La polémica “Conquista” de América sigue dividiendo a los españoles
La celebración del Día de la Hispanidad en España no es vivida por todo el mundo de la misma manera. ¿Alguien parece interesado en documentarse sobre lo que…
¿Hay que desmontar la estatua de Cristóbal Colón que preside el puerto de la ciudad de Barcelona? Este y otros debates están candentes en el país cuando se celebra el Día de la Hispanidad, aunque los debates sobre el significado real del llamado “Descubrimiento” de América y su “conquista” se han enquistado y despiertan pasiones encontradas en España, con un gobierno que apuesta por entonar el mea culpa mientras los partidos de la derecha lo consideran poco menos que un ultraje a la historia nacional.
Las polémicas sobre el tema de la Hispanidad son muchas: desde la Leyenda Negra de la Conquista a la campaña de desprestigio internacional de que fue objeto la Monarquía hispánica desde sus primeras crisis importantes, a finales del siglo XVI, durante el reinado del controvertido Felipe II, hasta la pérdida de Cuba, Filipinas y Puerto Rico en 1898.
Esta crisis patriótica tuvo una cima el año pasado en cuanto un libro de una “pseudohistoriadora”, Elvira Roca Barea, empezó a ser cuestionado frontalmente por otro autor de signo ideológico contrario, pero mucho más riguroso en cuanto a perspectiva historiográfica, José Luis Villacañas.
Del libro de Roca Barea (Imperiofobia y leyenda negra: Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español) se han llegado a vender más de cien mil ejemplares. Ha agotado decenas de ediciones, convirtiéndose en un fenómeno de opinión sin precedentes. Sin embargo, Imperiofilia y el populismo nacional-católico, de Villacañas, ha conseguido desmentir las tesis de Imperiofobia hasta reducirlo casi a un risible panfleto extremista.
Desde una posición presentista y casi paranoica, los sectores más ultranacionalistas de la intelectualidad española se empeñan en seguir viendo ataques a la Hispanidad y a la catolicidad para tratar de contrapesar la erosión que podría estar sufriendo la imagen de España a través del desafío independentista del pueblo catalán.
Los catalanes representan su enemigo exterior perfecto, a falta de minorías judías o de potencias protestantes rivales. Estas tensiones entre el valor de la España actual y sus desafíos históricos están convirtiendo la divulgación histórica española en un laberinto de acusaciones cruzadas. Y, de hecho, en el siglo XIX, en los tiempos de Modesto Lafuente, Antonio Cánovas, Juan Valera y Marcelino Menéndez Pelayo y otros historiadores liberales, ya era así. No hay modo de que los escritores hispánicos consensuen una versión plausible del relato nacional común. Y, sobre todo, parece que no haya manera de articular un relato tranquilo sobre el valor de la España actual.
“No se trata exactamente de perdonar, pero sí de entender lo que pasó sin presentismo, apriorismos ni falsas erudiciones", Antonio Espino.
Actualmente, las tesis de Elvira Roca Barea han sido desautorizadas ampliamente desde sectores académicos y por gran parte de la prensa generalista española. La autora manipuló o directamente inventó gran parte de los datos que manejaba en su libro superventas, como demostraron varios autores y periodistas, hasta el punto de que su nombre sea el símbolo de un ultranacionalismo anacrónico y el emblema de ciertas tendencias de extrema derecha.
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Por su parte, el experto en historia militar Antonio Espino, autor de La conquista de América, declaró al diario catalán Ara:
“En los últimos tiempos, y por circunstancias diversas, la conquista española de América parece estar de moda. Si bien el movimiento indigenista estadounidense llevaba un tiempo mostrándose receloso respecto a figuras como Fray Junípero Serra, y cierto concejal de Los Ángeles insistió en la retirada de una estatua del almirante Colón de un parque de esta ciudad a finales del 2018, lo cierto es que la demanda hecha por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, al rey de España solicitándole disculpas oficialmente por hechos ocurridos hace medio milenio puede resultar chocante a algunos”.
Así están las cosas por ahora. El rey Felipe VI visita Barcelona y le hacen el vacío, mientras algunos exaltados queman su efigie en la calle.
La historia parece tan desprestigiada como algunas instituciones que se debaten por mejorar su imagen ante una sociedad dividida como todas la postmodernas. Como si las estatuas continuasen gritándonos y oprimiéndonos. Como si el valor de las estatuas ayer tuviera que ser exactamente el mismo que les otorgáramos hoy.
Espino aboga por una asunción leal pero desdramatizada del pasado. Se trataría de comprender qué ocurrió, sin buscar paralelismos en el presente, por lo mucho que han cambiado las sociedades.
El investigador concluye: “No se trata exactamente de perdonar, pero sí de entender lo que pasó sin presentismo, apriorismos ni falsas erudiciones. Deberíamos aprender a aceptar cualquier crítica constructiva sobre nuestro pasado porque sólo de esta manera analizaremos y conoceremos mejor nuestra realidad presente. Criticar la hazaña de Cortés no debe entenderse como un insulto hacia la sociedad española actual, ya que no lo es.”
Precisamente el presentismo, la lucha encarnizada entre la derecha y la izquierda, sería lo que no deja vernos claro sin apasionamientos lo que ocurrió.
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