Emma Gonzalez y Alexandria Ocasio-Cortez: Las mujeres Latinas dicen ‘eso es mentira’
Durante el que se ha convertido en un tumultuoso segundo año para el presidente Trump, dos líderes latinas han emergido, desafiando al establishment y…
Sobrevivir a un tiroteo en su instituto con 18 años y liderar un movimiento a nivel nacional que quiere prevenir que estos horribles incidentes se repitan, es algo que no sucede todos los año. Esta es Emma Gonzalez.
Resultar elegida a la Cámara de Representantes de los Estados Unidos a los 29 años, mientras desafía el status quo de la política de Washington, tampoco es la norma. Nos referimos a Alexandria Ocasio-Cortez.
Estas dos jóvenes latinas, inspiradoras y pioneras, han canalizado la antes no explotada energía de las bases en la era de Trump, cambiando lo que pensábamos que sabíamos sobre nuestra política, nuestras armas, y, quizás lo más importante, nuestras mujeres latinas.
Toda revolución comienza con una palabra.
A lo largo de la historia, las minorías han adoptado las etiquetas que les han impuesto, tanto los medios de comunicación como los grupos predominantes de la sociedad, para demostrar que su fuerza como colectivo es mucho mayor que de forma individual.
Desde ‘braceros’ hasta ‘espaldas mojadas’, los latinos han tenido que soportar estar asociados a trabajos como ‘jardineros’, ‘empleados del hogar’ y ‘repartidores’.
En paralelo, las mujeres han colgado sus delantales para liderar una pelea marchando en las calles, quemando sostenes y demostrando que son igual de eficientes y capaces, que cualquier hombre, de ocupar puestos directivos.
En medio de la revolución #MeToo y los esfuerzos para contrarrestar la hostilidad desproporcionada de la administración Trump hacia los hispanos del país, dos líderes importantes, no solo han ganado un asiento en la mesa de discusión pública; sino que han volcado esa mesa, para exigir un cambio en las reglas del juego –en lo relativo a dónde y cómo se concentra el poder, y se realiza la toma de decisiones en Estados Unidos–.
Nos referimos a Emma González y Alexandria Ocasio-Cortéz, dos jóvenes de ascendencia latina que han roto estereotipos, abriendo camino hacia el surgimiento del arquetipo de la líder latina. Porque sin duda, hoy, más que nunca, el futuro es latino.
El Día de San Valentín de 2018, la estudiante de secundaria de último año Emma González distribuía cartas de amor con Gay-Straight Alliance, un grupo LGBT+, en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas, para “difundir amor” a la hora del almuerzo. Esa misma tarde, un excompañero de clase entró con un rifle de asalto AR-15 y abrió fuego, matando a 14 estudiantes y tres adultos.
Afortunadamente, González logró escapar, físicamente ilesa. Desafortunadamente, en un país donde las armas acaban con la vida de 96 personas al día (de media), especialmente durante un 2018 que, según la BBC, fue el peor año en cuanto a tiroteos escolares en la historia de los Estados Unidos, el incidente que González experimentó aquella tarde de febrero se ha vuelto aún más común y familiar.
Por ello, tan solo dos días después de aquel tiroteo que cambió para siempre a su comunidad, González se puso manos a la obra, comenzando por un apasionado discurso de 11 minutos durante un mitin por el control de armas frente al Palacio de Justicia del Condado de Broward, en Fort Lauderdale (Florida).
“Todas las personas que están aquí hoy deberían estar en casa llorando. Pero en cambio, estamos aquí, de pie, juntos, porque si todo lo que nuestro gobierno y nuestro presidente pueden hacer es enviar pensamientos y oraciones, es hora de que las víctimas sean el cambio que debemos ver”, gritó a la multitud.
“Dicen que ninguna ley podría haber prevenido los cientos de tragedias sin sentido que han ocurrido. ¡Eso es mentira! Que los niños no sabemos de qué estamos hablando, que somos demasiado jóvenes para entender cómo funciona el gobierno. ¡Eso es mentira!”, continuó.
Y González no ha parado desde entonces. Su voz se ha convertido en el principal impulsor del movimiento nacional #NeverAgain, que grita “ya es suficiente”. Por un lado, a aquellos los políticos que han elegido embolsarse millones de dólares de la National Rifle Association (NRA) –el poderoso lobby de armas del país–, en lugar de actuar para frenar lo que se ha convertido en un epidemia. Por el otro, a la misma NRA y a su estrategia de promoción basada en el miedo, pese a los altos costos humanos.
Poco más de un mes después del tiroteo en Marjory Stoneman Douglas, el movimiento nacional encabezado por González y sus compañeros de clase organizó las protestas de ‘March for our lives’, que concentraron a más de 300.000 personas en Washington, D.C.; a cerca de 2 millones en todo el país, y todavía más a nivel internacional.
Durante su discurso de D.C., González, mantuvo un silencio de seis minutos por las víctimas de la masacre de Parkland, el mismo tiempo que tardó el autor de la matanza en sesgar 17 vidas. Sin duda, un momento para la historia.
Emma González es una joven que acaba de cumplir 19 años, bisexual y latina de ascendencia cubana, que nació Parkland, un suburbio de Miami. Su cabeza rapada presagia su audaz presencia y su capacidad para inspirar y llamar a la acción a los cientos de miles de personas que han asistido a los mítines en los que ha hablado.
Ella era una adolescente normal, hasta que, de repente, ya no lo era. “Es como si se hubiera construido un par de alas de madera y cinta adhesiva, y hubiese saltado de un edificio”, explicó su madre, Beth González, en una entrevista a 60 Minutes. “Y nosotros estamos corriendo debajo de ella con una red que no quiere, ni cree que necesita”.
La batalla en medio de la cual se encuentra González justifica cada pedazo de esas alas. Su activismo, el cual simplemente promueve reformas en el terreno de las armas, que son de sentido común, la enfrenta directamente con la NRA, que suele explotar el miedo para conseguir apoyo en sus esfuerzos por mantener a los Estados Unidos ‘armados’.
Desde el tiroteo, también se ha convertido en el blanco favorito de los trolls de derechas en la red, lo que no es más que un testimonio de su eficacia como uno de los rostros prominentes del movimiento #NeverAgain. Así, González ha protagonizado fotos falsas en las que aparece destrozando la Constitución, comparada con juventudes nazis y ha sido acusada de ser un agente pagado por el partido demócrata. Incluso resistió el ataque del congresista republicano nacionalista Steve King, quien la criticó por llevar un parche con la bandera cubana en su chaqueta.
Pero González no ha dado ni un solo paso atrás. Durante el verano, visitó 80 comunidades en 24 estados con la gira ‘March for our Lives: Road to Change’, y en noviembre, la sudafricana Desmond Tutu le concedió, junto a tres de sus compañeros de clase, el Premio Internacional por la Paz de los Niños, en reconocimiento a su lucha por el control de armas y su promoción de la participación juvenil gracias a ‘March for Our Lives’.
Más allá de los galardones y reconocimientos, González y sus compañeros también han tenido un impacto legislativo significativo. En agosto, un análisis realizado por Pew Charitable Trusts determinó que ella y sus compañeros activistas de ‘March for Our Lives’ influyeron en “un año de éxito inigualable para el movimiento de control de armas”, que dio como resultado “la prohibición de las llamadas bump stocks” y “casi 50 nuevas leyes de control de armas aprobadas en 25 estados, incluyendo 14 con gobernadores republicanos”.
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A medida que nos acercamos al 2019, queda claro que González no se está relajando: su discurso continúa centrado en la violencia con armas de fuego, a través de entrevistas, en sus redes sociales, en sus apariciones públicas y en artículos de opinión.
Algo nos dice que deberíamos acostumbrarnos a su presencia.
Cuando el activismo intenso llega al ojo público, la política suele jugar un papel importante.
Con un video de la campaña que comenzaba con un: “Se supone que las mujeres como yo no se postulan para un cargo político”, Alexandria Ocasio-Cortez irrumpió en la escena política en la primavera de 2018, cuando desafió y derrotó al congresista Joe Crowley en las primarias demócratas para el distrito 14 de Nueva York. Seis meses después de aquello, esta joven de 29 años se convirtió en la mujer más joven elegida al Congreso, y en alguien conocido en todo el país.
Nacida en el Bronx de padres puertorriqueños, Ocasio-Cortez tuvo su primer contacto con la política a través de las Sesiones Legislativas para Jóvenes del Instituto Nacional Hispano. Más tarde, durante su etapa universitaria, trabajó en asuntos de inmigración para el senador demócrata de Massachusetts, Ted Kennedy, y en 2016 se unió a la campaña presidencial del senador independiente de Vermont, Bernie Sanders, en calidad de organizadora.
Tras las elecciones generales, emprendió un viaje por carretera a Standing Rock (Dakota del Norte), para apoyar a los manifestantes en contra del Dakota Access Pipeline. Por el camino, visitó comunidades en Ohio y Flint, (Michigan) para conocer los problemas que afectan al centro del país.
Ocasio-Cortez, autodenominada socialista demócrata, comenzó el 2018 trabajando como barman en Manhattan. Hizo campaña en una plataforma de ‘Medicare para todos’, y defiende la garantía de empleos y la justicia con la inmigración, entre otros asuntos.
A lo largo de su viaje, Ocasio-Cortez ha mantenido una autenticidad contagiosa que rara vez se ve en nuestra política nacional, una que ya ha dado resultados concretos, incluso antes de que esta latina del Bronx haya sido oficialmente nombrada congresista.
Una semana después de ser elegida, en su primer día de orientación en Washington D.C., Ocasio-Cortez se unió a los manifestantes que exigían a la antigua y futura portavoz de la Cámara, Nancy Pelosi, que haga del cambio climático una prioridad en la plataforma demócrata. Con este fin, ha defendido un popular Green New Deal, un plan integral para abordar el cambio climático, para el cual no solo presenta un argumento ambiental, sino también un argumento económico convincente.
También se ha manifestado en contra de las crueles políticas de inmigración del gobierno de Trump y su retórica (anitiinmigrante), ha respaldado la atención médica de un pagador único, ha mantenido el foco en Puerto Rico (mientras la isla continúa recuperándose de los huracanes Irma y María), y se ha opuesto públicamente a la segunda sede de Amazon, que se ubicará en Queens.
Mientras trataba de abordar los problemas más críticos y complejos que enfrentan, tanto el país como su distrito, Ocasio-Cortez ha logrado mantener su cercanía con los votantes, gracias, en gran parte, a su dominio de las redes sociales.
Si bien los resultados de la elección de 2016 se remontan a los comienzos de Donald Trump en política y a su descarado uso de Twitter, la tecnología del siglo XXI es realmente algo natural para Ocasio-Cortez. Sus primeros días en los pasillos del Congreso se llenaron de publicaciones e historias que mostraban curiosidad, sorpresa, escepticismo y críticas contundentes contra los arraigados procesos de Washington D.C.; brindando a tus seguidores una refrescante ventana al funcionamiento interno de la política de la nación, a la vez que resistía los ataques de aquellos que critican su falta de experiencia.
También ha recurrido a las redes sociales para educar a los ciudadanos, mientras transmite en vivo sesiones de preguntas y respuestas con los constituyentes en Instagram cuando se prepara y cena en su apartamento de D.C. Al parecer, el objetivo de Ocasio-Cortez, no es solo servir como representante y efectuar cambios a través de la legislación aprobada en el Congreso, también es transformar la forma en la que los ciudadanos ven a sus funcionarios electos y se relacionan con ellos y con el proceso político en su conjunto. El resultado podría ser una transformación que podría tener un impacto sin precedentes en la práctica de la política en los Estados Unidos durante los próximos años.
La consigna “¡eso es mentira!” que González repitió en su primer discurso captura su exigencia de respuestas en materias como el control de armas y la violencia de la NRA, los políticos y los estadounidenses. Y puede aplicarse de igual manera a la forma en la que Ocasio-Cortez construyó su propia plataforma, llevó su campaña y entró en los pasillos del Congreso como la joven política que es.
Estas dos milenarias latinas han demostrado a los EE.UU. en 2018 que presionar por un diálogo honesto y directo y un gobierno transparente, que exigir respuestas –más allá del “¡eso es mentira!.” tras el que los políticos y las instituciones se esconden con demasiada frecuencia–, no es solo un ideal democrático. Se trata de la herramienta más valiosa que tenemos para construir nuestro camino hacia adelante, como nación.
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