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Fundado por César Chávez, al tiempo empezó a haber discrepancias entre el personal y el propio líder agrícola. Photo: Voice of America. 
Fundado por César Chávez, al tiempo empezó a haber discrepancias entre el personal y el propio líder agrícola. Photo: Voice of America. 

El Malcriado, el periódico que se convirtió en emblema de la lucha laboral chicana

Dirigido y escrito por trabajadores migrantes, este diario se dedicó a denunciar las abusivas condiciones laborales que padecían los migrantes en los años 60’…

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Antes de que aparecieran periódicos como La Raza y que las nuevas generaciones de activistas chicanos agarrasen el testigo para reclamar una vida digna e igualitaria para los mexicoamericanos, los líderes latinx de los 60’ allanaron el camino a la revolución poniendo el acento en la precariedad salarial y las condiciones de abuso vividas por los trabajadores agrícolas. 

Nombres como el del líder de la Unión Campesina, César Chávez o los activistas Dolores Huerta y Gilbert Padilla jugaron un papel remarcable en una década turbulenta, especialmente en California. Donde también vio la luz la Asociación Nacional de Trabajadores Agrícolas (NFWA). 

Los mítines, las marchas y las huelgas marcaron este esfuerzo común por exigir respeto por los jornaleros. Sin embargo, faltaba algo… Una voz impresa. 

Un aullido que fuera leído y permitiera a sus protagonistas reflexionar de una forma más pausada sobre todas las cuestiones que estaban oprimiéndoles y necesitaban un cambio urgente. 

Así fue como César Chávez tuvo la idea que germinó en El Malcriado, un mítico periódico que se publicó por primera vez en 1964 y que acabaría siendo la voz impresa aunque no oficial de la posteriormente conocida como Unión de Campesinos hasta 1976, así como  una forma de organizar políticamente al movimiento tanto en inglés como en español.

Ya que Chávez y Bill Escher -su primer editor- eran admiradores del arte revolucionario mexicano, se inspiraron en otro diario publicado durante la Revolución. También incluyeron en sus páginas obras de arte revolucionario, junto a comentarios políticos, cobertura de temas laborales y viñetas satíricas. 

Si bien no fue el único medio alternativo surgido a partir de la movilización de comunidades migrantes en los Estados Unidos, sí fue esencial para desafiar las estructuras de poder existentes.

Lo hizo al principio de una forma humilde, distribuyéndose  quincenalmente en tiendas de comestibles de los barrios mexicoamericanos del Valle Central de California y con un costo de diez centavos. 

Alrededor de 1965,  el periódico ya tenía unos 18 mil suscriptores y había dado el salto a las comunidades de Los Ángeles gracias en gran medida a publicarse de forma bilingüe y aumentar su tirada en inglés. Pero continuaba en esencia dirigiéndose a los trabajadores agrícolas. 

De hecho, gran parte de su popularidad inicial se debió a la sonada huelga de la uva en Delano, California, liderada por el Comité Organizador de Trabajadores Agrícolas (AWOC). El Malcriado participó activamente movilizando a sus lectores y animando a unirse a la huelga para hacerse oír. 

Como no podía ser de otro modo en aquellos años, el FBI acusó a El Malcriado de ser el medio panfletario de Chávez y la NFWA, a quienes tildaban de comunistas infiltrados. Llegando incluso a ofrecer mil dólares a quien tuviera alguna prueba de que tanto el periódico como el sindicato eran espías rojos. 

A su vez, en el propio periódico también se generaron discrepancias. 

Chávez empezó a darse cuenta de que El Malcriado jugaba por libre en algunos asuntos cuando una parte del staff se negó a apoyar la campaña a gobernador de California de Pat Brown, en 1966, mientras que el líder sindical y la NFWA le habían dado su apoyo.

También la intervención de Estados Unidos en la Guerra de Vietnam fue un punto de discordia importante;  muchos trabajadores agrícolas apoyaban al presidente Lyndon B. Johnson, y Chávez quiso que El Malcriado se mantuviera neutral en el asunto mientras que el resto del personal criticó con creces el reclutamiento de mexicoamericanos, publicando incluso la carta de un soldado chicano animando a la comunidad a oponerse a la guerra. 

Con tanta controversia y desunión entre la idea de su creador y el personal, El Malcriado sufrió una quiebra, algunas bajas importantes y fue comprado por la UFW. Pero eso no lo salvó de su desaparición, cuando César Chávez vio claramente que ya no cumplía la función que se esperaba de él.  

No obstante, durante una década consiguió aunar las luchas agrícolas con la de los defensores del Movimiento Chicano y en buena parte fue un altavoz y una inspiración para las nuevas generaciones y sus herederos hoy.