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La educación superior basada en valores
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La educación superior basada en valores | OP-ED

La posibilidad de acceder a una educación de calidad, asequible y acorde con los propios valores es esencial.

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Por su propia naturaleza, las facultades y las universidades sirven para reunir, en una comunidad, a personas de diferentes culturas y orígenes. En el mejor de los casos, las comunidades universitarias crean un fuerte sentimiento de unidad que capacita a los estudiantes para aplicar su educación en el mundo en general y lograr un impacto transformador. La educación superior se encuentra en una posición ideal para provocar efectos positivos, y las universidades católicas están en el centro de ese cambio. Shafik (2021) describe bien la propuesta de valor al señalar que “Necesitamos un contrato social que [...] trate menos del ‘yo’ y más del ‘nosotros’”.

Aunque muchas escuelas confesionales y no confesionales han experimentado fusiones, cierres y adquisiciones, el panorama, cada vez más reducido, pone de relieve la importancia de las oportunidades de educación superior disponibles que se centran en los valores confesionales, tanto para los que tienen afiliaciones religiosas como para los que no. Según el Centro Nacional de Estadísticas de Educación, en el 2019 había aproximadamente 250 instituciones católicas de educación superior en los Estados Unidos, con 700.000 estudiantes inscritos en el año académico 2019-2020. De esos estudiantes, el 46,7 % se identificó como católico romano en la Encuesta de Estudiantes de Primer Año 2019 del Instituto de Investigación de Educación Superior (HERI, por sus siglas en inglés), lo que demuestra que los estudiantes de todas las religiones están encontrando su lugar en estas instituciones.

Con los estudiantes universitarios de hoy en día, enfrentándose a una sobrecarga de información y una disminución de las interacciones personales, en parte como resultado de la pandemia, el enfoque basado en valores de una universidad católica tiene un amplio atractivo para cualquiera que busque desarrollar conocimientos para el trabajo en el contexto de la reflexión y el servicio, centrados en la conexión humana. Las universidades católicas proporcionan excelencia educativa al tiempo que garantizan que el resultado sea holístico, de manera que preparan a los estudiantes para que contribuyan en la vida. El enfoque en los valores fundamentales de la tradición católica inspira el crecimiento personal y se dirige a todas las personas, a todas las religiones y a quienes no practican ninguna religión.

En el aula, los alumnos aprenden unos de otros a través del diálogo, el análisis y el descubrimiento, y se les introduce en áreas en las que pueden marcar la diferencia y promulgar el cambio. Cuidar de la comunidad y de los necesitados es un pilar de las enseñanzas católicas. Las universidades católicas están en una posición única para elevar ese mensaje y esa acción como parte de un compromiso con la justicia social para cumplir con nuestras responsabilidades diarias con la familia, la comunidad y con nosotros mismos. Como señala Busteed (2022), las universidades deben “crear iniciativas intencionadas y ampliables para mejorar la preparación profesional y los resultados de los estudiantes”, dotándoles de habilidades para el mercado laboral. Las instituciones basadas en valores se centran especialmente en esta área, pidiendo a los estudiantes que empleen el pensamiento crítico, el aprendizaje-servicio y la creación de equipos a través de oportunidades experienciales.

Estos valores están arraigados en el tejido de muchas universidades confesionales, que adoptan una responsabilidad más amplia de cuidar del mundo. El atractivo de una misión centrada en la dignidad de la persona humana es de gran alcance, especialmente en un momento en que la inclusión, la equidad y la igualdad siguen siendo cuestionadas. La posibilidad de acceder a una educación de calidad, asequible y acorde con los propios valores es esencial.

Cuando partimos del reconocimiento de la dignidad de los demás, podemos trabajar juntos para alcanzar la grandeza. En el corazón de la educación superior católica está la idea de crear un espacio acogedor y sagrado para todos. En un momento en que la violencia armada y la alta criminalidad son un hecho cotidiano, nunca ha sido esta noción más relevante y necesaria, y nunca han sido las instituciones religiosas de educación superior más oportunas y relevantes para ayudar a crear la próxima generación de líderes que entren en la fuerza de trabajo y en sus comunidades con un sentido de responsabilidad personal para crear un mundo mejor.

(*) Presidenta de la Universidad de la Sagrada Familia.

 

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