Un viaje por la línea que le da vida a Filadelfia
Un recorrido a lo largo de la línea Market-Frankford se convierte en un retrato hablado de lo que significa este tramo del sistema de transporte para la ciudad.
La línea del metro Market-Frankford es la principal arteria de Filadelfia. Por ella, miles de personas se transportan diariamente desde el oeste, este y noreste hacia el centro, haciendo de su operación una metáfora perfecta sobre lo bello y lo horrible de la vida y por qué, a pesar de de la pobreza que la circunda en muchos tramos, la MFL o El -como también es conocida- se ha constituido en los últimos años en un impulso importante para el resurgimiento económico, social y cultural de la ciudad entera.
Eso se puede ver, en parte, en un video producido por el Philadelphia Inquirer y el portal BillyPenn en el que ambas casas periodísticas registran, punta a punta, las opiniones de los usuarios que a diario hacen el ruidoso viaje desde sus casas a sus lugares de trabajo o de estudio.
Estación por estación, las voces de los transeúntes crean un retrato hablado del sistema, de lo que significa para sus vidas, de las cosas que se ven y se huelen, de sus fortalezas y sus deficiencias.
“A veces huele a marihuana”, comenta un usuario consultado en la estación de Frankford Transportation Center. Una estudiante del Philadelphia Community College que vive por la zona de Allegheny dice que lo toma “todos los días para ir al college”, alguien en Somerset reconoce que la velocidad es la razón principal por la que la toma. Así como para varios la línea es su principal medio de comunicación con el resto de la ciudad, hay otros que aborrecen el verse obligados a subirse a la misma.
Y no es para menos; los tramos elevados de la MFL pasan sobre barrios deprimidos en los que el ruido de los rieles golpea y retumba fuerte en las cabezas de miles de drogadictos que deambulan por toda la avenida Kensington, recordando que allá abajo hay una pesadilla latente que muchos intentan ignorar mientras viajan a sus destinos finales.
Pero si bien el ruido y la sombra de la línea elevada han marcado durante décadas una especie de mapa de la pobreza en el norteste de la ciudad, también es cierto que este tramo del sistema de transporte público ha sido una de las principales palancas sobre las que el crecimiento poblacional de Filadelfia se ha impulsado desde el año 2000.
De acuerdo con otro articulo del Philadelphia Inquirer publicado en marzo pasado, la línea Market-Frankford ha jugado un papel importante en la expansión demográfica de la ciudad en sectores que antes ni siquiera se consideraban como habitables.
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“Mucho del resurgimiento de Filadelfia tiene que ver con la MFL. Si no se cuentan las cifras del censo sobre la población que colinda con la línea, la tasa anual de crecimiento de la ciudad llega solo a 0,4 por ciento. Si se incluye la población que vive alrededor de la EL, la tasa anual sube a 1,5 por ciento”, asegura el artículo.
Según el mismo medio, entre los años 2000 y 2014, la población circundante a lo largo de la línea creció un 7,4 por ciento, pasando de 205.000 a 220.000 personas en el período analizado. Sectores como Fishtown, Northern Liberties y University City son algunas de las áreas con mayor crecimiento.
Ese crecimiento ha tenido un impacto directo en la revitalización del trayecto que, en décadas anteriores, estuvo incluso a punto de desaparecer gracias a una mezcla de bajos índices de uso, deficiencia en la infraestructura y recortes presupuestales.
Sin embargo, a partir de la entrada del nuevo milenio, la vida del trayecto empezó a cambiar según fueron apareciendo negocios y nuevas caras en los barrios.
“Veintidós de las 28 estaciones han experimentado un incremento de usuarios en los últimos 15 años (…) Las estaciones con mayor incremento, del 214 por ciento, fueron la Berks en Fishtown y las del sector de Kensington”.
Por su naturaleza masiva, los sistemas de transporte público suelen brindar una oportunidad para sumergirse en la psiquis de sociedades que habitan grandes ciudades. En Filadelfia, la línea Market-Frankford no solo es un viaje que conecta físicamente al este con el oeste, también es un recorrido por los rostros que circulan a lado y lado de la línea y cuyos gestos y arrugas permiten ver las diferencias sociales y económicas de un colectivo humano que comparte, sin conocerse, el mismo hogar.
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