Arte sobre ruedas para contar el difícil viaje de los campesinos latinos en U.S.
En el Main Street de Dallas, un Studebaker de 1951 “ruge” recordándonos que aún hay que ajustar cuentas con el pasado.
En la era de Jim Crow, cuando la discriminación contra los no-blancos, especialmente afroamericanos, era legal y aplaudida, las personas racializadas utilizaban la ya famosa guía de viajes, The Negro Motorist Green Book, para saber desde en qué lugares podían dormir o qué restaurantes les permitían la entrada hasta los pueblos que no debían cruzar a riesgo de su vida pasado el atardecer.
Los campesinos latinos que cruzaban de un estado a otro para cosechar los campos corrían una suerte muy parecida, pero no tenían una guía de viaje como el Green Book, así que debían confiar en las advertencias de los miembros de su comunidad y en también la suerte.
Los padres del artista mexicoamericano Carlos Ramírez nacieron en México y como dos jóvenes en busca de un sueño, básicamente prosperar en un país que así lo prometía, cruzaron todo Estados Unidos, desde Texas hasta California para trabajar en la época de las cosechas.
Carlos y sus dos hermanas mayores viajaban con ellos en un Studebaker de 1951, con su motor rugiendo por la carretera mientras trataban de adivinar en qué ciudad iban a encontrar a vecinos y capataces amables y en cuál de ellas los iban a tratar a patadas por ser migrantes.
“Nunca paraban en hoteles porque no sabían si la gente sería hostil”, explicó Ramírez a Texas Monthly. “Iban a través del boca a boca: otros inmigrantes que compartían ubicaciones o lugares que eran seguros”.
Ahora y hasta el próximo 14 de febrero, la odisea vivida por los padres de Carlos y otros muchos jornaleros migrantes tiene su motorizado tributo en Altar to a Dream, una instalación en forma de Studebaker de 1951 que se encuentra en pleno centro de Dallas, en la emblemática Main Street.
El coche es una reproducción del que utilizaron sus padres, pero Ramírez también le ha añadido otras decoraciones simbólicas, como pequeños altares de tradición mexicana y chicana e iconos religiosos hechos con arte encontrado en las calles.
Como una caja de albaricoques de Sacramento convertida en mesa, una fiambrera de metal con la imagen de Cristo y la frase “ilumina mi camino” o un damero decorado con el patrón de los viajeros, San Cristóbal.
"Mi madre me contaba que atravesar los Estados Unidos en la América de mediados de siglo era como cruzar un tablero de ajedrez, que nunca sabías cuándo ibas a aterrizar en un lugar amigable o en un lugar no amigable", dijo el artista a Texas Monthly.
Gran parte de los objetos que se incluyen en la obra Altar to a Dream cuenta pedazos de una historia, la que Carlos Ramírez escuchó de sus padres sobre la difícil vida de los recolectores del campo y las luchas campesinas de los 60’ -su madre era miembro de la Unión de Campesinos liderada por César Chávez.
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En la parte trasera del auto también hay un recuerdo en forma de pegatinas y constelaciones de fantasía a los niños que trabajan de forma muy prematura en los campos.
"Recuerdo que (cuando era niño) iba en el asiento trasero, mirando por la ventanilla y dejando volar mi imaginación", dijo Ramírez.
Altar to a Dream es parte de la iniciativa American Portrait de la PBS, un proyecto multimedia que incluye exposiciones de arte público, docuseries y eventos multimedia, como la exposición de arte móvil de Tulsa, realizada por Rick Lowe para involucrar a los vecinos en la historia de la trágicamente famosa matanza racial de 1921.
"La búsqueda de la felicidad se aplica a todos".
La ubicación de la obra en Dallas no es azarosa, ya que la ciudad está estrechamente ligada a la lucha por los derechos civiles y el asesinato de Kennedy.
Además, Altar to a Dream se encuentra muy cerca de otra emblemática instalación, el Eye de Tony Tasset, que durante las protestas de BLM fue objeto de una pintada y que se ha convertido en uno de los lugares que pasarán a la historia de la pugna contra el supremacismo en Estados Unidos.
En el lateral del Studebaker de 1951 puede leerse “Pursuit of Happiness” (En busca de la felicidad), algo especialmente importante para su autor:
"Creo que todavía hay un ajuste de cuentas, o todavía hay mucho que sanar", dice Ramírez.
"Pensé que esa frase encajaba perfectamente, sólo para ilustrar lo que supuso para tantas personas diferentes -independientemente de su origen, color o cualquier otra cosa- establecer sus legados, y cómo Estados Unidos fue moldeado también por ellos. Yo pensaba: La búsqueda de la felicidad se aplica a todos", concluyó.
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