Un sombrío Día del Padre
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En otro perverso episodio del reality show que se ha convertido en la vida diaria en los Estados Unidos, este Día del Padre será triste para miles de familias inmigrantes, cortesía de Donald Trump, Jeff Sessions y el resto de la pandilla de racistas que se ha apoderado de Washington.
El caso de Pablo Villavicencio, triste como es, es solo uno de miles en todo el país. Para sus dos hijos estadounidenses, este Día del Padre no será una celebración con su padre amoroso, decente y trabajador, sino una pesadilla.
Villavicencio es un inmigrante ecuatoriano indocumentado, con una esposa estadounidense y dos niños nacidos en EE. UU. que fue arrestado hace dos semanas mientras entregaba una pizza en una base militar de Brooklyn. Un empleado de la base llamó a la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). Anteriormente Villavicencio había entregado comida a la base sin problemas. Aunque nunca ha cometido un delito, la intención del gobierno era expulsarlo del país lo antes posible, pero un juez le concedió un alivio temporal de la deportación. Sin embargo, permanece en la cárcel y la deportación aún es una gran posibilidad.
“¿Nuestra ciudad, estado y nación están más seguros hoy porque sacaron a un repartidor de pizzas de las calles?”, preguntó Justin Brannan, miembro del Consejo de la Ciudad de Nueva York, durante una conferencia de prensa.
Por supuesto que no, pero no se puede esperar otra cosa de un gobierno que ha implementado la política de “tolerancia cero” que arranca a los niños de los brazos de los padres que llegan a la frontera sur en un intento desesperado por salvar las vidas de esos niños. Sin duda un aterrador Día del Padre.
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Como si se necesitara otra prueba del racismo y la falta de humanidad de esta administración, el lunes el Fiscal General Sessions anunció, escuchen esto, que la violencia doméstica o de pandillas ya no son razones de asilo. Decidió que las víctimas de abuso doméstico y violencia de pandillas generalmente no califican para asilo según la ley federal.
Esta es una decisión imprudente y perversa que pondrá en peligro a decenas de miles de personas que buscan refugio en los EE. UU. Es también desalmada e inmoral y muestra la falta de compasión y el rechazo y la hostilidad con que las familias inmigrantes -particularmente de Honduras, Guatemala, El Salvador y México- están siendo tratados por esta administración, aunque su terrible situación no sea invención de nadie, sino la desesperada realidad de sus vidas.
No olvidemos que es el apetito insaciable de este país por las drogas ilegales lo que alimenta la brutalidad de las pandillas en esos países, que obliga a miles de sus ciudadanos a escapar para salvar la vida. Estas son personas perseguidas cuyas vidas están en peligro y merecen todos los derechos y protecciones que las leyes brindan a los refugiados y solicitantes de asilo.
Para aquellos que creen que se puede confiar en que los demócratas sean más compasivos y justos, un recordatorio: la crueldad y el racismo hacia los niños y familias inmigrantes ha sido una triste realidad tanto para los demócratas como para los republicanos. No en vano Barack Obama fue bautizado como "deportador en jefe".
Sin embargo, el racismo, la inhumanidad y la crueldad innecesaria se han convertido en la ley que rige en la nación desde que Trump y sus secuaces llegaron al poder. Ellos pueden decidir el destino, o sea, la vida o la muerte de millones en este país y en todo el mundo, una perspectiva tan sombría que incluso es difícil pensar en ello.
Por eso registrarse para votar y acudir a las urnas el 6 de noviembre más que un derecho es un deber. Asegurémonos de que los futuros Días del Padre sean felices para los hijos de Villavicencio y para todos los niños inmigrantes en los Estados Unidos.
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