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Protesta contra Richard Alatorre, años 60. Photo: Nancy Von Lauderback Tovar -Archivos de Lydia López. 
Protesta contra Richard Alatorre, años 60. Photo: Nancy Von Lauderback Tovar -Archivos de Lydia López. 

En el sótano de esta iglesia se encuentra el corazón del Movimiento Chicano de L.A. Ahora todos oyen su latido

La Iglesia de la Epifanía fue la sede del periódico La Raza y el epicentro de las luchas civiles de los 60’. Hoy, además, es un monumento.

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Escritores como el británico Ian Sinclair han hecho del paseo un ejercicio de psicogeografía; es decir, caminar por un lugar conociendo la historia de ese lugar cambia totalmente nuestra percepción acerca del espacio. Nos sumerge literalmente en la historia. O empieza a sumergirnos… 

Ya que de los más de 86.000 sitios emblemáticos reconocidos por el Registro Nacional de Lugares Históricos, tan sólo un 8% están asociados a afroamericanos, latinos, asiáticos y otras minorías. 

Y, concretamente en la ciudad de Los Ángeles, tan sólo un 10% de los emplazamientos asociados a mujeres, comunidades BIPOC o LGBTQ se han convertido en monumentos. 

El pasado mes de enero, el Registro Nacional, en un esfuerzo más por reescribir la historia y su impronta para que sea la de todos, sumó a la lista la icónica Iglesia de la Epifanía, en el barrio angelino de Lincoln Heights.

El templo, que se construyó en 1887, se convirtió en la década de 1960 en el epicentro del Movimiento Chicano y en un refugio y espacio para la lucha por los derechos civiles, y sigue siendo hoy, medio siglo después, un pilar para la comunidad. 

The sanctuary of the Church of the Epiphany. PHOTO BY ERIN SULLIVAN.

“Lloré porque necesitaba un lugar como chicana y un lugar como cristiana al que llamar hogar”, la angelina Lydia López recuerda la primera vez que visitó la Iglesia de la Epifanía, en 1968.

López se estaba manifestando en un piquete para apoyar al activista mexicoamericano Sal Castro, que había sido expulsado de las aulas tras participar en los paros estudiantiles, cuando el profesor de la UCLA recientemente fallecido, Juan Gómez-Quiñones, le habló a Lydia de una fiesta que se celebraba en la parroquia. 

El interior, con sus techos altos y emblemas religiosos, estaba decorado con papel picado y la música de una banda de mariachis envolvía a los asistentes. 

Era la primera vez, dijo López, que había crecido en una iglesia baptista, que veía reflejada su identidad en un lugar de culto.

Todo en la Iglesia de la Epifanía nos remite a los años dorados de la Raza; en su sótano, que hoy está en remodelación para convertirlo en sala de actividades, se gestó el periódico La Raza, liderado por Ramsés Noriega y Rosalio Muñoz, principales organizadores de la primera Moratoria Chicana contra la Guerra del Vietnam. 

La Epifanía también fue el lugar escogido por los activistas durante la campaña presidencial de Robert F. Kennedy y el punto de reunión para organizar los paros estudiantiles en protesta por las desigualdades en las escuelas del este de Los Ángeles. 

El activista y líder del movimiento campesino Cesar Chavez tomó el púlpito y predicó por la justicia social en aquel mismo lugar y, años más tarde, la parroquia sirvió como refugio para los inmigrantes centroamericanos que huían de la violencia de sus países. 

Cesar Chavez speaking at the Church of the Epiphany, 1982. PHOTO BY NANCY VON LAUDERBACK TOVAR, CHURCH OF THE EPIPHANY ARCHIVES.

“Ese es el legado de la iglesia”, dijo su vicario, el padre Tom Carey, a LA Times. “Es un lugar donde la gente se ha expresado". 

De hecho, la Epifanía fue de los pocos templos que se convirtió en un verdadero apoyo a la lucha por la igualdad en tiempos en que los católicos latinos se quejaban de la poca implicación de la Iglesia Católica en las causas de las minorías. 

Con sonados enfrentamientos como el de Católicos por la Raza en la vecina iglesia de San Basilio, en 1969, donde una víspera de Navidad la policía tuvo que mediar y el cardenal James Francis McIntyre trató de cerrar a los furiosos fieles las puertas en las narices. 

La parroquia ha seguido celebrando durante la pandemia sus servicios bilingües, aunque de forma virtual. En tanto atiende a las familias locales que necesitan alimentos y se suma a las protestas y los reclamos de alivio para los pequeños comerciantes.

Todo ello, mientras emprende un proceso de remodelación gracias a una campaña de crowdfunding lanzada después de conocerse su conversión a monumento histórico del país. 

Lo que hace que un lugar sea sagrado “es lo que ha ocurrido allí en el pasado”, concluye el padre Carey. “Lo que sigue ocurriendo allí”.