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(Izq) La marcha de la Moratoria Chicana de 1970 en Los Ángeles. (Dcha) La activista chicana Lupe Cardona, presidenta de la Asociación de Educadores de la Raza (capítulo de Los Ángeles). Photo: George Rodríguez / Lupe Cardona. 
(Izq) La marcha de la Moratoria Chicana de 1970 en Los Ángeles. (Dcha) La activista chicana Lupe Cardona, presidenta de la Asociación de Educadores de la Raza (capítulo de Los Ángeles). Photo: George Rodríguez / Lupe Cardona. 

La histórica Moratoria Chicana: Los hijos de Aztlán continúan su lucha 50 años después

Se cumple medio siglo de la mayor marcha antibélica de un grupo étnico en U.S., marcada por la violencia policial. ¿Qué ha cambiado tras el Black (& brown)…

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“Fue algo maravilloso”, los ojos del activista e historiador Rosalío Muñoz, de 74 años, que fue uno de los organizadores de la Moratoria Chicana del 29 de agosto de 1970, brillan frente a la cámara recordando el momento en que el periodista de LA Times Rubén Salazar se acercó en mitad de la marcha, le dio un fuerte abrazo y le felicitó por haber conseguido reunir a cerca de 30.000 personas marchando por las calles del Este de Los Ángeles con sus pancartas, en donde se podía leerse lemas como “Aztlán”, “¡Detengan el genocidio chicano!”. 

Nadie intuía que escasas horas después de que los manifestantes comenzasen su peregrinación en el Parque Belvedere de L.A., sus proclamas antibelicistas iban a concluir en una batalla campal con cientos de detenidos, unos 60 heridos y tres fallecidos, entre ellos Salazar, que cuando los disturbios estallaron se encontraba en The Silver Dollar, una cafetería local, y recibió el impacto de un proyectil de gas lacrimógeno lanzado por el ayudante del sheriff -las causas de su muerte siguen siendo oscuras. ¿Fue eso lo que ocurrió?

Salazar es hoy un mártir de la revolución, cuya figura ha tomado una nueva relevancia histórica en el marco de las protestas contra la violencia policial y por las vidas negras y marrones que sacuden el país tras el asesinato de George Floyd, Breonna Taylor y otras muchas personas. La prueba de que el periodismo -al que muchos creen muerto- tiene la fuerza para visibilizar las mayores injusticias y dar voz a las comunidades. 

Sin embargo, estas muertes muestran también que la historia no es un cronograma que avance, sino que estamos condenados a repetir los mismo errores. O a padecerlos. A menos que logremos mantener viva la memoria.

La Moratoria Nacional Chicana reunió a más de 30.000 activistas, estudiantes, familias y sus hijos en la marcha por el bulevar Whittier en el este de Los Ángeles, el 29 de agosto de 1970. | Imagen cortesía de la Biblioteca Pública de Los Ángeles

Para el profesor y director del Chicano Studies Research Center de UCLA, Chon Noriega, la brutalidad policial con las minorías étnicas y los periodistas es común al pasado y presente de este país, aunque estemos, como dice, llegando a “un punto de inflexión en nuestra sociedad”:

“La Moratoria Chicana, como las Marchas del Este de Los Ángeles para una mejor educación en 1968, fueron recibidas con excesiva violencia policial. Pero con la Moratoria Chicana, la policía también disparó y mató al periodista chicano más prominente de la época, silenciando efectivamente una voz crucial para la justicia social que llegó a la corriente principal. Ni los tribunales, ni el Los Angeles Times (donde Salazar había trabajado), desafiaron el uso de la violencia mortal contra un periodista. Si observamos la situación actual con Black Lives Matter, está claro que poco ha cambiado para los nativos americanos, los afroamericanos y los latinos. Estos grupos siguen siendo asesinados por la policía en tasas mucho más altas que para los blancos. Y como las actuales protestas han continuado en ciudades de todo el país, la policía también ha empezado a atacar a los periodistas”, sostiene Noriega.

Carne de cañón

En 1970 había muchos chicanos a quienes, como Rubén Salazar, no les salían las cuentas. Nixon había prometido poner punto final a la Guerra del Vietnam y dejar de mandar hombres al frente. Pero hizo todo lo contrario, reclutar a más y más soldados, que regresaban en féretros a sus hogares. La proporción de jóvenes chicanxs era abrumadora, sin que el gobierno hiciera un conteo real de sus bajas -un 10% de los ciudadanos de los estados del suroeste del país eran mexicoamericanos, y un 20% de ellos falleció en Vietnam. 

La mayoría de estos jóvenes habían sido reclutados fruto de la precariedad. La enorme disparidad salarial y educativa dejaban muy pocas opciones a los latinos, como bien recordaba el profesor Tomás Summers Sandoval, del Pomona College: “Muchos latinos no calificaron para los aplazamientos porque abandonaron la escuela o no estaban inscritos en la universidad”, dijo. 

Los que no fueron arrastrados a la guerra, lucharon contra ella.

"Si observamos la situación actual con Black Lives Matter, está claro que poco ha cambiado para los nativos americanos, los afroamericanos y los latinos", Chon Noriega.

Lo hicieron en muchas ciudades, pero la marcha del Este de Los Ángeles del 29 de agosto iba a pasar a la historia como un suceso agridulce, que supuso para muchos de sus participantes tanto un refuerzo de su identidad como el principio del desencanto de toda una generación. 

“Fue parte de una red entera de opresión (...). Los latinos eran los que menos éxito tenían a los ojos del gobierno, pero cuando se trataba de la guerra y la necesidad de carne de cañón eran carne de primera”, aseguró Rosalío, que también había sido llamado a filas irónicamente el Día de la Independencia de México, y era entonces un joven y prometedor estudiante de UCLA. De hecho, un líder estudiantil. 

Muñoz organizó junto al activista Ramsés Noriega la Moratoria Chicana. Se unieron muchos más activistas universitarios y familias enteras alguno de cuyos miembros había sido llamado a filas. La reacción a un disturbio, horas después del comienzo de la marcha por la paz, convirtió las calles en una zona de guerra. 

Street scene on August 31, 1970.  | Image courtesy of the UCLA Library Digital Collections, Creative Commons License

Hoy los ecos de aquellas proclamas y la denuncia que representó la muerte de Salazar y las incendiarias imágenes en los medios siguen más vivos que nunca en el corazón de los herederos del movimiento chicano. Ellos son la Nueva Raza.

"Raza sí. Trump No"

“Todavía tenemos mucho trabajo por hacer para detener la guerra en casa, en nuestros barrios y las guerras en todo el mundo”, dice Guadalupe Cardona.

Lupe es una de las organizadoras de la marcha que cada año conmemora la Moraroria Chicana y que volverá a salir a las calles mañana sábado encabezada por la mítica activista Gloria Arellanes y por las madres y familias de los jóvenes chicanos asesinados. 

Pero este año, las protestas en todo el país contra el racismo institucionalizado y unas elecciones en ciernes han dotado de nuevos matices la marcha de mañana -”Debemos sacar a Trump y a los racistas de la oficina pero también debemos ser críticos con cualquiera que los reemplace”, sostiene Lupe-. El presente convulso ha realzado el significado histórico que tuvo la gran manifestación chicana.

"Debemos mirar a nuestros antepasados y a las siete generaciones anteriores para poder ser fuertes para las próximas siete”, Guadalupe Cardona.

“Nos solidarizamos con nuestros hermanos y hermanas afroamericanos en su lucha por detener el terror policial y por la liberación negra. También reconocemos que desde el asesinato de George Floyd, 68 hombres Marrones también han sido asesinados por la policía”, añade Cardona, que forma parte de un comité de 20 miembros que trabajan para mantener vivo el espíritu del movimiento y el legado de Rubén Salazar.

“Es un evento que nos enorgullece y ayuda a sostener la identidad chicana. Debemos mirar a nuestros antepasados y a las siete generaciones anteriores para poder ser fuertes para las próximas siete”, concluye la activista, para quien el avance en los Estudios Étnicos es una pieza clave. Ya que muchos jóvenes chicanos de California hoy en día desconocen parte de su identidad y su historia. Avanzar contra el olvido es parte de la lucha. 

Los festejos del 50 Aniversario del Moratorium Chicano empezarán a las 10h desde dos puntos: Pueden unirse a la caravana de autos a las 9h en Gregg Rd. y Whittier Blvd., en Pico Rivera, o caminar en la marcha desde el Atlantic Park a las 10. 

Aquí podrán seguir el mapa: