¿Por qué no hay más HSI en Pensilvania? | OP-ED
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Aún no tengo una respuesta concreta para la pregunta que coloqué como titular. Sin embargo, sí quiero compartirles algunos hechos que podrían darnos una pista del panorama actual en el que se encuentran las Instituciones al Servicio de los Hispanos (HSI, por sus siglas en inglés) en el estado de Pensilvania.
Antes de profundizar sobre el tema, es importante saber qué es una HSI. Por definición, una HSI es una institución de educación superior cuya matrícula cuenta con, al menos, un 25% de estudiantes hispanos a tiempo completo. Hasta ahí, todo aparenta ser un proceso bastante amigable y sencillo. Pero la realidad es que ser una HSI va más allá de matricular un porciento particular de estudiantes hispanos. Cuando una institución es designada como HSI por el Departamento de Educación de los Estados Unidos, pasa a ser elegible para recibir subvenciones federales bajo los programas de Título III y Título V que establece la Ley de Educación Superior de 1965.
¿Y por qué este hecho es importante? Porque cuando una universidad o colegio recibe los fondos federales disponibles bajo la categoría de HSI, es capaz de enriquecer su oferta académica, elevar la experiencia de aprendizaje de millones de estudiantes hispanos y latinos y garantizarles un futuro profesional.
Pero el problema recae en que no todas las instituciones de enseñanza superior elegibles logran aplicar para los fondos federales por distintas razones. En el caso de Pensilvania, las únicas tres HSI que existen (Lehigh Carbon Community College, Northampton County Area Community College y Reading Area Community College) no pudieron aplicar a las subvenciones federales en los últimos años. Según confirmaron a AL DÍA, esto se debe a que se les pasó la fecha para aplicar o porque el tipo de beca disponible no iba acorde con su enfoque académico.
“Somos elegibles como HSI, pero aún no hemos completado la solicitud de subvención”, explicó a este medio el presidente de Northampton Community College, el Dr. David A. Ruth.
Según establece el Departamento de Educación, las instituciones pueden utilizar los fondos para la compra de equipos científicos, la construcción o renovación de las instalaciones de enseñanza, el desarrollo y formación del profesorado, la compra de materiales educativos y ofrecer programas de tutoría, asesoramiento académico, enseñanza académica a distancia y servicios de apoyo al estudiante.
Ahora bien, para que las instituciones puedan solicitar los fondos y obtener estos beneficios, necesitan evidenciar que al menos el 50% de sus estudiantes hispanos matriculados son personas con bajos ingresos, también conocidos como “estudiantes necesitados”. Otra de las variables para determinar elegibilidad son los gastos básicos por inscripción equivalente a tiempo completo, abreviado como FTE por sus siglas en inglés.
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A esto se le añade que cada subvención tiene su propio procedimiento de solicitud y que anualmente las instituciones tienen que volver a solicitar la acreditación como HSI. Para el Dr. Ruth, este suele ser “un proceso riguroso que implica contribuciones de muchas áreas de una institución”.
Lo que dicen las estadísticas
Para el otoño de 2020, unos 4,2 millones de estudiantes estaban matriculados en una HSI. Además, Excelencia in Education contabilizó un total de 559 HSI localizadas en 29 estados, el Distrito de Columbia y Puerto Rico. Siendo California y Texas los estados con el mayor número de HSI, luego de Puerto Rico. Sin embargo, sorprende que en el estado de Pensilvania, donde había cerca de un millón de personas hispanas para el 2020 según el CENSO, sólo existan tres instituciones designadas como HSI y ninguna de ellas localizadas en la ciudad de Filadelfia, conocida internacionalmente por sus universidades de renombre.
Mientras entrevistaba a las únicas tres HSI existentes en PA, me topé con que muchas de ellas tenían dudas sobre los procesos a seguir y los beneficios reales que puede traer la designación a las instituciones de educación superior y a su matrícula de estudiantes. A esto se le suma que la mayoría de las instituciones mostraron algún grado de dificultad a la hora de solicitar las subvenciones disponibles bajo los programas de Título III y Título V.
Ante este panorama tan ambiguo, me pregunto qué pasaría si las universidades y colegios de PA fueran más proactivos a la hora de dirigir sus programas hacia la diversidad, la inclusión y la equidad. ¿Aumentaría el número de latinos matriculados? ¿Tendríamos más hispanos graduados? ¿Habría mayor representación entre los profesores y académicos? ¿Tendríamos más profesionales latinos ejerciendo en otros campos? ¿Incrementarían las universidades enfocadas en la bicultura y el bilingüismo? ¿Dejaríamos de ser catalogados como “minorías” para convertirnos finalmente en mayoría? ¿Acaso es el paso que debemos dar para transformar el futuro de la educación superior? Las respuestas aún están por verse.
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