[OP-ED]: ¿A quién le gusta el libre comercio? A nosotros—a veces
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Todo el mundo “sabe” que los norteamericanos están más reacios al libre comercio y la globalización, tal como lo repite el presidente Trump. Pero no se lo digan a los de Gallup quienes vienen haciendo la misma pregunta en sus encuestas desde 1933: ¿Ve la gente el libre comercio como una “oportunidad” o como una “amenaza”? La última encuesta, conducida en febrero, halló que el 72 por ciento ve el comercio como una “oportunidad” y sólo el 23 por ciento lo teme como una “amenaza”—margen más amplio desde que se comenzó a formular esa pregunta.
No es fácil reconciliar esas dos encuestas contrastantes. Lo cierto es que los políticos, académicos y (sí) incluso los periodistas a menudo usan las estadísticas a su gusto. Escogen selectivamente aquellas que apoyan su perspectiva. Las opiniones sobre el comercio y la globalización son un buen ejemplo de ello.
Si uno busca cuidadosamente, puede encontrar encuestas que confirmen casi cualquier punto de vista. Las variaciones a menudo son el reflejo de la manera en que la pregunta está redactada. Las referencias a “puestos de trabajo” perdidos pueden provocar opiniones hostiles sobre el comercio, mientras que las menciones sobre simplemente “comercio” generan respuestas más favorables.
Consideremos lo siguiente. Pew pregunta a los encuestados cuán importantes deben ser diversos objetivos de política exterior. En dos encuestas, 1993 y 2013, más del 80 por ciento de los norteamericanos dijo que “proteger los puestos de trabajo de los trabajadores norteamericanos” debe ser un objetivo prioritario de la política exterior. Eso implica un apoyo tibio al libre comercio. En contraste, se pidió a los encuestados en otra encuesta Pew de 2014 que juzgaran el Acuerdo de Cooperación Económica Asia-Pacífico: el 55 por ciento consideró que era “bueno” y el 25 por ciento que era “malo”. Eso implica un fuerte apoyo al libre comercio.
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Esas estadísticas provienen de un estudio informativo—“The Polls and Politics of Trade”—de Karlyn Bowman y Heather Sims, del American Enterprise Institute, un centro de investigaciones. Su conclusión básica es que los norteamericanos “tienen opiniones claras (y contradictorias) sobre el comercio”. Los norteamericanos pueden ser ilógicos y excesivamente optimistas. Pueden pensar que pueden captar mercados extranjeros mientras, de alguna forma, los importadores extranjeros no captarán los mercados norteamericanos.
Las actitudes volátiles hacia el comercio pueden tener otras causas. Una de ellas es la salud de la economía mayor. Cuando está débil o en recesión, el apoyo al comercio mengua. Supuestamente, los norteamericanos echan la culpa de algunos de los problemas internos a las importaciones. En 2008, en el peor momento de la Gran Recesión, sólo un 40 por ciento de los norteamericanos vio el comercio como una “oportunidad” (es la misma encuesta que ahora halla que el 72 por ciento de los norteamericanos lo hace). Otras encuestas también muestran un aumento similar pro-comercio a causa de la recuperación económica.
En su conjunto, los norteamericanos parecen estar a favor de participar en la economía mundial y rechazar el proteccionismo. Pero la convicción es débil y está sujeta a numerosos detalles. Las actitudes de los norteamericanos en lo concerniente al comercio parecen confusas, incoherentes y variables porque son confusas, incoherentes y variables. Cuando los republicanos y los demócratas se esfuerzan por acomodar las opiniones en conflicto, amplifican la confusión.
No se engañen: No hay un fuerte consenso en cuanto al comercio. Quizás el comentario más sabio proviene de Timothy Taylor en su blog, The Conversable Economist. Las encuestas públicas, escribe Taylor, sugieren que “Las opiniones norteamericanas sobre el comercio no están muy profundamente enraizadas y son más bien expresiones de emociones pasajeras y partidismo político”. Casi todos favorecen poner a “Estados Unidos primero”. La cuestión real es qué significa eso en la práctica.
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