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El presidente estadounidense, Donald J. Trump (i), y su homólogo ruso, Vladimir Putin (d), ofrecen una rueda de prensa conjunta tras la cumbre formal entre ambos dirigentes celebrada en el Palacio Presidencial de Helsinki, Finlandia. EFE

Trump: ¿es tan fiero el león como lo pintan?

Oh sí, el presidente Trump es realmente duro, muy valiente, muy fuerte -- cuando de niños inmigrantes se trata. Con Vladimir Putin, bueno, esa es otra historia.

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Con el hombre fuerte ruso Trump se convierte en un muñeco barato de esos que parecen asentir con la cabeza todo el tiempo. Sin embargo, quién sabe, tal vez intimidar y abusar de personas pobres e indefensas en su propio país, mientras se doblega vergonzosamente ante poderosos líderes extranjeros es lo que el actual presidente de los Estados Unidos cree que hará a América grande otra vez.

Tal vez “Hacer a Rusia Grande Otra Vez” sería un grito de guerra más apropiado para Trump y la extraña pandilla que lo rodea de extraños supremacistas blancos, millonarios codiciosos, viejos generales retirados, y despreciables racistas.

¿Recuerdan cuando el candidato Trump dijo que el país se cansaría de tanto ganar (so much winning)? Pues, eso ya no lo cree ni siquiera Fox News, su maquinaria propagandística extraoficial.

Como dijo el colega Rubén Rosario el lunes: “Hoy se congeló el infierno se heló, y los cerdos volaron. Un titular de Fox News irrespeta a Trump: ‘Putin le come los dulces a Trump en Helsinki. Esta no es forma de ganar contra Rusia’”.

Para ser justos, es posible que Trump no tratara de “ganar” contra Rusia, sino de convertirse en el mejor amigo de Putin, a quien parece considerar como un mentor y un modelo a imitar. Después de todo, Trump, para quien mentir e insultar es tan natural como respirar, nunca ha pronunciado una palabra negativa sobre el hombre fuerte ruso. Tal parece que el amor lo vence todo, incluso la lealtad al país.

Por supuesto, quien crea que la actuación humillante de Trump en Helsinki provocará que políticos republicanos indignados renuncien en masa a modo de protesta, o una movida de principios similar, está pensando en “pajaritos preñados”, como a los puertorriqueños les gusta decir.

Pronunciarán algunas palabras aparentemente indignadas, pero no mucho más: “Acabo de ver el momento más deprimente, repugnante, débil, tonto y malditamente traidor en la larga historia de la presidencia estadounidense. Un día negro”, tuiteó el estratega republicano Mike Murphy.

El presidente de la Cámara, Paul Ryan, un gelatinoso maestro de la frase vacía, también expresó sentimientos de indignación (??) el lunes: “El presidente debe darse cuenta de que Rusia no es nuestro aliado”.

La situación es tan mala para lo que los republicanos mismos proclaman constantemente como su deber y sus esperanzas para el país, que obviamente exige mucho más que palabras. ¿Qué van a hacer, qué medidas van a tomar para frenar el desastroso comportamiento de Trump tanto a nivel nacional como internacional? ¿Retirarán su apoyo a un segundo término de Trump? ¿Protegerán la investigación del investigador especial Robert Mueller? ¿Algunos de ellos renunciarán en protesta? ¿Los demócratas finalmente mostrarán un mínimo de coraje que respalde su retórica? ¿Alguno de ellos, de cualquier partido, será capaz de poner a las personas por encima del dinero y el poder?

No se hagan ilusiones. En estos momentos los patriotas se pueden contar con los dedos de una mano.

La cobardía, el interés propio y el racismo son rasgos bipartidistas, es solo una cuestión de grados. Más que nunca en la era de Trump, Washington está poblado por personas que hablan mucho, pero carecen de los principios y el coraje para actuar en consecuencia.

Una advertencia: no importa qué tan disgustado esté usted con el presidente y su guerra despiadada contra los inmigrantes, las mujeres y los pobres, o lo preocupado que se sienta por su inexplicable sumisión a Putin; hay Trump para rato.

Por lo que ni se le vaya a ocurrir quedarse en casa el 6 de noviembre.

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