La crueldad es la verdadera política migratoria de Trump
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El racismo, por supuesto, no es únicamente blanco y negro, aunque el reciente diluvio de informes sobre incidentes flagrantes de abuso contra afroamericanos lo haga parecer así.
No son solo los incontables casos de salvaje brutalidad policial, sino también los múltiples casos de gente blanca tan poseída de sí misma y tan desprovista de humanidad que, para dar solo un par de ejemplos, llaman a la policía porque una estudiante afroamericana en Yale se quede dormida en un área pública de la universidad, o porque algunos huéspedes negros de Airbnb, también mujeres, hayan tenido el atrevimiento de no contestar el saludo de una mujer blanca.
¿Sociedad post-racial? No me hagan reír. Trump ha creado un fértil caldo de cultivo que engendra racismo -- y millones de racistas. En lo que a mí respecta se pueden ir todos al infierno.
A pesar de la hipócrita santurronería de Washington cuando se trata de los derechos humanos en otros países, la existencia de una política oficial de persecución de inmigrantes y solicitantes de asilo tan brutal que incluye quitarles los niños a sus padres, convierte cualquier reclamo de superioridad moral por parte de EE. UU. en un chiste de mal gusto.
"Si usted cruza la frontera ilegalmente... entonces lo procesaremos", dijo el Fiscal General Jeff Sessions la semana pasada. "Si trafica a un extranjero ilegal a este lado de la frontera, entonces lo procesaremos. Si trafica un niño, entonces vamos a enjuiciarlo, y ese niño probablemente será separado de usted, como lo exige la ley".
Session, un hombre pequeño con una enorme capacidad para el odio, estaba haciendo oficial una política represiva de "tolerancia cero". De ahora en adelante el Departamento de Justicia procesará a todas las personas que crucen la frontera con México. Vergonzosamente la nueva política hace hincapié en castigar cruelmente a las familias con niños.
No es sorprendente que a Trump y sus acólitos les importe un bledo que la mayoría de las personas que se presentan en las estaciones de inmigración fronterizas con sus hijos sean centroamericanos que han huido de sus países para salvar sus vidas. No son "inmigrantes ilegales" sino solicitantes de asilo legales, aunque eso no haga ninguna diferencia para la administración de Trump y su odio por los inmigrantes.
"Si no quiere que su hijo se separe, no los traiga al otro lado de la frontera de manera ilegal. No es culpa nuestra que alguien lo haga ", dijo Sessions con el cinismo que caracteriza a Trump y su pandilla de codiciosos millonarios, abogados traicioneros, estafadores amantes de Rusia y envejecidos exgenerales cascarrabias.
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Uno de esos exgenerales es el jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, quien recientemente declaró que separar a los niños de sus padres no es cruel, agregando así una página más al extenso libro de comentarios racistas y desalmados pronunciados por el personal de la Casa Blanca.
"Se cuidará a los niños, se les colocará en hogares de crianza o lo que sea", dijo Kelly a NPR cuando le preguntaron si era "cruel y desalmado alejar a una madre de sus hijos".
El excolumnista del New York Times Clyde Haberman (@ClydeHaberman) tuiteó esta acertada respuesta: "Como muchos otros, no puedo desprenderme del desalmado comentario de John Kelly que justifica la ruptura de familias en la frontera: 'Los niños serán atendidos, puestos en hogares de crianza o lo que sea'. Ese 'lo que sea' revela un espíritu despiadado".
Revela también el racismo y la indiferencia hacia el sufrimiento que son el combustible de la guerra despiadada que esta administración libra contra los inmigrantes.
Para Trump, cuando de inmigración se trata, la crueldad es la única política.
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