Mardonio Carballo: “Las lenguas suenan como suenan, porque están vivas”
El periodista y poeta mexicano Mardonio Carballo, una de las voces más conocidas en idioma náhuatl, reflexiona sobre la lucha de los derechos de los pueblos…
“¿Quién en esta sala está enamorado?”
Silencio.
“¡Venga, no sean tímidos!”
Se levantan finalmente algunas manos temblorosas y el poeta mexicano Mardonio Carballo, una de las voces más respetadas en la cultura indígena, se aclara la voz y recita entonces uno de sus poemas más conocidos ante un público emocionado que ha venido a escuchar su conferencia en Barcelona. Primero lo hace en náhuatl, a toda velocidad, y después en español, sin perder el ritmo acelerado:
Se cayó mi corazón
Se quebró
Cayó mi corazón-sol
y no puede amanecer.
Mi corazón partió
Por ahí se fue
Te fue a buscar
Y la tierra no se ve.
No amanece en esta tierra
Esta noche eterna se vuelve vino para las estrellas
Y muchas caen
Y yo ya quiero que amanezca
Que el agua toque la tierra
Quiero ver un arcoíris
Quiero ver el sol
Quiero arrancarle su luz para ponerla en mi corazón
Quiero amanecer mi corazón
Se cayó mi corazón
Se quebró
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Cayó mi corazón-sol
y no puede amanecer.
“¿Siguen estando enamorados?”
Nadie levanta la mano y Mardonio se ríe. Con su simpatía natural y una sonrisa permanente en el rostro, el conocido periodista y poeta indígena sabe ganarse la atención del público.
“Hay que estar orgulloso no solo de nuestro pasado, de las piedras, sino de lo que somos”, dice Mardonio, que a parte de escritor es diputado de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México y está al frente de la Comisión que se encarga de defender los temas indígenas en esta cámara. Y “lo que somos y podemos ser”, según Mardonio, es en gran parte las palabras que hablamos. Nuestra lengua.
“El náhuatl es la lengua de mis hermanos, la de mis padres. Es la segunda lengua más hablada en México después del castellano, cerca de un millón y medio de personas la hablan. Pero hay mucha gente que ni siquiera la entiende”, explica Mardonio, recién aterrizado de su país, que acaba de ser azotado por tres fuertes terremotos.
“Los seísmos no solo reacomodan pueblos y territorios, también reacomodan poderes políticos,” augura. Está convencido que en los próximos meses van a cosecharse los primeros frutos de la lucha por los derechos de los indígenas, una lucha que empezó en 1994, con el alzamiento armado de las guerrillas zapatistas, en Chiapas, donde la mayor parte de la población es de origen “maya”.
“La revolución zapatista ayudó a mucha gente a salir del armario, a reconocer su identidad”, explica el poeta. Por eso, añade, a finales de los 90 los censos revelaron un auge de ciudadanos indígenas inscritos al censo.
El año 1994 coincidió con la firma del tratado de libre comercio entre México y EEUU (el llamado NAFTA, por sus siglas en inglés, que ahora EEUU ha pedido renegociar) “que puso de manifiesto que una gran parte del pueblo no se estaba beneficiando del tratado. Nos decían que el NAFTA nos iba a llevar al primer mundo, pero a los indígenas no”, dice Mardonio.
Veinte años más tarde de la firma del NAFTA, el ejército de liberación zapatista (EZLN) anunció junto con el Congreso Nacional Indígena su intención de participar en las elecciones presidenciales de 2018 con una mujer indígena como candidata independiente. La noticia hizo retemblar a la opinión pública mexicana y desencadenó de inmediato un alud de críticas desde los más diversos sectores.
“Nos dijeron que estábamos dividiendo a la izquierda”, recuerda el periodista, recordando el momento que anunciaron que la vocera del Concejo Indígena de Gobierno será María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, una mujer nahua y experta en medicina tradicional. “La verdad es que la izquierda en México habla de la pobreza sin matices, y no nos han tenido nunca en cuenta,” añade.
Los medios de comunicación también han ignorado hasta hoy las comunidades indígenas. Mardonio, colaborador del noticiero Aristegui en Vivo con la sección Las Plumas de la Serpiente y conductor del programa de televisión La Raíz Doble, es de los pocos que lo hace. Su labor periodística le ha hecho merecedor de distintos premios, entre ellos el Premio Nacional de Periodismo que otorga el Club de Periodistas de México (2009 y 2015).
Sin embargo, a Mardonio lo que más le gustan son loas lenguas. “En México hay 68 lenguas a parte del castellano, que hasta ahora han sido defenestradas, puestas en la canasta del olvido”, dice. Pero el futuro está cambiando: “la palabra tomó los adornos del viento”, dice, repitiendo uno de sus versos.
“Los pueblos originarios van a ser la punta de lanza de un cambio, de un sismo. Vamos a acabar con el racismo exacerbado de la clase media”, dice. Y añade, burleta: “nos dicen, que bonita, que exótica, que poética, que ancestral suena tu lengua. Pero las lenguas no suenan poéticas. Suenan como suenan, porque están vivas”.
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