El “yoggatón”, un perreo espiritual para sacudirse los traumas coloniales y mucho más
¿Qué tiene que ver Gloria Anzaldúa con Bad Bunny? ¿Y una asana con el twerking? Este es el nuevo yoga latino que se ha impuesto en la pandemia.
Unos 500 millones de personas practican alguna variante de yoga en todo el mundo. Sí, exacto “una variante”, porque cuando esta disciplina fue creada en la India hace más de dos mil años era una larga preparación física para la meditación, que es su eje central. Pero al llegar a Occidente, de la mano de algunos gurús, se fue adaptando poco a poco al pensamiento Oriental secularizándola en gran medida.
Aun así, sigue siendo una de las prácticas preferidas de muchas personas que, apropiacionismo aparte, tiene grandes beneficios sobre el cuerpo y la mente.
Y ahora también, gracias a una bailarina boliviana instalada en Berlín, se ha entretejido con un baile con el que parecía tener poco o nada que ver, el reggaetón.
A Maque Pereyra, la ideóloga de esta suerte de “perreo espiritual”, la idea le vino volviendo a casa de una fiesta, cuando sintió que necesitaba hacer estiramientos.
“Dije, me pongo reguetón, porque tengo todavía el sentimiento de la fiesta dentro, pero necesito estirar sí o sí, si no, de esta no sobrevivo”, explicó a EFE.
"Entonces me puse a hacer yoga y empecé a permitirme mover el culo y perrear mientras lo hacía. A partir de eso vi, guau, que esto tenía algo super hipnotizante", dijo Pereyra.
“Qué rico se siente: perreo bocabajo, volver, respirar, inhalar, saludo al sol, otra vez, perrear”, fue diciéndose Manque a medida que las horas pasaban.
Sus raíces latinas y sus conocimientos académicos se alinearon en ese preciso momento. Y alcanzó una suerte de “nirvana” en forma de nudo cultural.
Porque Pereyra, que había estudiado danza clásica y ballet en Bolivia antes de mudarse a Berlín, en 2016, estaba en aquel entonces realizando un máster de danza en el Centro Interuniversitario de Danza de la Universidad de las Artes de Berlín (Universität der Künste).
Trabajaba sobre las estéticas queer, descoloniales, el pensamiento no binario, la idea del otro y el ser migrante… Y todos esos conocimientos se sumaron para crear una nueva filosofía, el yoggatón.
Hace unos años asistimos a la creación del “metal yoga”, una suma de las posturas del yoga y la estridencia del heavy metal. Pero entonces el estilo no estaba acompañado tanto con un corpus teórico, sino que era más bien una variante para amantes de esa música.
En el yoggatón, la técnica del yoga se combina con el “perreo intenso” y la música de Bad Bunny o Maluma para meditar en movimiento que es a la vez pura diversión, dice su creadora.
"Ese sudar, sentirse sensual, tocarse, exhalar fuerte, ir con el 'beat' del perreo y combinarlo al mismo tiempo con una meditación a través de la respiración bastante profunda, es lo que ofrece yoggatón a diferencia de las otras prácticas de yoga", señala Pereyra.
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Por un lado, los ejercicios del yoga tradicional, cuyos beneficios están científicamente avalados, ahuyentar los pensamientos tóxicos; por el otro, las danzas tradicionales latinas en las que se basa el reguetón y sus movimientos repetitivos, especialmente de piernas, nos “enraízan” a la tierra. Nos devuelven, dice la bailarina, al ahora y nos sacan de nuestra mente.
El cuerpo como una geografía de traumas y como un lugar en disputa colonial ha sido ampliamente estudiado y reivindicado por el feminismo.
Y aunque la palabra “desculonización” pueda resultar risible, no es ni mucho menos un chiste. Se trata, señala Maque Pereyra, de una metodología creada por la artista brasileña ReKebra para localizar la colonización en el cuerpo.
"Para Yoggatón tiene que ver con procesos de sanación integrales donde lo social también es corporal y, así como el Sur, por regla general, es relegado y sigue siendo saqueado, el culo es todavía una parte de nuestro cuerpo sobre la que no se habla con suficiente apertura y que a nivel emocional contiene herencias coloniales de vergüenza, miedo y culpa", señala Pereyra, que aplica en sus clases el perreo "deculonial".
Maque le suma ideas del feminismo chicano de Gloria Anzaldúa y se refiere a esta práctica como una suerte de activismo espiritual, que considera la curación un acto colectivo; es decir, político.
"El culo es todavía una parte de nuestro cuerpo sobre la que no se habla con suficiente apertura y que a nivel emocional contiene herencias coloniales de vergüenza, miedo y culpa"
Además de reivindicar las espiritualidades que fueron censuradas por el colonialismo, apartándonos de nociones binarias como bueno/malo, civilizado/salvaje… O yoga/reguetón. Liberándonos de estigmas y aparentes contradicciones que niegan el placer y el cuerpo, y son causa de bloqueos emocionales y ansiedades.
"A partir de la concentración en la respiración, de sentir la piel, el sudor y la postura, el yoggatón permite que tomemos una mayor conciencia de nuestro propio cuerpo y, así, de darnos tiempo a nosotros mismos, lo que tiene mucho que ver con la sensualidad y el placer", sostiene, y añade que esta nueva filosofía hecha de muchas otras es un antídoto al pensamiento colonial.
Ahora que la pandemia ha convertido nuestras casas en improvisados gimnasios y acercado continentes a través de lo virtual, pueden probar las clases de este yoga sabrosón en YouTube. Perreen AQUÍ.
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