Tendiendo puentes entre los niños inmigrantes de Filadelfia a través del arte
La educadora y artista mexicanoamericana Nora Litz explica por qué la educación artística es tan poderosa en los niños inmigrantes o hijos de primera…
La artista y educadora Nora Litz lleva toda su carrera trabajando con niños que emigraron a los EE.UU. y niños hijos de inmigrantes. Su voz es suave cuando describe su trabajo en el espacio de arte de Puentes de Salud, la organización de defensa de la salud y bienestar fundada en 2003 en Filadelfia, pero a la hora de hablar sobre el lenguaje del arte, sus palabras son firmes:
“Sé lo que el arte puede hacer con esos sentimientos y situaciones innombrables que uno experimenta a lo largo de su vida pero no habla de ellas, o no puede hablar de ellas”, dijo Litz, aclarando que ella no es terapista, y que sus clases de arte no son terapia ni arte-terapia. Pero cree, y ha sido testigo, del poder que tiene el arte a la hora de ayudar a los jóvenes inmigrantes a encontrar su voz y expresar sus miedos y experiencias.
Las historias que los niños le cuentan a Litz en clase son conmovedoras, por el hecho de que no son abstractas ni alejadas de la realidad. Las escenas de separaciones, despedidas, muros y padres siendo arrestados por el ICE que vemos cada día en las páginas de los periódicos son las mismas que garabatea la mano vacilante de un niño, mostrando tanto su falta de control como un completo entendimiento a la hora de afrontar las complejidades de vivir como un inmigrante, o como miembro de una familia inmigrante en los Estados Unidos.
Según Litz, hacer arte –sea en forma de comics, dioramas, dibujos o cualquier otra forma de expresión– puede abrir puertas a la comunicación en aquellos niños que de otra forma tendrían miedo de expresar sus sentimientos, o simplemente no conocen las palabras - cómo pudo verse en el proyecto que hizo con la artista Michelle Ortiz en 2011: titulado “El Viaje”, el proyecto incluía historias grabadas y dioramas creados por niños inmigrantes, muchos de los cuales empezaron sus viajes en alguno de los tres países del llamado “Triángulo Norte” (Guatemala, Honduras, El Salvador). Los dioramas, que se exponen en Puentes de Salud, muestran estas historias desde el punto de vista de los propios niños.
Después de la victoria electoral de Donald Trump, Litz creó una clase que permitía a los niños inmigrantes explorar sus reacciones al discurso y las acciones del actual presidente durante la campaña electoral y posteriormente, una vez tomó posesión del cargo. La clase, que tuvo lugar los fines de semana a lo largo del pasado invierno y se organizó en colaboración con Mighty Writers, otra organización sin fines de lucro de Filadelfia, ofrecía un espacio y orientación para que los niños pudieran ilustrar sus propias historias como inmigrantes. Sus trabajos fueron reproducidos más adelante en algunos medios, como Buzzfeed y Newsweek en Español, en reconocimiento por su labor oportuna, y a la vez perturbadora, por lo mucho que esas pesadillas dibujadas por los niños reflejan la temible realidad de muchos inmigrantes en los Estados Unidos.
Estos temores, no obstante, se gestionan mejor cuando se comparten, y el arte, según Litz, es muchas veces la única forma con la que estos niños pueden expresar estas situaciones “innombrables”, miedos que van creciendo en su interior, a menudo a escondidas de sus padres, demasiado ocupados ellos mismos con lidiar con tantos problemas, aunque con la esperanza de que sus hijos crecerán y prosperaran lo menos afectados posible por todas esas imágenes y titulares con las que nos bombardean continuamente radios y televisiones.
“Lo que impresiona mucho es ver que cuando les preguntas (a los niños) sobre sus experiencias, enseguida la cuentan”, comentó Litz. Y añadió que muchos de los niños con los que trabaja fueron, o están siendo, educados por sus abuelos en sus países de origen, mientras sus padres vivían en los Estados Unidos.
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“Los padres son incapaces de hablar de esto y los niños lo saben, e incluso si ya han nacido aquí, cargan con el estigma de que les están escondiendo algo. Tienen la sensación de que, como nacieron aquí, tienen unos derechos que sus padres no tienen”, explicó Litz.
“Su capacidad de comprensión es sorprendente, pero la parte emocional es la parte que no se está abordando, y eso es lo que consigue el arte”, añadió. “Para los padres, leer lo que escriben sus hijos les sirve para darse cuenta de que, ups, mi hijo ha estado escuchando, es consciente de todo lo que ocurre, hay que hablar más con ellos.”
Para Litz, que vivió su propia experiencia migratoria cuando emigró de México a los Estados Unidos con 24 años para estudiar arte en Nueva York, uno de los aspectos más importantes del proyecto en el que trabaja es el componente colaborativo, fundamentado por los participantes y dirigido por los propios estudiantes. En la actualidad, está co-creando un proyecto de autorretratos en tamaño natural hechos con papel maché de Dreamers y otros jóvenes que no cualifican para el programa DACA, pero que también llegaron a los Estados Unidos cuando eran niños, y siguen indocumentados.
Con los Dreamers, un 78 por ciento de los cuales son mexicanos, la artista ha sido testigo una y otra vez de cómo la inmigración de su país de origen ha puesto a tanta gente entre dos realidades.
“Venimos de una comunidad y aquí no se vive en comunidad. Aquí no hay vida comunitaria. Aquí mandan los individuos. Así que empecé a pensar qué podía hacer, y como soy artista, empecé a hacer arte”, comentó Litz. Un arte centrado en la comunidad, que implique contar y compartir historias en voz alta antes de ponerse a dibujar, en una aula que Litz se encarga de que sea segura y acogedora.
“Simplemente, el hecho de estar junto a otros niños les proporciona una sensación de calma, de que no pasa nada, y de que si ocurre algo, puedo hablarlo y lo que tengo que decir sobre el tema es importante”, concluyó Litz.
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