diversidad en la industria tecnológica y las muchas formas alternas en que las personas pueden involucrarse con la educación tecnológica.

Cambiando la narrativa y las formas en que les enseñamos  sobre tecnología a nuestros jóvenes, educadores como el Dr. Youngmoo Kim y la Dra. Jamie Bracey pueden redefinir la percepción de Filadelfia como una ciudad llena de potencial para alterar y transformar la industria.

Disfruta del articulo completo en las páginas 11 a 17.