El 11 de septiembre 2001 marcó un punto de quiebre para el periodismo, para los periodistas. Lo que sobrevino a los atentados contra las Torres Gemelas significó la aparición de un nuevo personaje en la escena de la información y precursor del prosumidor de hoy.

Hasta antes de ese hecho, los periodistas tenían el poder de la información ante unas audiencias prácticamente pasivas en el consumo de contenidos. Muy pocas veces en las salas de redacción se escogía una foto o un video enviado por un lector o un televidente. Todo, prácticamente absolutamente todo, salía del trabajo de redactores, reporteros gráficos y camarógrafos.

Ese 11 de septiembre, los canales de televisión de Estados Unidos le mostraron al mundo cómo ardía una de las torres gemelas del World Trade Center y poco después, ante los ojos de los televidentes, un avión se estrellaba contra la otra edificación. Pero lo que ocurrió en la calle, en los alrededores y dentro de las torres se conoció no solo por los medios, sino por personas que estaban ahí y que tomaron fotos e hicieron videos que distribuyeron a partir de los teléfonos móviles. Internet colapsó. Las páginas web de los medios de todo el mundo quedaron bloqueadas y debieron acudir a elementales home page con una foto y un título porque no aguantaron los ingresos masivos de usuarios que querían saber más de lo que ocurría en Nueva York.

En otras ocasiones eran los periodistas quienes exclusivamente buscaban testimonios de testigos de un hecho. Ahora, eran los testigos quienes por voluntad propia enviaron rápidamente un testimonio gráfico o audiovisual de lo sucedido. Lo que se dio fue una avalancha de testimonios que no cabían en las ediciones extraordinarias de los periódicos.

Nada volvió a ser igual para el periodismo, ni para los periodistas. Con la ayuda de la tecnología, cada vez más portátil y versátil, los medios de comunicación y los periodistas vivieron en carne propia la aparición de miles de productores de contenidos. Tal vez, lo del 11 de septiembre significó el impulso para el surgimiento sin freno de las redes sociales, el nuevo escenario para informarse e informar. El periodismo le había cedido parte del poder a quienes había dominado.

El profesor chileno Fernando Reyes Matta, investigador de la comunicación, dijo en ‘Las torres gemelas y los nuevos dilemas de la comunicación global’ (2012) que “Lo nuevo respecto de todos los conflictos anteriores, incluida la Guerra del Golfo, es que en este caso Internet se convirtió en fuente y circuito de información de las ideas de la gente. No sólo los medios alternativos, de alcance menor en el pasado, han ganado su espacio de circulación global gracias a Internet, sino también las personas se han convertido en sujetos potenciales de información y opinión. Más allá de los medios está la voz de quienes siguieron los foros en los periódicos y en sus propios sitios alternativos. La red fue espacio de comunicación y debate ciudadano como nunca antes respecto de un conflicto mundial”.

Así, la comunicación y, en particular, el periodismo, no estuvieron ajenos a la huella que dejaron los ataques terroristas contra las Torres Gemelas. Seguramente en otro momento el lector, el oyente y el televidente iban a tomar el poder de la información, pero los atentados apresuraron lo que calcularon quienes le han puesto el acelerador a la tecnología desde la aparición de Internet.

No te pierdas nuestro especial '9/11: 20 años, 20 historias'. https://aldianews.com/es/articles/cultura/social/especial-911-20-anos-20-historias/66659