La vida secreta de las abejas azules
Una rara especie de abeja azul, que se creía extinta, fue hallada de nuevo en Florida.
La vieron por primera vez en 2011, con su exoesqueleto azul y cara barbada, luego en el 2016 y eso fue todo. No volvieron a encontrar rastro de la calamintha azul, la rara abeja endémica de la Florida. Parecía haberse extinguido.
En marzo de este año, Chase Kimmel, un investigador del Museo de Historia Natural de Florida logró verlas de nuevo. Al principio no creía en lo que le decían los ojos, revisaba una y otra vez las fotografías que había logrado tomar y no dormía de la emoción, le contó a Smithsonian Magazine.
Normalmente Kimmel habría podido contar con el apoyo de voluntarios para hacer observaciones de campo en el Lake Wales Ridge, pero este año fue imposible debido a la pandemia.
Aún así, dado que las observaciones de Kimmel eran, especialmente, en áreas protegidas, siguió adelante con ellas, poco a poco. Sobre todo porque tenía el tiempo en contra: la calamintha azul sólo ha sido vista en primavera, simpre entre el 9 de marzo y el 30 de abril.
Kimmel logró identificar a la abeja en los tres lugares en que había sido vista inicialmente –en el 2011 y 2016– y seis locaciones adicionales, tan lejos como a 50 millas de los tres iniciales. Lo que significa que el territorio que ocupan estas abejas azules es mucho más amplio de lo que se pensaba inicialmente, aún a pesar del deterioro de su medio ambiente.
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Pero las pocas veces que los científicos han logrado avistarla –y nunca han visto más de tres abejas a la vez– los han dejado con más preguntas que certezas.
La calamintha azul es una abeja solitaria, no vive en colmenas. Por el género al que pertenece (Osmia), los científicos asumen que cada abeja hembra es fértil y hace nidos individuales, pero hasta ahora no han logrado encontrar ninguno.
Esta abeja, además, se comporta de un modo inusual: a diferencia de las otras abejas que visitan su misma flor (la calamintha ashei), la calamintha azul tiende a untarse la cara mucho más de polen y a dejarlo ahí, sin acicalarse para pasarlo al abdomen. Y nadie sabe por qué ni por qué es azul.
Y también está el misterio de cuántas de ellas habrá.
En este momento, Kimmel y sus colegas están en una carrera contra el tiempo, buscando recabar suficiente información para lograr que tanto la abeja como su hábitat sean protegidos. Ojalá no pasen otros seis o cuatro años antes de que volvamos a tener noticias de esta pequeña azul.
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