No es Starbucks. Es la nación entera
La polémica de la compañía americana por racismo pone nuevamente en evidencia un problema arraigado en la cultura estadounidense.
Miles de personas a nivel mundial recurren a las cómodas instalaciones de Starbucks para tomar un café, trabajar, reunirse, utilizar el WiFi o sencillamente pedir un “café” y subir su foto a Instagram, sin preocuparse por cómo serán percibidos a la hora de ser atendidos.
Pero un incidente en Filadelfia el 12 de abril sacó a la luz pública la peor faceta de la atención al público en Estados Unidos, cuando dos ciudadanos fueron arrestados por la policía tan sólo por su apariencia física.
Fue a causa del “prejuicio inconsciente” de una de las empleadas que dos individuos afroamericanos fueron sacados de las instalaciones esposados, bajo el argumento de “estar ocupando una mesa sin haber consumido”, explica The Guardian.
En realidad, los dos jóvenes esperaban a un amigo que estaba en el baño.
Para cualquier persona se trató de una caracterización racial que pone en evidencia uno de los peores problemas en la cultura estadounidense.
Para Carron J. Phillips, esto no es nada nuevo: “por cientos de años, las personas negras en este país han vivido por un set diferente de reglas. Existen ciertas cosas que sabemos que sencillamente no podemos hacer”. En su columna para el NY Daily News, Phillips explica el condicionamiento cultural al que son sometidos los ciudadanos de color en base a arcaicos prejuicios.
“No camines en una tienda con tus manos en los bolsillos porque no quieres ser acusado de haber robado algo. No camines/manejes a través de áreas transitadas después del atardecer porque no quieres ser sospechoso de ser un delincuente”, explica.
Si bien el director ejecutivo de Starbucks, Howard Schultz, admitió sentirse “avergonzado” por la manera en la que la empleada manejó el incidente y aseguró que “eso no es lo que Starbucks representa”, el incidente en Filadelfia sencillamente “plantea dudas sobre cuán arraigada puede estar la sensibilidad de Schultz ante la discriminación racial dentro de la compañía”, argumenta el Washington Post.
“Las empresas que defienden los valores liberales no están libres del sesgo racial y la insensibilidad,” continúa el diario. “Incluso las empresas con sede en el Seattle profundamente azul con programas de asistencia para la matrícula y encabezados por líderes que denuncian las prohibiciones de ingreso de los países musulmanes son capaces de albergar racismo”.
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Y es que el problema va más allá de una estrategia de control de daños. El problema es idiosincrático.
En el vídeo registrado por uno de los consumidores en el local de Filadelfia – y que se ha hecho viral en las redes – un hombre blanco le pregunta a los oficiales si los jóvenes negros están siendo arrestados por su color de piel. El oficial responde con tranquilidad que “si”.
Pero los funcionarios de la policía no representan a Starbucks.
Leonard Pitts Jr. argumenta que la compañía “no es el problema”.
“Estados Unidos es una nación aún infectada con la misma idiotez que nos ha molestado desde antes de que Thomas Jefferson escribiera esas nobles palabras que él no creía acerca de que todos los hombres fueran creados iguales”, escribe el columnista para el Miami Herald. “Ahora, como entonces, algunos de nosotros creemos que puedes juzgar las intenciones y el valor de una persona por el color de su piel”.
El caso de la cafetería en Filadelfia ha impulsado a otras personas a compartir sus experiencias con Starbucks, demostrando que el racismo no puede ocultarse de las redes sociales.
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