[OP-ED]: La edad dorada de la falta de cortesía
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En las noticias abundan las historias de individuos que se portan mal.
--El presidente Trump groseramente empujó a un costado al primer ministro de Montenegro, Dusko Markovic, durante una reunión de líderes de la OTAN. Markovic gentilmente describió el incidente a los reporteros como una “situación inofensiva”. Sin embargo, no hay manera de considerar el hecho más que como una demostración de falta de respeto—incluso si fue por descuido. Después de todo, Trump es el líder del mundo libre y Montenegro es el miembro más reciente de la organización. ¿Qué tal esa bienvenida?
--El republicano de Montana, Greg Gianforte, fue electo a la Cámara de Representantes la semana pasada, menos de 24 horas después de haber sido acusado de agresión como delito menor. Se acusó al multimillonario empresario de la tecnología de empujar violentamente con su cuerpo a Ben Jacobs, reportero del diario británico The Guardian. Gianforte, en su discurso posterior a la victoria, admitió que “no debería haber tratado al reportero de esa manera” y se disculpó por el incidente. No sabemos si la historia influyó en los electores de una u otra manera porque alrededor del 70 por ciento de los votos ya se habían emitido.
--Jacobs también parece carecer de maneras y podría beneficiarse de un curso básico de etiqueta. La grabación del incidente sugiere que se acercó a Gianforte mientras el candidato hablaba con otros reporteros. Interrumpió la conversación, desplazó a sus colegas como diciendo que su historia era más importante que la de ellos, metió un grabador bajo la nariz de Gianforte y acribilló al candidato con la misma pregunta, aún cuando Gianforte dejó en claro que no la contestaría, todo eso sin siquiera decir “hola” o “con su permiso”.
Hay grados de falta de cortesía. Y si la grosería fuera un deporte olímpico, Texas se llevaría todas las medallas.
Esta semana, legisladores del estado de la Estrella Solitaria se propinaron empujones mutuamente, acusándose de proferir amenazas de muerte. Todo comenzó cuando un legislador republicano alardeó, ante un grupo de demócratas latinos, de haber llamado a los Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) para que interviniera con un grupo de manifestantes en el capitolio del estado, la mayoría de los cuales eran latinos.
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Claramente, hizo falta coraje para hacer ese tipo de anuncio. Pero no demuestra mucho seso.
El representante del estado, Matt Rinaldi, confirmó más tarde frente a reporteros que llamó a ICE porque los manifestantes estaban “perturbando” las actividades legislativas y “quebrando la ley”.
Según CNN, varios de los legisladores demócratas enfrentaron rápidamente a Rinaldi y el incidente se volvió físico. Un video del mismo muestra a legisladores de ambos partidos a los empujones. Rinaldi dice que fue agredido por el representante Ramón Romero y que el representante Poncho Nevarez le dijo que “me iba a agarrar en camino a mi carro”. Nevarez negó haber proferido esa amenaza, aunque reconoce que “se acercó [a Rinaldi] en forma intimidante y puso sus manos sobre el tipo.” Rinaldi confirmó que amenazó con disparar a Nevarez, si lo obligaba a hacerlo en defensa propia.
Lo que ocurrió después era predecible. Desde que la jarana salió a la luz, algunos de los legisladores latinos dijeron haber recibido llamadas racistas de los tejanos que orgullosamente dicen apoyar a Rinaldi contra los “inmigrantes ilegales”.
Malos modales en todas partes. Por haber vivido hace tiempo en Dallas, créanme cuando les digo que no fue un día más en el sudoeste. Las cosas están peor.
Lo último que quiero hacer es meterme con Texas, pero hay algo que aun me molesta. Si tanto le importaba a Rinaldi mantener el orden, ¿por qué no llamó a la policía del estado, el FBI o los Guardacostas de Estados Unidos? ¿Por qué el hecho de que muchos de los manifestantes fueran latinos le hizo gritar: “¡Llamen a ICE!”? ¿Podría ser que Rinaldi estaba suponiendo cosas sobre esos latinos? En un estado en que ese grupo es nativo y ahora constituye casi el 40 por ciento de la población, sería realmente una falta de respeto. Hasta diría que es ofensivo. Así pues, en la actualidad, podría ser suficiente para que Rinaldi resultara electo gobernador.
No es una broma. Si no castigamos la mala conducta, veremos más de ella.
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