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Elka Gilmore falleció el pasado año pero su legado, al igual que sus platos, es difícil de olvidar. Photo: San Francisco Chronicle. 
Elka Gilmore falleció el pasado año pero su legado, al igual que sus platos, es difícil de olvidar. Photo: San Francisco Chronicle. 

Elka Gilmore, la chef queer de San Francisco que llevó el orgullo a los fogones

Gilmore fue mentora de algunas de las mejores chefs lesbianas del país y convirtió el mundo de la alta cocina, un feudo tradicional de hombres, en un espacio…

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Subida sobre una caja de leche porque no llegaba al fregadero con su menuda estatura, Elka Gilmore, de 11 años, lavaba con esmero los platos en un restaurante francés de Austin, Texas, con un propósito muy claro: ganar algún dinero para largarse de casa. 

Cinco años después, cuando cumplió 16, había ahorrado lo suficiente para irse a vivir con su abuela a Madison. Eran principios de los 70’, una década en la que empezaba a respirarse nuevos aires de libertad también en la cocina, y Elka, que se había criado en una, consiguió varios trabajos como pinche y luego cocinera hasta granjearse cierta fama en restaurantes de medio país, desde Nueva York, a Boston, pasando por Los Ángeles, e incluso en Francia. 

Para cuando llegaron los años 90, la niña que empezó lavando platos se había hecho un sitio entre los mejores chefs de San Francisco y el secreto de su éxito no sólo fue el atún con berenjena ni su exclusiva mermelada de tomate, sino su activismo gastronómico: Gilmore aspiraba a abrir camino a otras chefs queer como ella en un espacio donde el delantal lo llevaban los hombres. 

“Soy partidaria del concepto de que es tremendamente útil par el mundo que los gays salgan (del closet)”, dijo la artista culinaria a un periodista a mediados de los 90. “He vivido mi vida de esa manera durante los últimos 22 años o más, una parte significativa de mi vida”. 

Era cierto. Según explicaba la chef, tuvo su primera relación lésbica de una forma muy temprana, a los 12 años. Desde entonces, jamás había ocultado su homosexualidad y estaba decidida a ganar ese espacio de sabores y texturas para sus compañeras queer. 

Así fundó sus restaurantes, en los que se rodeó de un equipo de talentosas cocineras como la chef Traci Des Jardins, con quien ya había inaugurado su primer negocio en 1991, con una mezcla de recetas franco-japonesas, y Elizabeth Falkner como pastelera. De hecho, ambas profesionales de la cocina se convirtieron en celebridades, abriendo a su vez sus propios negocios gracias a la oportunidad y el legado de Elka Gilmore, quien fue mentora de geniales artistas queer de los fogones.

“Para los críticos gastronómicos del área de la bahía, parecía como si un oasis culinario gay hubiese brotado de la noche a la mañana bajo la vigilancia de Gilmore”, escribió la periodista gastronómica Mayukh Sen. 

“Ese equipo que reunió -parecía ser el nacimiento de una facción de chefs lesbianas realmente talentosas”, dijo a su vez la veterana escritora de Gourmet Maria Binchet sobre la chef. “Había un nuevo flanco ganando impulso, independiente del típico mundo de los chefs masculinos”. 

Vivir sin miedo

Como reconoce Sen, San Francisco ya había conocido antes a otros extraordinarios chefs gays, pero eran en su mayoría hombres. Estaban el chef Gary Danko, del Ritz-Carlton, y Tower Jeremiah, del Chez Panisse y más tarde el Stars. “Tower y Danko, después de todo, son hombres, lo que garantiza ciertos privilegios y una oportunidad más segura de longevidad en la memoria cultural americana”, matizó la periodista en su artículo de Eater.

“Creo que fue pionera en muchos sentidos”, reconocía la pastelera Dana Farkas, que había trabajado con ella. 

Gilmore tenía un don para inspirar a las personas con las que colaboraba en la cocina -una familia elegida- y su fama ayudó a ampliar la visibilidad de la comunidad LGBTQ relacionándola con un arte que le permitía llegar a la conciencia y el corazón de la gente a través del estómago. 

Su carrera hacia la fama no estuvo exenta de obstáculos. 

Antes de abrir sus restaurantes, varios dueños de negocios rechazaron a Gilmore por su identidad como mujer gay. También se la acusó de estar detrás de un asunto muy turbio: 18 meses después de que abriera su último restaurante, el “bistro asiático” Oodles, en 1998, el local se incendió. Más tarde fue señalada como causante del robo que cerró el negocio y, según apunta Mayukh Sen, fue detenida a finales de los noventa por robo, fraude y usurpación de identidad. 

Elka Gilmore, que falleció el pasado 2019 a los 59 años, se retiró de la vida pública, pero jamás de la cocina. Acabó impartiendo clases a personas de bajos recursos.

¿Importaba realmente que Elka Gilmore fuera una persona queer en su oficio como artista de la cocina? Para el paladar, no. Sin embargo, como bien señala Sen, su trabajo empoderó a otras jóvenes chefs gays que la siguieron. 

“La historia puede recordarla como una defensora de las mujeres en la cocina que poseía una visión culinaria distinta”, dice, y además vivió sin miedo. Orgullosa entre fogones. 

 

Historia original de Mayukh Sen para Eater.