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Los miembros del FC Barcelona que participaron en la Copa de Campeones Internacional posan en Santa Clara, California. Foto: EFE

¿Dónde está Messi?

Fue la pregunta constante durante el último partido del Barça en una Copa Internacional de Campeones que defraudó al público estadounidense.

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La ausencia de las grandes estrellas del FC Barcelona, principalmente del astro argentino, Lionel Messi, fue la gran noticia del último partido que disputó el club español en Estados Unidos, dentro de la Copa Internacional de Campeones, un torneo que podríamos comenzar a definir como descafeinado y en el cual, aunque solo sirva de manera anecdótica, el poderoso Barça quedó último de los 18 conjuntos que participaron.

El Barcelona no desplazó a su gira por Estados Unidos a ninguno de sus flamantes mundialistas, con lo que los fanáticos norteamericanos, a pesar de pagar hasta 150 dólares por un partido, se quedaron sin ver a Gerard Piqué, Jordi Alba, Sergio Busquets… y ¡a Messi!

La asistencia al último encuentro disputado por el Barça, en el que cayó ante la Roma (4-2), no alcanzó ni los 55.000 espectadores en el majestuoso AT&T Stadium de Arlington, Texas, casa de los Vaqueros de Dallas, preparado para albergar hasta 80.000 personas. La situación hizo estragos en la organización del evento, la cual estaba preparada, en aspectos de servicios, como los concesionarios de comida, para atender a la totalidad del recinto.

La visión de la grada también fue triste. Además de los más de 25.000 asientos vacíos,  el 90% de los aficionados que apoyaban al Barcelona se presentaron al estadio luciendo la camiseta con el número 10 de Messi, situación paradójica para un público que se sintió totalmente engañado, como expresó el entrenador portugués José Mourinho, cuyo equipo, el Manchester United inglés, también participó en la Copa.

“Yo no vendría ni gastaría un solo dólar en este tipo de partidos”, dijo Mourinho tras el duelo que sostuvo su equipo con el Liverpool en el mismo campeonato. “El púbico norteamericano se merece más respeto”.

A raíz de lo ocurrido, está claro que este tipo de torneos, a pesar de venirse disputando por más de una década, han pasado de moda. Los aficionados estadounidenses, y los que viajan desde otros países cercanos, como por ejemplo México, no se contentan ya con solo ver las camisetas de históricos equipos como Real Madrid, Tottenham (ganador de la Copa) o el poderoso Barcelona. Los fanáticos quieren más. Desean vibrar con verdaderos partidos, en los que haya algo más en juego que un amistoso torneo veraniego.

Si la gente que organiza este tipo de eventos no quiere matar a la gallina de los huevos de oro necesita tomar nota de la apuesta realizada en Inglaterra y México por la Liga Nacional de Football Americano (NFL), misma que han imitado ahora a nivel internacional la Grandes Ligas de Baseball (MLB) o la Liga Nacional de Hockey Hielo (NHL), llevando partidos de la mismísima temporada regular fuera de los Estados Unidos. De lo contrario, los estadios se irán vaciando y el público estadounidense aprenderá de las desilusiones de este año y dará la espalda a eventos como la Copa Internacional de Campeones.